En el centenario del natalicio de Godofredo González
Palabras de Paciano Padrón, en el acto conmemorativo organizado en el Centro de Políticas Públicas Arístides Calvani, en Caracas, el 9 de diciembre de 2021
Intelectual y político, socialcristiano integral y ciudadano ejemplar, fue Abogado, doctor en Ciencias Políticas y Sociales, profesor universitario, historiador y cronista, escritor, ensayista y columnista, Procurador General del Estado Apure, diputado a la Asamblea Legislativa de Aragua, diputado constituyente en 1952, miembro de la Junta Patriótica que derrocó la dictadura de Pérez Jiménez, miembro del primer directorio de la Corporación Venezolana de Petróleo y delegado ante la OPEP, diputado y senador al Congreso de la República, del cual fue presidente en un quinquenio completo, presidente del Parlamento Andino, ministro y embajador, directivo de la Unión Nacional Estudiantil y fundador de Copei, llegando a ser presidente nacional; tal vez bastaría uno de estos títulos o galardones para que cualquier persona ingrese a la historia en su país, pero él es más, Godofredo González es mucho más, por encima de todo eso es un buen amigo, un buen padre y un extraordinario ser humano.
Mis palabras de gratitud al Centro de Políticas Públicas Arístides Calvani por invitarme a pronunciar estas breves palabras desde la lejanía de Venezuela, nuestra tierra que amamos entrañablemente. Gracias por permitirme estar en la conmemoración del centenario del natalicio de uno de los nuestros, de uno de los grandes de la democracia cristiana venezolana. Gracias Manfredo y Mercedes González por querer mi participación en este honroso y merecido homenaje, y por el honor de compartir tribuna con los admirados y queridos compañeros parlamentarios Carlos Canache Mata y Héctor Pérez Marcano, y con mi hermano de afanes de ayer y hoy, el embajador Dr. Milos Alcalay.
Antes expresé que el Godo fue por encima de todo un buen padre, no solo con sus hijos carnales, sino con los muchos que como yo lo tuvimos de mentor y guía. Siempre he dicho que el Godo fue mi padre político, teniendo luego que explicar que debe entenderse por tal mi padre en política.
Bajo su tutela recorrí el Estado Aragua, con el Godo estuve en las montañas del municipio Tovar, así como en la costa aragüeña, en Choroní, Ocumare, Cata, Cuyagua y Chuao; en el sur llanero, en Barbacoa, San Sebastián y San Casimiro, y por supuesto en el fértil valle desde Las Tejerías hasta Maracay, ese Maracay del cual el Godo escribió sus Crónicas, hermosas y agudas historias de una ciudad construida con calor y amor humano.
De Godo recibí el respaldo y orientación para ser diputado de Aragua; sus sabios consejos me llevaron a ser el candidato de Copei con la más alta votación en el evento partidista que debía escoger sus abanderados. Cuando en la noche subíamos hacia Caracas, después de la jornada electoral de Copei en Maracay, el Godo, luego de felicitarme por obtener el primer lugar al ser el más votado, me dijo irás de cuarto en la lista: la encabezará Joseíto Casanova, el Pocho, el líder del Copei aragüeño; el segundo será Miguel González Escobar, carismático conductor popular; para el tercer lugar le pediremos a Luis Herrera -quien era entonces el candidato presidencial de Copei- nos diga qué independiente o líder de partido aliado debe ocupar esa posición; tú serás el cuarto. Por supuesto que agradecí ese inmenso honor. Fui electo diputado, llegué de la mano de Godofredo, y en mis 20 años de vida parlamentaria lo tuve como molde e inspirador de caminos, intenté siempre corresponder a la confianza del pueblo y a la confianza de Godofredo González.
Con el Godo recorrí el país entero. Les refiero ahora una visita al remoto Delta Amacuro, allá donde nuestro Orinoco se abre como mano grande para abrazar el mar. Siendo yo presidente de una comisión especial de la Cámara de Diputados para estudiar la estadidad de Delta Amacuro, en nuestro empeño de elevar ese entonces territorio federal a la categoría de estado de la República, invité al Godo a que acompañara, en su condición de presidente del Congreso, la comisión que yo presidía, en visita al territorio deltano. Estando allá le pedí al Godo fuera conmigo en lancha, en un recorrido por caños del hoy municipio Antonio Díaz, para llegar hasta la frontera de Venezuela con el territorio en reclamación con la Guyana. Por descuido entramos en aguas del Territorio Esequibo y en un punto fuimos interceptados por unos hombres mal encarados, de torsos desnudos y en las manos unos revólveres inmensos, de tamaño inusual, confieso no haberlos visto igual nunca antes, tampoco después. En un inglés no fácil de entender y con tono agresivo nos ordenaron devolvernos. No tardó mucho para que comenzaran a criticarme por la locura de haber puesto en riesgo la vida del presidente del Congreso, se hacían especulaciones de qué hubiese ocurrido, si aquellos militares o paramilitares hubieran sabido que aquel humilde hombre que estaba con nosotros en esa frágil embarcación, en aguas del Territorio Esequibo, era el presidente del Congreso de Venezuela. Godofredo de inmediato salió en mi defensa y asumió que era él quien había querido ir en ese recorrido, que terminó más allá de lo que nos habíamos propuesto. Ese era Godofredo González, el buen amigo, el buen padre y extraordinario ser humano que conocemos.
Para no hacer extensas estas palabras y evitar abusar de la paciencia de ustedes, solo voy a decir que los ratos más gratos que pasé con Godofredo González transcurrieron en torno a una mesa de dominó, excepto las tres veces que jugué de pareja con él, lo que confieso me estresaba, porque sabía que si perdíamos, era obvio que la culpa sería mía; de esas tres veces afortunadamente ganamos dos. En numerosísimas oportunidades jugué en pareja que enfrentaba a Godofredo, sin duda en situación más relajada, si bien casi siempre yo perdía, disfrutaba por igual el encuentro con el padre y amigo, con el gran conversador que tenía para cada momento y jugada el comentario más oportuno.
A ese Godo amigo, padre y excepcional ser humano, llegue nuestro recuerdo y gratitud. Godo, gracias por haber existido y existir, por haber sido como fuiste, por seguir vivo en nuestros recuerdos y en nuestras vidas, por ser faro del socialcristianismo y luz para la Venezuela sedienta de ejemplos, de guías y mentores.
Dr. Godofredo González, lo recordaremos siempre, querido presidente.-