«No es solo un monumento. Es una llamada al encuentro personal con Cristo»
Javier Navascués ha entrevistado a Javier Viver, imaginero madrileño, sobre el proyecto del monumento al Sagrado Corazón más grande del mundo que se va a instalar en Boadilla. Viver resalta su origen popular, el objetivo de propiciar un encuentro personal con Cristo, la fidelidad al rostro de la Sábana Santa y la creación de un espacio de oración y consuelo.

Javier Viver (Madrid, 1971) es artista, licenciado y doctor en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Se gana la vida como imaginero con un proyecto de arte sacro contemporáneo a través de la plataforma www.artmadeinheaven.com. Es autor bestseller de figuras de amplia devoción popular como la Bella Pastora de Iesu Communio (2009), la Madre de Hakuna (2017) o la Madre de la Esperanza de la Clínica de la Universidad de Navarra (2022). Autor de fama internacional ha expuesto en importantes museos de ciudades como Nueva York, Buenos Aires o Roma, entre otras, obteniendo una larga lista de galardones y reconocimientos que pueden ver ampliados en su biografía.
¿Cómo surgió la idea del monumento al Sagrado Corazón más grande del mundo?
La semilla nace de algo muy pequeño: la inquietud de un grupo de personas que en 2019, empezaron a soñar con una forma de manifestar su fe de manera tangible. No había aún planos, ni escultor, ni fondos, pero sí un anhelo profundo de honrar al Corazón de Jesús y, sobre todo, de acercarlo a otros. Recogieron firmas, hablaron con parroquias, con vecinos, y el eco de ese anhelo fue creciendo.
¿Cuál es el fin último de tan magna empresa?
El monumento tiene una dimensión visible, sí, pero nace de una misión: transformar corazones. Queremos que quien lo vea, quien lo visite, quien se adentre en él, tenga una experiencia que toque lo más profundo de su interior.
No es solo un monumento. Es una llamada al encuentro personal con Cristo, un espacio de reparación, y también un faro para quienes han perdido la fe o ni siquiera saben que la están buscando. El Corazón de Jesús late por todos y este es un espacio abierto a todos.
¿Por qué en Boadilla?
Porque fue el lugar donde surgió “la chispa”. No fue un encargo institucional. Fue algo profundamente local, nacido en la calle, en las familias de Boadilla, consecuencia de la devoción popular. El Ayuntamiento acogió la propuesta con generosidad para ceder el uso de un terreno municipal. Y no es un lugar cualquiera: Boadilla está en el corazón de la Comunidad de Madrid, entre el bullicio de la capital y la serenidad del entorno natural. Ese contraste hace que tenga un enorme potencial como espacio de recogimiento, pero también de convocatoria.
¿Qué supuso para usted como escultor que le propusiesen encabezar el proyecto?
Fue un reto inmenso. Sentí un profundo agradecimiento. Como escultor, un encargo como este supone un honor por lo que implica trabajar en el Corazón de Cristo, que es el núcleo entre lo invisible y lo más visible. Lorca lo definía como un Centro en carne viva, en nube viva, en mar viva, del Amor libertado del Tiempo. Un Aleph. El centro del mundo.
Desde el principio les propuse levantar un Sagrado Corazón de Jesús para el siglo XXI, donde cada persona pudiese tener un encuentro real con El. Una experiencia sensorial como la han tenido los grandes devotos de la historia.
Supe que no podía crear un rostro imaginado. Había que partir del único rostro que la tradición y la ciencia nos permiten contemplar: el de la Sábana Santa. Y fue desde ahí que surgió todo el diseño, buscando fidelidad, belleza y profundidad a esa reliquia que se venera desde el siglo I.
¿Cómo les anima tener el visto bueno de las autoridades eclesiásticas y civiles?
Muchísimo. Nos anima porque, aunque el proyecto nace del pueblo, es muy reconfortante sentir que quienes tienen la responsabilidad de velar por el bien común entienden y apoyan esta propuesta. El Ayuntamiento nos ha ofrecido diálogo, medios técnicos y una escucha respetuosa. Y desde la Iglesia, hemos recibido bendición y también consejos muy valiosos para que no perdamos el foco: que no sea un proyecto de piedras, sino de almas.
Eso sí, hemos querido mantenernos con una independencia sana: no hay financiación pública ni eclesial. Solo donaciones populares. Y eso también lo valoran mucho ambas instituciones.
Una obra de tanta envergadura requiere un presupuesto alto…¿Cómo esperan poder recaudarlo?
Con fe y con trabajo. El proyecto está estructurado en fases muy realistas, que permiten ir avanzando por tramos, según se recaudan los fondos. Estamos hablando de suscripción popular, lo que significa miles de pequeños y grandes donantes. Ese modelo refleja justo lo que queremos construir: una devoción compartida.
La base es clara: “del pueblo para el pueblo”. Queremos evitar cualquier identificación política o dependencia institucional.
¿Desde qué radio sería visible?
Por su ubicación, será visible desde buena parte del entorno natural de Boadilla, y es posible que también desde algunos accesos a Madrid. Pero más allá de la visibilidad geográfica, lo que buscamos es que sea visible en la conciencia de la gente: que resuene, que despierte preguntas, que convoque.
¿Por qué se plantean hacerlo de tal manera que el mismo corazón de la escultura sea un sagrario?
Estamos todavía en un estado muy inicial del proyecto. Esto sería la guinda del proyecto porque el Corazón no es sólo un símbolo, podría ser una presencia viva que fomentara ese encuentro con el corazón de Jesús que late en cada sagrario. En su superficie se grabarán los nombres de los donantes que lo deseen. Será un espacio de luz, música, silencio y presencia.
Incluso pueden hacer que ese corazón baje al encuentro de las almas…
Esa idea la recibimos de las Carmelitas Descalzas de Boadilla del Monte, a las que quiero agradecer su cariño y oración en todo momento. Queremos que el corazón sagrario pueda “descender”, como un gesto físico que recuerde el movimiento de Dios hacia nosotros. Un símbolo del amor que se abaja, se acerca, se encarna. Ese gesto, aunque técnico y escenográfico, tiene una carga teológica. No es solo una estructura móvil: es una metáfora viva.
¿Por qué en el fondo buscan facilitar las cosas para un encuentro personal de las almas con Cristo?
Porque eso lo cambia todo. No queremos un monumento que se vea desde lejos y se admire desde fuera. Queremos un espacio donde algo se transforme dentro de ti. Hoy estamos rodeados de ruido, de prisas, de superficialidad. Y lo que este proyecto propone es lo contrario: una pausa, un silencio, una experiencia interior. Usaremos luz, música, arte… pero no para impresionar, sino para preparar el alma a ese encuentro.
¿Cómo puede este monumento relanzar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en España y ser un lugar de peregrinación mundial?
España fue una tierra muy marcada por esta devoción. Muchas parroquias, muchas familias, vivieron durante generaciones una espiritualidad centrada en el Corazón de Jesús. Pero como todo en la vida, hay que volver a descubrirlo con ojos nuevos.
Este monumento puede ayudar a eso. Puede atraer a personas de todo el mundo, no por su tamaño, sino por su mensaje. Si conseguimos que dentro se viva una experiencia de amor, de consuelo, de misericordia, será sin duda un lugar de peregrinación para muchos.
Y además, queremos que parte de los fondos recaudados se destinen a obras de misericordia concretas: ayudar a los que sufren, acompañar a los más vulnerables. Eso es la devoción al Corazón de Jesús.
¿Cómo se puede colaborar en el proyecto?
De muchas maneras. Lo más sencillo es hacer una donación a través de nuestra web. Cualquier cantidad ayuda, desde unos pocos euros hasta lo que cada uno pueda. Todas las donaciones tienen beneficios fiscales, y la Fundación Vía del Arte firma justificantes para deducirse.
También se puede colaborar difundiendo el proyecto, inscribiéndote en la web del proyecto como embajador del SCJ. Allí cada uno aportamos lo que nos pone Dios en el corazón para que este proyecto llegue a más y más personas cada día. Nos gusta pensar que cada piedra del monumento tiene nombre y apellidos. Cada gesto cuenta. Cada corazón suma.-
Javier Navascués/Infocatólica




