Actualidad del Concilio Plenario
Las bodas de plata del inicio del CPV exigen su razonable y obligante puesta en práctica. Será, por cierto, el modo más concreto de aplicar la sinodalidad a nivel nacional, evitando que ésta se quede sólo en lema refulgente y planteamiento teórico

Mons Ovidio Pérez Morales:
Un Concilio, como el Plenario de Venezuela, no se realiza para un corto período de tiempo. Tuvo, en efecto una preparación de cuatro años y sesiones en seis. Participaron, además de una cuarentena de obispos más de doscientos miembros de los varios sectores de la Iglesia. Produjo diez y seis documentos sobre las seis dimensiones de la evangelización. Algo clave: se tejió en torno a la línea teológico-pastoral de comunión, descubierta por Puebla y precisada técnicamente por el Episcopado venezolano para el CPV.
Y ahora que el tema de la sinodalidad está sobre el tapete, se debe recordar que nuestro Concilio constituyó un ejemplo claro de procedimiento sinodal, conscientemente buscado, como lo explicitó la Conferencia Episcopal dos años antes de iniciarlo:
En el Concilio Plenario la Iglesia ahondará en su identidad de Pueblo de Dios, corresponsable todo él de la misión evangelizadora. Por eso, el Concilio concierne, en una u otra forma, a todos los católicos, a quienes ha de animar y comprometer.
Si los Obispos hemos convenido celebrar un Concilio es porque no queremos tomar decisiones aisladamente. Compartiendo oración, experiencia, información, reflexión y diálogo con el mayor número de hermanos y personas de buena voluntad en la nación, deseamos ejercer nuestra responsabilidad episcopal en un amplio marco de comunión y participación. Por ello solicitamos y agradecemos, desde ahora, toda la colaboración que se pueda prestar al Concilio, en todos los sectores, niveles e instancias eclesiales.
Exhortamos, pues, vivamente, a todos los católicos, como miembros del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, a entrar de lleno en el Concilio. Invitamos especialmente a los sacerdotes y diáconos, a los religiosos, a los jóvenes, a las familias y movimientos apostólicos, a que cooperen con generosidad y entusiasmo con el Concilio, en los trabajos o formas que se les proponga y mediante todas aquellas iniciativas que crean oportunas para tal fin. Nadie debe considerarse extraño o no invitado. El proceso conciliar nos compromete a todos a trabajar con gran alegría y esperanza (Carta Pastoral Guiados por el Espíritu Santo, 10.01.1998).
A veinticinco años de concluido el Concilio es obvio que, con toda su vigencia, requiere sin embargo una actualización (aggiornamento) en puntos que no se planteaban -al menos con fuerza- por entonces. Pero lo cierto es que el cuerpo teológico-pastoral del CPV permanece válido y de necesaria puesta en práctica. Pensemos, por ejemplo, en la interpelación general misionera, la indispensable conversión eclesiológica (CVI 5), el giro copernicano en catequesis (Cat 55), la sectorización de las parroquias (ICM 79), el protagonismo de los laicos (LCV 3) y el compromiso cristiano hacia una nueva sociedad (PPEV 90).
Las bodas de plata del inicio del CPV exigen su razonable y obligante puesta en práctica. Será, por cierto, el modo más concreto de aplicar la sinodalidad a nivel nacional, evitando que ésta se quede sólo en lema refulgente y planteamiento teórico; su interpretación como efectiva categoría acompañante de la comunión (LTP) dará así apreciables frutos. Desafío grande para el Pueblo de Dios en Venezuela es saber valorar su Concilio como el único nacional en el presente siglo y milenio de la Iglesia universal y uno de los tres celebrados después del Vaticano II.
2025 ha abierto la conmemoración de las Bodas de Plata de nuestro Concilio, que cubrirá el próximo quinquenio. Es tiempo oportuno para el obligante aprovechamiento de las conclusiones de tan importante asamblea.
En el Mensaje Final conciliar se expresó algo que es oportuno recordar:
En los dieciséis documentos del Concilio Plenario, elaborados y discernidos en un clima de oración y reflexión, reafirmamos la voluntad de la Iglesia de construir el Reino de Dios en Venezuela, fomentando el compromiso de renovación espiritual, personal y comunitaria, siguiendo la dinámica de la Nueva Evangelización, alentando la proclamación profética del Evangelio y ofreciendo nuestro aporte eclesial a la gestación de una nueva sociedad. El Concilio Plenario ha sido y seguirá siendo en la práctica, una acción conjunta y global de largo alcance.-





