Iglesia Venezolana

Mensaje de los Obispos con motivo de la Navidad

"Una paz auténtica, la que viene de Dios, la que anuncia la Navidad, coloca la dignidad de la persona humana y el bien común por encima de los intereses individuales, ideológicos y partidistas"

MENSAJE CON MOTIVO DE LA NAVIDAD 2025

Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad (Lc 2,14)

1.- Cercana ya la celebración del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, el Salvador,
como pastores del pueblo de Dios queremos hacernos eco de la proclamación de los
ángeles en aquella primera noche buena: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los
hombres de buena voluntad” (Lc 2, 14), con lo cual reconocemos la presencia amorosa de
Dios en medio del pueblo venezolano, y deseamos que la paz, fruto precioso de la acción
del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22), se haga realidad en cada uno de nuestros hogares y en el
conjunto de la sociedad. Lo hacemos con la convicción que la inmensa mayoría del pueblo
venezolano, dentro y fuera de nuestras fronteras, somos personas de fe, trabajadoras,
solidarias y aspiramos a vivir en paz: somos gente de paz.

2.- Este deseo y aspiración se convierte en estos días en anuncio, oración y en experiencia
vivida de paz y fraternidad en las celebraciones de las misas de aguinaldos, en el
reencuentro y compartir con los familiares y amigos en un ambiente festivo, en las visitas
a los hogares e instituciones para las tradicionales parradas y la bendición de los
nacimientos. La Navidad es una fiesta para anunciar y vivir la paz, y por eso no dudamos
en cantar: Nació el Redentor, nació, nació … para dar al hombre la paz, la paz, paz y
ventura, ventura y paz.

3.- Desafortunadamente, esta gozosa experiencia se ve hoy ensombrecida por las
reiteradas y, en ocasiones, contradictorias noticias de acciones bélicas cercanas a nuestras
costas con lamentables pérdidas de vidas, la presencia de un poderío militar foráneo en
aguas internacionales del Mar Caribe, el predominio de una narrativa especulativa donde
la opinión se anticipa a la realidad ocupando el espacio público con debates sobre hechos
no consumados, la violencia verbal y la descalificación reinante en nuestra dinámica
política, la privación de libertad por pensar distinto políticamente de ciudadanos
nacionales y extranjeros, el empobrecimiento generalizado de la población que sufre una
galopante inflación y una economía desestructurada, las confiscaciones de nuestros
recursos naturales y la imposición de nuevas sanciones económicas, la discriminación y
criminalización de los migrantes. Todas estas realidades generan inquietud y angustia en
la mayoría de la población que ve tronchada su tranquilidad y paz en un tiempo tan
especial como el decembrino.

4.- En la actualidad se habla mucho de paz, pero se práctica poco o se tergiversa su
significado. Algunos piensan que es imposible lograrla y postulan otras vías, con los
riesgos de generar violencia e injusticias que hacen sufrir al pueblo. Que la celebración de
la Navidad sea una ocasión propicia, para que, desde nuestra experiencia de fe cristiana y
fundados en los valores del Evangelio reafirmemos el valor de la paz.

5.- Una paz auténtica, la que viene de Dios, la que anuncia la Navidad, coloca la dignidad
de la persona humana y el bien común por encima de los intereses individuales,
ideológicos y partidistas. Cuando estos valores se ven afectados, se hace necesario unir
nuestras voces para anunciar y reclamar nuevamente la paz (Cf. Evangelii Gaudium 218),
pero una paz “desarmada y desarmante” (León XIV) que no se logra con la violencia,
sino con la humildad del diálogo, el respeto al otro y el permanente rechazo a la mentira
sistémica y reiterativa que tantas veces se mantiene en estructuras políticas y económicas.
6.- En este sentido, debemos afirmar que “la paz se construye día a día, en la
instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta
entre los hombres” (San Pablo VI, Populorum progressio, 76), porque una paz que no
surja como fruto del desarrollo integral y la inclusión social, que no inspire la vigencia y
el respeto de los derechos humanos, ciudadanos y democráticos, no garantiza su
permanencia en el tiempo y siempre será germen de nuevos conflictos y de variadas
formas de violencia (cf. Francisco, Evangelii Gaudium 219).

7.- Lograr la paz y construir un ambiente que favorezca su crecimiento, sólo lo podremos
hacer si cada uno de nosotros asume su responsabilidad como ciudadano, y si las
instituciones llamadas a servir al pueblo, principalmente el Estado, cumplen
verdaderamente con su misión. Es necesario abandonar las soluciones poco realistas y los
enfoques que no toman en cuenta a todos.

8.- Con el anhelo de que esta Navidad sea una oportunidad de crecimiento personal y
social, encomendamos a la Santísima Virgen María y a San José la vida de todos los
venezolanos. Queremos desearles a todos una verdadera, feliz y bendecida navidad.

23 de diciembre de 2025

Los Obispos de Venezuela

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