Líder espiritual: qué es y qué no es
Alguien que se dedica a unir lo que está dividido, sanar lo que está herido, recomponer lo que se ha roto, escuchar al que necesita abrir su alma, animar al que camina desesperado y perdido, acompañar al débil, sostener al que se cae, abrazar al que está solo y llevar a todos a Dios
¿Aquién puedo seguir que calme mis pasos? El otro día leía a una persona que se preguntaba a qué youtuber interesante podía seguir. Me llamó la atención.
Puede ser que el corazón humano tenga la necesidad de seguir a alguien. Para estar tranquilo, para tener paz.
Es como si las cosas importantes de la vida tuvieran que decírmelas otras personas para creerlas. Alguien en quien haya puesto la confianza.
Si me lo dice un cualquiera, no hago caso. Si me lo dice aquel al que amo, al que sigo, entonces sí. Así de sencillo.
Tal vez por eso es tan importante elegir bien a quién sigo, en quién pongo mi confianza.
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Escoger a quien vale la pena seguir
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No da igual uno que otro, no todo vale, no todo es verdadero y digno de confianza. El ejemplo cuenta, la autenticidad, la veracidad del alma, la nobleza de quien lo dice, la humildad y sinceridad.
No vale todo, lo tengo claro. Pastores que guíen a su rebaño. Aquellos que han puesto su confianza en Dios y caminan confiados por la vida.
La dificultad de ser líder
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Hoy en día los pastores caen, dejan de ser fieles o simplemente no responden a las expectativas que el mundo tiene.
Y Jesús se queda sin instrumentos, sin pastores fieles, sin hombres y mujeres enamorados de Él que puedan reflejarlo.
Es tan frágil el corazón humano… Tan débil mi sí dicho torpemente. Las elecciones que tomo parecen claras, pero todo es sutil y en ocasiones poco claro.
Una decisión tomada parece inspirada por Dios. Pero puede que me esté equivocando al hacerlo.
Si hubiera elegido el otro camino, pienso. Y no sé si entonces hubiera tenido paz.
Un buen guía
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¿De quién me fío? ¿En quién pongo mi vida y mi confianza?
No es tan sencillo elegir la respuesta correcta, acertar con la palabra adecuada, tomar la decisión que Dios me inspira. Decir lo que inspira y eleva. Acertar en todo y ser pastor y lugar de descanso para otros.
¿Dónde están esos pastores a los que sigo? No es sencillo guiar la propia vida. ¡Cuánto más difícil es pretender guiar a otros!
Pero la vida me pone siempre ante personas que esperan, que desean. No tengo respuestas claras pero sí intuiciones. Me siento impotente para dar respuestas. Entiendo lo que dice el padre José Kentenich:
«Pero el objetivo de la educación no es domar fieras, sino guiar interiormente al ser humano y sus instintos hacia Dios».
No pretendo guiar a nadie con sabios consejos. Ni busco que encuentren sabias razones para actuar de una determinada manera.
Tampoco pretendo tener todas las respuestas. Tengo claro que cada uno tiene que descubrir su propio camino, cometer sus errores, fracasar y acertar en sus sueños. Así es la vida, imperfecta.
Lo que me pide Jesús, eso lo sé, es unir lo que está dividido, sanar lo que está herido, recomponer lo que se ha roto, escuchar al que necesita abrir su alma, animar al que camina desesperado y perdido, acompañar al débil, sostener al que se cae, abrazar al que está solo y llevar a todos a Dios.
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Dios es quien permite cumplir la misión
Me ha pedido que siembre paz con mi alegría y no guerra, que una con amor dejando a un lado el odio que divide. Es lo que hizo Jesús y eso mismo es lo que me pide:
«Derribando con su carne el muro que los separaba: el odio».
J. Kentenich, Kentenich Reader I
El odio mata y divide, separa lo unido y construye muros en lugar de puentes. Y quiere que yo busque esa unidad de la que tanto me habla. Que una en su Espíritu que es el único que une.
Porque Él es mi pastor: «Él es nuestra paz». Y sólo en su Espíritu podré ser fiel a la misión que me confía. Aunque supere mis fuerzas y esté muy por encima de mis capacidades.
Lo que cuenta es su amor que rompe las barreras y construye puentes que nadie pueda bloquear.-
Carlos Padilla Esteban – publicado el 20/07/21-Aleteia.org