Iglesia Venezolana

Espiritualidad de Comunión

La comunión: norte operativo del Pueblo de Dios

 

Mons Ovidio Pérez Morales:

La línea teológico pastoral (LTP) de comunión integra, en coherente secuencia, una teología y una espiritualidad de comunión.

 La comunión en la vida de la Iglesia no se decreta, sino que se construye. Es todo el Pueblo de Dios el llamado a esta tarea; por lo tanto, ninguno queda excluido. Para ello es necesario promover una espiritualidad de la comunión, “proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades” (NMI 43) (CVI 41).

Sobre esta espiritualidad hay un texto del Vaticano II grandemente iluminador, con el cual la Lumen Gentium abre el capítulo II, que desarrolla la definición de la Iglesia como Pueblo de Dios: “En todo tiempo y en todo pueblo es grato a Dios quien le tema y practica la justicia (cf. Hch 10,35). Sin embargo, fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente” (LG 9).

 

Como pionera de la espiritualidad de comunión destaca Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolari, quien a diferencia de la espiritualidad tradicional -en ésta era sobre todo la persona individual la que iba a Dios y hasta llegaba a verse en el hombre un obstáculo en este camino- subraya el papel del “otro” en el proceso de la unidad con Dios. Con, a través, del hermano y junto a éste, se hace el recorrido. Lo que se estimaba impedimento se convierte en condición.

 

En esta espiritualidad se refleja una viva concepción de Dios como comunión trinitaria y una antropología abierta a lo relacional, bastante distintas, por cierto, de la noción del Dios solitario de la Ilustración y del hombre encerrado en sí mismo de la modernidad, que conducían a una religatio con Dios marcadamente verticalista y a una espiritualidad intimista. El “yo me las entiendo a solas con Dios” refleja bastante bien esta posición, no extraña en la configuración de los “retiros espirituales” y de una piedad corrientemente en-simismada. La espiritualidad de comunión no significa vaciamiento de la interioridad, ni negación de espacios de soledad y de silencio, pero sí exige la integración de estos en un conjunto que valora debidamente la búsqueda fraterna y el encuentro comunional con Dios, que es Trinidad.

La espiritualidad de comunión entraña la “capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo Místico y, por tanto, como uno que me pertenece, para saber compartir sus alegrías y sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad” (NMI 43). La comunión: norte operativo del Pueblo de Dios.-

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