Iglesia y salvación universal

Mons Ovidio Pérez Morales:
El documento central, eje, del Concilio Vaticano II, es la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium LG). Unida estrechamente a ésta se sitúa la Gaudium et Spes, que trata de la Iglesia en el mundo actual. En nuestro Concilio Plenario de Venezuela el documento 2, La comunión en la vida de la Iglesia en Venezuela (CVI), desarrolla la eclesiología de comunión y la sacramentalidad unificante del Pueblo de Dios. La Iglesia, anclada en la Trinidad “se presenta como referencia de lo que Dios quiere para toda la humanidad” (CVI 37).
La Lumen Gentium comienza justamente con la definición de la Iglesia como sacramento (misterio, en griego): “La Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). “Sacramento universal de salvación” dirá más adelante (LG 48). El plan global de Dios es, pues, comunional, unificante, y de él la Iglesia tiene como misión significarlo y servirle de elemento operativo. No le es monopolio, sino servicio.
La teología de la Iglesia, que desarrolla la Lumen Gentium y asume sistemáticamente el Concilio Plenario (ver CVI 32-44), es trinitaria de modo claro y orgánico. Bien diferente de la eclesiología del tiempo precedente (postridentino), en que se daba una concentración reductiva cristológica. El Vaticano II expone sucesivamente (LG 2-4) la acción de las tres Personas Divinas en la vida del Pueblo de Dios. El plan unificante de Dios cubre toda la historia y tendrá su consumación gloriosa al final de los tiempos en “una Iglesia universal en la casa del Padre” (LG 2). Será la plenitud del Reino de Dios.
“Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, para así cumplir el designio de la voluntad de Dios, quien en un principio creó una sola naturaleza humana, y a sus hijos, que estaban dispersos, determinó luego congregarlos” (LG 13). A esta unidad son llamados todos los hombres (sea los fieles católicos, los demás cristianos, los otros creyentes y todos los hombres en general (Cf LG 13). La Lumen Gentium en la secuencia 14-16 explica la incorporación y relación que, en distinto grado, guardan con la Iglesia, desde la plena pertenencia hasta quienes “sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento expreso de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios” (LG 16).
El Concilio Plenario (CVI 45-51) desarrolla ampliamente la noción de Iglesia como Pueblo de Dios, “sujeto histórico en el conjunto de los pueblos”, peregrino, humilde y servicial, llamado a realizar la misión universal encomendada por Cristo. De allí, dice citando LG 13: todos los hombres están invitados al Pueblo de Dios. Por eso este Pueblo, uno y único, ha de extenderse por todo el mundo”.
Podemos hablar así de una eclesialidad de la salvación la cual destaca, de un lado, el obligante carácter misionero de la Iglesia y la necesidad de ésta, y, del otro, la amplitud del plan creador-salvador de Dios y la voluntad salvífica universal (Cf. 1 Tm 2, 4). El Vaticano II en múltiples documentos desarrolla orgánicamente esta perspectiva integradora, comunional, trinitaria, patente en el binomio Lumen Gentium-Gaudium et Spes. integradora de Iglesia y mundo (GS). La plenitud del Reino será la unidad perfecta humano divina e interhumana.-