Opinión

Proyecto: La felicidad

Se puede aprender a ser feliz. En la propia Universidad de Harvard y en otras prestigiosas universidades hay cursos y programas donde se enseña a los alumnos a ser felices

Oscar Arnal

El estudio más antiguo sobre la felicidad es desarrollado por la Universidad de Harvard. Establece la importancia de contar con relaciones auténticas, sinceras y el sentirse acompañado. Hay que procurar compartir con personas alegres y entusiastas. La interacción con los demás y el apoyo de la familia es clave para gozar de una mayor calidad de vida. Se trata de tener las más fructíferas relaciones interpersonales y grupales posibles. Esto coincide con el “Reporte Anual sobre la felicidad”, que mide múltiples factores que apuntalan sobre todo el tema del bienestar más que de la felicidad. El bienestar es una condición estructural, y es el conjunto de factores y condiciones que contribuyen al logro de la felicidad.

El reporte anual sobre la felicidad, que toma en cuenta sobre todo el bienestar, saca conclusiones sobre países y tiene como variables: 1) Producto Interno Bruto (PIB), nivel de ingresos y acceso a recursos económicos; 2) El apoyo social con el que contamos, especialmente para los momentos de dificultad; 3) La expectativa de vida favorable; 4) La libertad para tomar decisiones de vida; 5) La generosidad y la contribución con la sociedad; 6) La confianza en las instituciones y la ausencia de deshonestidad. El último informe (2025) también midió e hizo énfasis en la convivencia y las comidas compartidas; las contrariedades que produce la soledad y el aislamiento social; lo positivo de la amabilidad y la confianza que tenemos hacia los demás.

En estos estudios sobre un tema tan relevante se resalta que el dinero solo es uno de los factores, sin ser el más relevante. Muchas personas sin altos niveles de ingresos, ni bienes de fortuna, pueden ser más felices que aquellos que los tienen.

Para ser feliz hace falta sumar la mayor cantidad de variables: tener sentido de la vida y de propósito; optimismo para mirar al futuro y ver el vaso medio lleno; buenas relaciones de apoyo, con los demás y sentido de pertenencia al grupo, a la familia y a la comunidad; estilo de vida saludable, entre lo que se incluye hacer ejercicio de manera regular, pasear por parques o lugares boscosos y comer de manera variada y sana; agradecer lo que tenemos y recibimos; tomarnos todo lo que se pueda con sentido del humor; fortaleza y resiliencia para saber superar las crisis de la vida; tener una afición; escuchar música o bailar; meditar, rezar o practicar la fe; sentir que se crece personalmente en la vida y se eleva la cultura; conocimiento de uno mismo; cuidar mascotas para los amantes de los animales; el desapego a los bienes materiales y desarrollar lenguajes internos positivos. El diálogo interno apegado al razonamiento, al discernimiento y a la verdad, nos da la oportunidad de poner las cosas en su lugar, descartando lo negativo, y poniéndonos en el camino de la salud mental. Es una herramienta que todos tenemos en nuestras manos y hay que ejercitar. El ser humano es el único ser vivo que tiene capacidad de pensar sobre lo que piensa y moldear su futuro de una manera especial.

En fin, la felicidad también tiene que ver con la voluntad de convertirla en un proyecto u objetivo de vida. Todos estamos llamados a ser felices, depende de cada uno de nosotros el trabajar con voluntad por esta meta y lograr la felicidad. Se puede aprender a ser feliz. En la propia Universidad de Harvard y en otras prestigiosas universidades hay cursos y programas donde se enseña a los alumnos a ser felices.

Para lograr la felicidad hay que alimentar el alma, el amor, la esperanza, la autenticidad, la bondad y el sentido de trascendencia. Como escribe el psiquiatra Enrique Rojas Estape “cada quien es artífice de su propia felicidad”.-

oscar.arnaln@gmail.com

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