Testimonios

Vicente Lecuna en la Academia Venezolana de la Lengua

Lecuna sistematizó, con pasión y devoción, pero también con disciplina y pesquisas documentales, los estudios sobre Bolívar, su vida, pensamiento y época. Sin embargo, el Bolívar de Lecuna aún está por estudiarse y valorarse con ecuanimidad y justicia

Horacio Biord Castillo:

Para la Academia Venezolana de la Lengua constituye motivo no solo de sumo agrado, sino un gran honor el acto que hoy celebramos. Por exquisita bondad de la exquisita y bondadosa doña Carmen Galindo Lecuna, los pasillos de nuestra corporación se engalanan con la estatua de su abuelo, don Vicente Lecuna Salboch, elaborada por el reconocido escultor español Victorio Macho. La Academia la acoge como un reconocimiento a su propia trayectoria institucional de casi siglo y medio, pues fue fundada precisamente en 1883, el año centenario del Libertador, a quien Vicente Lecuna consagró sus más grandes esfuerzos de investigación y reflexiones.

Lecuna sistematizó, con pasión y devoción, pero también con disciplina y pesquisas documentales, los estudios sobre Bolívar, su vida, pensamiento y época. Sin embargo, el Bolívar de Lecuna aún está por estudiarse y valorarse con ecuanimidad y justicia. Sin duda está más allá de la apropiación fetichista, la racionalización y la justificación del proselitismo que, en Venezuela, principalmente políticos, militares y gobernantes, han hecho y siguen haciendo de la figura del Libertador.

Esa manipulación lo convierte en una especie de “Bolívar mampara” que oculta otras intenciones y sustituye, por supuesto, a lo que pudiéramos entender como el “Bolívar necesario” (Biord, H. 1983. Aproximaciones al Bolívar necesario. Anthropos (Revista del Instituto Superior Salesiano de Filosofía y Educación, Los Teques, estado Miranda) Nº 7: 13-22). Desde una perspectiva crítica, esta idea se refiere, en cambio, a lo rescatable y aún con vigor de sus ideas, propuestas, sueños o, incluso, a la comprensión y rectificación de sus errores. Una ponderación de esta naturaleza nos puede advertir los rumbos de la democracia y la vida republicana y, por esa vía, ayudar a desenmascarar la mera, vana y hueca invocación del mito fundacional más grande de Venezuela.

Tener a Lecuna, no ya en la Academia Venezolana de la Lengua, sino en el Palacio de las Academias, es, a la vez, un recordatorio y un símbolo de la Venezuela genuinamente intelectual y reflexiva que no se deja arropar ni arrollar por los grandilocuentes discursos nacionalistas de cualquier sector o gremio. El hecho de que la estatua presente a un Lecuna lector e investigador muestra la esencia de la tarea académica: la generación del conocimiento, el estudio del pasado (en el caso de la ciencia histórica), la ponderación de las tradiciones, entre ellas las lingüísticas y literarias, y la promoción ética del ser humano.

Vicente Lecuna Salboch, el historiador que salvó los archivos de Simón  Bolívar | La Época - Con sentido del momento histórico

De esta estatua de Vicente Lecuna hecha por Victorio Macho se han hecho dos fundiciones: la que ahora guarda este Palacio, de ecos franciscanos por su fundación y aires universitarios por su anterior uso; y otra que se halla en Guayaquil, para rememorar la célebre entrevista entre Bolívar y San Martín que, en parte decidió, el futuro de América del Sur y asimismo para subrayar la importancia de los hombres de letras, los historiadores, estudiosos e intelectuales, en general, simbolizados por el papel de Vicente Lecuna en la historiografía bolivariana y, en especial, por sus estudios sobre la relación entre ambos libertadores sudamericanos.

Parece algo más que mera casualidad que solo existan dos copias de la estatua y la ubicación de cada una. Inicialmente la del Palacio de las Academias se proyectó para una plaza en la avenida Lecuna de Caracas, espacio ornamental que nunca llegó a construirse. Quizá don Vicente prefería un lugar más acorde con sus intereses y con su vida misma, que el bullicio y los tráfagos citadinos. Aquí, dentro de estos muros que le sirvieron de aulas universitarias, están a gusto su corazón y su palpitar.

El 17 de junio de 1918 Lecuna se incorporó a la Academia Nacional de la Historia en el sillón letra M. Sucedía a Pedro Ezequiel Rojas, quien nunca llegó a incorporarse, y a Andrés A. Level, que fue uno de los individuos de número fundadores. Entre 1931 y 1933, Lecuna presidió la Academia Nacional de la Historia y, durante muchos años, dirigió su boletín. Hoy, a las puertas del Instituto de Investigaciones de la Lengua, recuerda la vinculación de las ciencias sociales y el profundo hermanamiento de la Academia Venezolana de la Lengua y la Academia Nacional de la Historia.

Una anécdota revela, por un lado, la intrínseca correspondencia entre ambas corporaciones y, sobre todo, de las disciplinas a las que están consagradas y, por otro, la presencia de Vicente Lecuna. Don Rufino Blanco Fombona, también numerario de la Academia Nacional de la Historia (sillón letra V) fundó en España la editorial América y allí su entonces secretario, Rafael Bolívar Coronado, le presentó la transcripción de varios documentos antiguos procedentes de la Biblioteca Nacional y otros archivos españoles. Esos textos fueron publicados en la década de 1910 por dicha editorial, en la que ambos trabajaban.

Fundación IDEA - #20Feb 1954|| Fallece Vicente Lecuna Salboch, ingeniero,  banquero, educador, político, diputado e historiador venezolano.  Restaurador, organizador y conservador del Archivo de Simón Bolívar,  reconstructor de su Casa Natal y

Uno de los documentos es una relación sobre Guaicaipuro, atribuida al abate francés Jean Moulin y supuestamente traducida por el maestre Juan de Ocampo, que lleva por subtítulo “el último hombre libre de las selvas del Mar Océano”. Tras leerla, don Vicente le escribió a Blanco Fombona para prevenirlo sobre un supuesto error de transcripción. En su opinión, el uso de la palabra “burdel” sería anacrónico en esa crónica, pues solo se habría empezado a utilizar con ese significado en el siglo XIX. Viniendo de quien venía, esta observación llamó poderosamente la atención a don Rufino, quien se dispuso a visitar el archivo de donde procedía el documento. Para su sorpresa, no existía la sección, ni el legado ni el documento. Todo era un invento de su pródigo secretario, Rafael Bolívar Coronado, quien utilizó más de 600 seudónimos y tuvo la habilidad de escribir cantidad de narraciones y otros textos imitando diversos estilos y épocas. Don Rufino estalló en cólera y a Bolívar Coronado no le quedó más que escaparse. Destaca el conocimiento del idioma y las fuentes históricas demostrado por Vicente Lecuna en su lectura crítica de la obra apócrifa.

Debemos recordar también que el doctor Oscar Sambrano Urdaneta, director de la Academia Venezolana de la Lengua entre 2003 y 2009, dedicó uno de sus libros a estudiar una obra de Bolívar Coronado, El llanero, atribuida a Daniel Mendoza. Estos lazos que involucran a ambas Academias y a sus campos de estudio nos envuelven no solo afectivamente, sino que señalan, como he dicho, las múltiples vinculaciones entre la historia y la lengua, ambas en todas sus manifestaciones.

Bienvenida sea la estatua de Vicente Lecuna hecha por Victorio Macho y los libros de bronce que allí guardan el sentido de la vida, la historia, la literatura y la venezolanidad. Nuestro agradecimiento a doña Carmen Galindo Lecuna y su familia. Ellos se han desprendido de un recuerdo de su Papacuna y nos permiten tenerlo con nosotros a diario, como una invitación perenne a leer sus libros y repasar su trayectoria de historiador, intelectual y hombre público. Será para nosotros como un tótem que inspire y estimule nuestro trabajo, que nos señale la tradición académica, la manera civilista de asumir las diferencias y la independencia de criterio. Al mismo tiempo lo miraremos con ternura y cariño, acariciaremos las broncíneas páginas de sus libros y aquí también seguirá siendo, por el cariño, Papacuna.

 

Palabras pronunciadas en la Academia Venezolana de la Lengua, en Caracas, el miércoles 18 de junio de 2025, con motivo de la develación de la estatua de don Vicente Lecuna.-

 

Horacio Biord Castillo

Presidente de la Academia Venezolana de la Lengua

Escritor, investigador y profesor universitario

Contacto y comentarios: hbiord@gmail.com

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba