Trabajos especiales

Experiencias cercanas a la muerte: lo aprendido tras 50 años investigando

Las experiencias cercanas a la muerte (ECM) cumplen unos 50 años de historia publicada (desde el libro Life After Life, de John Moody, en 1975) y fueron el gran tema de la tarde del viernes 3 de octubre en el IV Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos, celebrado en la Universidad San Pablo CEU de Madrid.

Un repaso de lo aprendido en estas 5 décadas lo hizo, con conexión online, el oncólogo-radiólogo Jeffrey Long, que desde hace más de 30 años estudia el fenómeno desde la fundación Near Death Experience. En su web Nderf.org recoge 4.000 casos de ECM.

«No hay dos ECMs idénticas, pero sí hay un patrón que se repite. En ciencia se dice que es real lo que se observa consistentemente: con 4.000 casos vemos una consistencia abrumadora», aseguró el doctor Long.

A nivel de sondeo estadístico, hay pocos datos: para afirmar que un 5% de la población ha experimentado ECMs, Long se remitió a un único sondeo estadístico, de 1982 (Adventures in Immortality: A Look Beyond the Threshold of Death, de George Gallup, Jr. y William Proctor), a partir de 1.500 adultos norteamericanos encuestados por la casa Gallup.

Entre las personas que han estado a punto de morir, declararían haberlo experimentado entre el 10 y 20%. Ningún sondeo parece encontrar que las ECMs sean más o menos fáciles de registrarse entre creyentes o no creyentes.

Este campo empezó a investigarse médicamente a partir del libro del psiquiatra Raymond Moody Life After Life (1975), en el que entrevistó en profundidad a unas 150 personas con estas experiencias.

Desde entonces, en estas 5 décadas se han publicado «cientos de artículos en revistas científicas», dijo. «Los escépticos tienen 30 explicaciones posibles: esa variedad ya señala que ninguna explicación parece adecuada ante los datos», dijo.

Long quiso presentar los hallazgos en 12 puntos:

  • 1) En las ECMs la gente suele declarar estar especialmente consciente, «una consciencia aguda, clara como cristal». Un 77% declara haberlas experimentado «más consciente que lo normal», sólo un 18% dicen haber mantenido una consciencia normal (a partir de 984 encuestados).
  • 2) La famosa experiencia de ver el propio cuerpo desde fuera: Long cree que pasa en un 45% de ECMs, su base de datos recoge 700 casos. De ellos, 287 describen lo que pasaba en la sala mientras su cuerpo estaba clínicamente muerto o en un estado cercano; el 97% describe sin errores lo que sucedía a su alrededor, cosas de las que no podían ser conscientes.
  • 3) Ciegos que ven durante las ECMs: un fenómeno peculiar, personas ciegas de nacimiento o desde muy pequeñas, que describen cosas a su alrededor durante su ECM.
  • 4) Casos con anestesia general: la anestesia general es algo muy monitorizado, se usa la ciencia más eficaz para quitar toda consciencia al paciente. Long ha repasado 23 de personas que vivieron una ECM bajo anestesia general. Cumplen lo mismo que las otras ECMs con una diferencia: ninguna vivió la llamada experiencia del túnel.
  • 5) Repaso de lo vivido: lo viven un 14% de ECMs. No son memorias alucinatorias, al contrario, recuerdan cosas perdidas reales. Cuando se recuperan y hablan con parientes pueden confirmar los datos (cosas de la infancia, de parientes…) Quien ha vivido una ECM no teme esa experiencia de «repasar la vida».
  • 6) El reencuentro con parientes fallecidos (incluso desconocidos): Long los analiza en 84 casos. Incluye parientes que no se conocían, o que no esperaban conocer, parientes lejanos y parientes que no sabían que habían muerto. ¡También mascotas! Aquí se remite a los estudios de Edward F. Kelly y su esposa Emily Williams Kelly, autores de Irreducible Mind (2007) y estudios posteriores.
  • 7) ECMs de niños: analiza 26 casos de niños de 5 años o menos. Los valora por ser «ciegos a la presión cultural». Y, sin embargo, sus experiencias son casi idénticas. La edad no parece afectar el contenido de las ECMs (cita Sutherland Review).
  • 8) Son muy similares en todo el mundo: su base cuenta con 51 ECMs detalladas de personas en países no occidentales. «Son muy, muy parecidas al resto. Las ECM no parecen determinadas por la cultura ni la religión».
  • 9) Efectos posteriores: la persona que ha vivido una ECM por lo general ve aumentar su creencia en la otra vida, reduce el miedo a la muerte, valora más las relaciones y el amor, se hace menos materialista y menos consumista, cree más en Dios.
Jeffrey Long, de NDERF.org, conectó con el IV Congreso de la Sociedad de Científicos Católicos

Jeffrey Long, de NDERF.org, conectó con el IV Congreso de la Sociedad de Científicos Católicoselías ginés / ReL

  • 10) Preguntado si lo vivido «fue real»: un 93% dicen «sin duda es real», y un 5% dicen que «probablemente» lo fue (preguntando a 984).
  • 11) Hay 3 cosas que repiten en casi todas: unidad, amor y Dios. Entrevistando a 984, un 50% declara que sintió «amor», otro 47% «unidad o conexión» y un 48% dijeron que fue una experiencia de «Dios» o un Ser Supremo.
  • 12) Las ECMs negativas son muy pocas: algunas personas, pocas, dicen haber visto cosas oscuras o infernales, pero declaran tener la idea de que necesitaban verlas para afrontar sus retos en la vida, mejorar y amar y crecer como personas. No las perciben como una amenaza de un infierno que les persigue, sino como un empujón a mejorar.

Las conclusiones del doctor Long: «Son muchas las líneas que convergen. Encaja con la idea de un alma, una conciencia no terrenal, y que la muerte no es el final, sino un nuevo inicio».

Cuando un neurocientífico tiene una ECM

Conectó online con el Congreso de Científicos Católicos Álex Gómez Marín, doctor en Física Teórica, investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante y autor del libro La Ciencia del último umbral (Temas de hoy, 2025).

«No soy cristiano, pero no tengo ninguna alergia a la religión«, adelantó. «Estoy más cerca de lo que muchos piensan a la aproximación católica a lo sagrado».

El neurocientífico Álex Gómez Marín habla de neurociencia y experiencias cercanas a la muerte; él tuvo una en 2021

El neurocientífico Álex Gómez Marín habla de neurociencia y experiencias cercanas a la muerte; él tuvo una en 2021

«Tuve una ECM en marzo de 2021. Perdí mucha sangre. En el hospital tuve una visión. Yo estaba en un pozo. Veía a tres figuras en contraluz que venían a mí. Yo estaba francamente bien en ese umbral. Sabía que si me iba con ellas, moriría. Les di las gracias y pedí regresar, porque tengo dos hijas pequeñas. Me comunicaba con esos seres en un contacto mente con mente, sin hablar. En ese estado, yo no ‘creía’: yo tenía absoluta certeza de las cosas».

Gómez Marín considera que muchas personas que viven algo similar no lo cuentan. «Estas experiencias a menudo quedan encerradas en el armario. Yo me planteé cosas sobre la vida y la muerte. Pregunté a mis disciplinas: la física y la neurociencia. Hoy el estudio de la consciencia es un tabú científico«.

«En mi libro La ciencia del último umbral advierto de un peligro: vigilemos para que la ciencia no se convierta en la nueva religión. Ahora la gente quiere que los científicos nos hablen de experiencias trascendentes, tras tanto tiempo negando lo sagrado. Pero es que si la muerte tiene sentido, la vida también. «Cariño, tenemos que hablar» es el titulo de un capítulo en que animo a ciencias y a religiones a colaborar y dialogar«.

Gómez Marín recuerda que en 1975 se publicó el libro de Moody que empezaba a hablar de ECMs, pero «la ciencia de la consciencia solo lleva 30 años de historia», detalla. «Los cirujanos empezaron a escuchar lo que contaban sus pacientes. ¡Hoy recuperamos más pacientes y algunos hablan! En España hubo pioneros, muy pocos, pero se ha guardado en el armario, en un cajón. Recientemente está cambiando, con autores como el doctor Manuel Sans Segarra» (autor de La supraconciencia existe).

Investigar los márgenes de la consciencia

Los científicos, dijo, ya intentan estudiar la consciencia, la mente, en laboratorios y hospitales. «Mentes animales, ancestrales, ampliadas y artificiales… y eso incluye investigar los milagros, o los místicos, que considero atletas de la consciencia. ¿Es esto pseudociencia? Creo que la ciencia sí debe investigar esos márgenes de la consciencia. Yo no soy cristiano practicante… pero los cristianos sí creen en otras mentes, ángeles y arcángeles», advirtió.

La ciencia del último umbral, libro de Álex Gómez Marín sobre la ciencia de la consciencia y sus límites

La ciencia del último umbral, libro de Álex Gómez Marín sobre la ciencia de la consciencia y sus límites

«La ciencia de los márgenes de la consciencia puede ofrecer algo nuevo a la sociedad, pero sin caer en el cientifismo, que es la peor pseudociencia», advirtió. «Las ECM no son anécdotas: si se recogen miles de ellas son datos. Y en laboratorios y hospitales se pueden registrar los casos, con encefalogramas. La consciencia es difícil de medir. Para hablar del sentido de la vida habrá que hablar de la muerte. La consciencia es un misterio muy íntimo, pero la materia también es un gran misterio: ¿por qué el espíritu ha decidido encarnarse?»

El mal existe: incluye al transhumanismo, una pseudoreligión

Gómez Marín ve un peligro concreto y cercano: la alianza entre IA y transhumanismo. «Es una pseudoreligión: el mal existe y es real. He criticado con dureza a los transhumanistas, que lo que quieren es antihumano. Quieren extinguir a la humanidad y saltarse los límites de la naturaleza. Nuestras creaciones serán los nuevos dioses y nos dejarán obsoletos. El transhumanismo es el materialismo en su estado más patológico».

La bióloga María José Luciáñez contó su experiencia cercana a la muerte de 2020 en el IV Congreso de Científicos Católicos

La bióloga María José Luciáñez contó su experiencia cercana a la muerte de 2020 en el IV Congreso de Científicos Católicoselías ginés / ReL

La ECM de una católica que es científica

María José Luciáñez, que pertenece a la Junta Directiva de la Sociedad de Científicos Católicos, se animó a contar su ECM, invitada por los compañeros.

Madrileña, profesora titular de Biología Animal en la Universidad Autónoma de Madrid, tiene un Máster en Bioética por la Universidad Católica de Ávila y ha investigado la Sábana Santa de Turín. Es experta en fauna edáfica (bichitos que viven en el suelo, desde gusanos microscópicos, a ácaros, a insectos o miriápodos). También estudia restos de artrópodos en yacimientos arqueológicos para entender las condiciones del pasado. Y le encanta dar clase. Siempre ha sido católica y practicante, pero su experiencia de 2020 la transformó profundamente.

«Da un poco de cosa contarlo», admitió ante un público emocionado. «Jesús dice: ‘si alguno me ama, iremos a él y haremos morada en él’. Después de lo que experimenté, quiero vivir cada vez más ese habitar de Dios en uno mismo«.

Proyectó en pantalla la popular Visión del Mas Allá de 1490 del Bosco, con sus 4 tablas, especialmente la cuarta, titulada ‘Ascensión al Empíreo’. «Esto lo he visto yo», dijo sobre esa imagen de una luz en lo alto que parece hacer un túnel.

Esto lo he visto yo en mi ECM, dijo Mª José Luciáñez; es la Ascensión al Empíreo, del pintor El Bosco, año 1490

Esto lo he visto yo en mi ECM, dijo Mª José Luciáñez; es la Ascensión al Empíreo, del pintor El Bosco, año 1490

«En 2020, cuando empezaba la pandemia, parece que me contagié del famoso coronavirus. Fui de Javierada el 8 de marzo, a ver sonreír al Cristo de Javier. Al volver, me metí en la cama. Estuve una semana aislada. ¡No sabía que se habían suspendido clases por la pandemia! El 16 de marzo me llevaron al Hospital Gregorio Marañón de Madrid, a urgencias. Mi último recuerdo es estar en una camilla que avanzaba rápido, perdiendo la conciencia. Me indujeron el coma, con grave neumonía bilateral. Me hicieron una traqueotomía. Pasé 3 semanas en coma y 2 meses ingresada en el hospital. Muchos me daban por muerta. De hecho, parece que tuve un infarto. No sé que grado de muerte tuve, pero ahí me dieron por muerta», explicó Luciáñez. Después, detalló su ECM.

«Me voy a morir; sé que podía haberlo hecho mejor»

«Me vi en un lugar apacible, antiguo, un jardín. En una primera parte de mi visión, el jardín tenía una casa señorial. Escuché alguna voz, pero no vi a nadie. Me daba la sensación de que tenía que ayudar a alguien a quien nunca vi. Tras un tiempo así, desaparecieron las casas. Había más luz y oía pájaros. Yo sentía que uno en concreto era ‘mi pájaro’. (Meses después reconocería que era el sonido de mi respirador en el hospital). Luego pasé a una estancia oscura. Tuve la convicción de que me moría: era una certeza. Yo no podía controlar nada de lo que pasaba. ‘Me voy a morir’, pensé. ‘Sé que podía haberlo hecho muchísimo mejor. Pero si Tú quieres, Señor, aquí estoy’. (Semanas después, reflexionando sobre esto, entendí que yo siempre quiero hacer más y más, pero que en esa ocasión, sin embargo, tuve actitud de aceptación)».

«Entonces vi una luz increíble y supe que yo iba encaminada a esa luz. En esa época sólo tenía un familiar cercano fallecido, mi tía favorita. Pensé: ‘me encontraré con ella, la voy a ver’. Y oí una voz perfecta que decía: ‘ahora no. Volveré más tarde. Me voy a prepararte una morada mejor’. En ese momento cambió la estancia y oí la voz de la anestesista. ‘María José, soy Estrella, estás en el Hospital Gregorio Marañón. Experimentarás que no te puedes mover'».

Le costó meses recuperarse. Cada día intentaba mover algo más de su cuerpo, intentaba poder aprender a hacer de nuevo la señal de la cruz. «Esto que viví, lo recordé sólo un año después, leyendo sobre el fenómeno del túnel. Entendí que Dios me ama tanto que me quiere preparar una morada mejor. Me quedé con el dato de que yo no voy a morir: que todos tenemos comienzo, pero no final. Eso nos ayuda a plantear la vida con sentido. Y experimenté la unidad de mi ser: era yo, con mi recorrido y pasado, quien hacía todo el itinerario. En esa unicidad, Dios habita y forma parte. Son los caminos y herramientas para que Dios sea protagonista. Yo me sentía sola allí, pero había otro ser, que es Dios. El cardenal Newman dijo que a los 15 años se convirtió a Dios con dos certezas verdaderas perceptibles: ‘yo y mi Creador’. Y eso es lo que experimenté. Hoy creo que el encuentro con las personas y la vida con los demás es fundamental en nuestro camino. Y doy gracias a Dios por esta experiencia».

La Sociedad de Científicos Católicos de España es parte de la Society of Catholic Scientists, fundada en EEUU en 2016, que ya supera los 2.600 miembros en 60 países. Con más de 125 miembros, el grupo español es el más grande fuera de EEUU. Más información en cientificoscatolicos.com .-

Pablo J. Ginés

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba