Iglesia Venezolana

In Memoriam: Pbro Javier Melán Echeverri

"Morir con las Botas Puestas": Un Legado Hasta el Final

 

Cardenal Baltazar Porras Cardozo:

 

El domingo 29 de junio a la 1.40 de la tarde falleció en la ciudad de El Vigía el Pbro. Javier Melán Echeverri quien se desempeñaba como vicario parroquial en la Catedral de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de la diócesis El Vigía-San Carlos del Zulia. Había nacido en Belalcázar en la provincia de Caldas en Colombia. De familia cristiana sintió el llamado a la vida sacerdotal que inició en el monasterio benedictino de Manizales. Al finalizar el noviciado decidió pasar a la vida diocesana. Como muchas familias del vecino país se trasladó a Mérida donde fue recibido por Mons. Acacio Chacón Guerra. Continuó sus estudios en el Seminario Mayor San Buenaventura de Mérida y cuando fue cerrado concluyó sus estudios en el Interdiocesano de Caracas a donde fueron enviados los seminaristas de la entonces extensa arquidiócesis merideñas. Entre ellos el hoy Pbro. Víctor Angulo, Israel Rojas, Hermógenes Yebra, Ascensión Castillo, Fidel Hidalgo, P. Delgado, y algún otro que se me escapaba de la memoria, testigos del numeroso grupo de andinos merideños, trujillanos y barineses que han dado lustre a los presbiterios donde sirvieron. Los que comenzábamos los estudios de filosofía nos enriquecimos con la presencia fraterna de candidatos al sacerdocio de todas las regiones del país.

 

Recibió la ordenación sacerdotal en Mérida el 12 de septiembre de 1965 de manos de Mons. Francisco José Iturriza, obispo de Coro por delegación de Mons. Chacón ya que el arzobispo coadjutor Mons. Rafael Pulido Méndez se encontraba en Roma para la

donde estuvo seis meses. Con la pandemia pasó a vivir y colaborar en la catedral haciendo buen equipo con Mons. Germán Marín y el Obispo, donde entregó su alma al creador. Sus última etapa del Concilio Vaticano II. La mayor parte de su vida sacerdotal la ejerció en el sur del Lago de Maracaibo, primero como vicario cooperador de la principal iglesia de El Vigía, hoy catedral, al lado del Padre José Humberto Corredor Tancredi. Al año siguiente fue nombrado párroco de Nueva Bolivia que comprendía entonces Palmarito y El Charal pueblo de Tucaní. Decidió vivir en esta última, convirtiéndose en “hacedor” del naciente pueblo. El hermoso templo fue obra de su ingenio y tesón que le llevó muchos años en concluirlo. Todo un símbolo que tenía en su iglesia el mejor monumento para deleite de propios y extraños. Luchó por darle orden y concierto a la disposición de calles y plazas encontrándose con no pocos escollos. Varias de las obras públicas del pueblo tuvieron en el P. Javier su promotor y guía. Dotó a los caseríos de su jurisdicción de capillas y pequeñas casas curales.

 

Casi un cuarto de siglo en Tucaní se identificó de tal manera con el pueblo y su feligresía que no perdió nunca el contacto con ellos. Decidió que al fallecer lo enterraran en la iglesia de sus sueños. Al crearse la diócesis de El Vigía-San Carlos del Zulia, los sacerdotes del sur del Lago dejaron de pertenecer canónicamente de Mérida y pasaban a ser miembros de la nueva circunscripción eclesiástica. El P. Melán quiso volver a la iglesia madre que lo había recibido desde su juventud. Quien escribe esta crónica era el arzobispo de la ciudad serrana y lo nombró párroco de Santa Cruz de Mora donde pasó cinco años en los que trabajó también por el embellecimiento del templo parroquial y la atención a las dieciocho aldeas que la conforman. Luego pasó a Bailadores por seis años y de allí a Zea por ocho años. Al cumplir la edad canónica de renunciar no dejó de ejercer su ministerio y sus idas frecuentes al sur del Lago.

 

La atracción por la gente surlaguense donde cultivó tantas amistades reclamaban su presencia sacerdotal. No quería ninguna prebenda. Me manifestó su deseo de trabajar sus últimos años en la nueva diócesis. Mons. Juan de Dios Peña lo recibió gustoso. El quería ir a San José de Palmira pero con buen tino Mons. Juan de Dios prefirió a San Rafael del Alcázar restos reposan en la iglesia de Tucaní donde gozará de las oraciones de sus queridos feligreses.

 

Con el Padre Javier compartí fraterna amistad iniciada en los lejanos años del Interdiocesano de Caracas. Fue un ejemplo para todos nosotros. Su vida fue un hito de gracia y esperanza en la que brilló siempre su testimonio alegre y esperanzado. En el regazo de María Santísima está cerca de la Trinidad intercediendo por el pueblo al que le dio lo mejor de sí. Descanse en paz.-

1-7-25

«Morir con las Botas Puestas»: Un Legado Hasta el Final

A pesar de su avanzada edad, el Padre Javier Melán se negaba a retirarse. Su deseo era «morir con las botas puestas», seguir al lado de su feligresía, celebrando misa y confesando. Habló con sus amistades del sur del lago, manifestando su deseo de regresar a esas tierras.

Fue así como Monseñor Juan de Dios Peña Rojas, actual Obispo de la Diócesis de El Vigía – San Carlos del Zulia, mutuo acuerdo con el cardenal Baltazar Porras, Arzobispo de Mérida, solicitó el traslado del Padre Javier Melán a la Diócesis.  El Padre Melán me pidió que lo enviara a San José de Palmira, pero por ser un lugar muy distante, y considerarndo su edad ante una eventual emergencia, le encargue la parroquia San Rafael de Alcázar por seis meses, pero la pandemia del Covid-19 hizo que su estadía se prolongara por seis años. Los últimos tres años transcurrieron en la Catedral Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, donde prestó su servicio pastoral, y donde recibía el afecto y agradecimiento de sacerdotes y de sus amigos que con mucha frecuencia le visitaban. A pesar de su jubilación, el Padre Melán aceptó el llamado, regresando a la acción y contribuyendo al desarrollo de la comunidad hasta el final de sus días.

El Padre Javier Melán es recordado por su incansable labor pastoral, su mente maestra para embellecer y construir importantes templos, y por ser el fundador y organizador del pueblo de Tucaní. Su vida fue un testimonio de fe, servicio y una profunda conexión con la gente a la que dedicó su sacerdocio. Su legado perdura en cada piedra de los templos que construyó y en el espíritu de las comunidades que él ayudó a edificar.

Su devoción mariana le llevó a lo largo de su vida a extender la advocación a la Virgen del Carmen por doquier.  Falleció el domingo 29 de junio a la 1, 40 de la tarde.

Podemos decir que la Virgen del Perpetuo Socorro vino a buscarlo para acompañarlo en el camino de retorno a la casa del Padre, porque decía vísperas de la fiesta de la Patrona, el 27 de junio, que la Virgen lo llamaba; y San Pedro le abrió las puertas del Reino de los Cielos.

Las exequias la vamos a celebrar el martes 1° de julio a las 3.00 p.m. en el Templo parroquial de la parroquia Santísimo Sacramento de Tucaní.

Descanse en paz, siervo bueno y fiel.-

+ Juan de Dios Peña Rojas

OBISPO DE LA DIÓCESIS DE EL VIGÍA-SAN CARLOS DEL ZULIA

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