Lecturas recomendadas

Datos poco conocidos de Nuestro Beato

 

Alfredo Gómez Bolívar:

 ¿En qué año  compró nuestro  Beato, el  Dr. José Gregorio Hernández su primera casa?

Adquirió su primera vivienda propia, después de 9 años de graduado en el año 1897 así lo coloca en el libro de su sobrino Ernesto Hernández Briceño,  Titulado: “Nuestro tío José Gregorio”  Tomo 1 pág. 306.

“Número 140.- Manuel Salvador Sierra propietario de este domicilio declaro: que he recibido del Doctor José Gregorio Hernández, en este acto en efectivo a mi entera satisfacción, veinticuatro mil bolívares (Bs. 24.000,-) saldo del precio de rescate de la casa número 36 calle Norte 2 entre las esquinas Mijares y las Mercedes, Parroquia Altagracia en esta ciudad, que compré subretro, por  cuarenta y ocho mil bolívares  (Bs. 48.000,- ) a Mercedes Rodríguez de Vincent, según escritura aquí registrada el veintidós  de mayo de 1893, en la cual constan los linderos y demás circunstancias de la finca.

Así, pues, retrovendo la mencionada casa al Dr. José Gregorio Hernández, quien por escritura aquí registrada el catorce de agosto de 1895 adquirió de Mercedes Rodríguez de Vincent todos los derechos, inclusive el de retracto, que ésta se reservó al celebrar conmigo el contrato de venta subretro arriba mencionado, y quedo de consiguiente sin ningún derecho por ningún respecto sobre la indicada casa, ni me afecta tampoco responsabilidad por ocasión de ese negocio, ni aún por saneamiento,  pues no he grabado dicha finca en manera alguna durante el tiempo  en que me ha pertenecido.

A mayor abundamiento, trasmito al Dr.  José  Gregorio Hernández todos los derechos que sobre la finca en cuestión adquirí de la Sra. Rodríguez de Vincent, según la escritura de veintidós de mayo de 1893, la cual anotará el ciudadano Registrador en la forma de ley. Declaro también que nada se me debe por los alquileres de la finca. Yo José Gregorio Hernández, acepto lo expuesto.  Caracas, veinticuatro  de mayo de mil ochocientos noventa y siete. -Manuel Salvador Sierra- José Gregorio Hernández-1

  1. Ernesto Hernández Briceño  “Nuestro tío José Gregorio” Pág. 306 (Oficina Subalterna del Registro Federal protocolo 1°. Y  segundo trimestre del año de 1897, número 140, folio 208)

¿Cuál fue el personaje que le realizó una entrevista al Beato José Gregorio y luego salió publicada en prensa ese mismo año?

Durante su estadía en el Seminario Metropolitano  recibe la visita de algunos estudiantes, entre ellos al Doctor Jesús Rafael Rísquez   estando allí consiguen verlo y  hacerle una entrevista.

 

Esta entrevista fue publicada en el diario “El Tiempo de Caracas”, el 24 de Abril de 1909.  La noticia fue titulada así:

<< Impresiones: Una visita al doctor Hernández >>

“Hace dos días circuló rápidamente la noticia de haber llegado a nuestras playas el doctor José Gregorio Hernández, quien no hace un año abandonó la Patria para ir a sepultar su juventud y su ciencia en un retirado convento de Cartujos.

La rapidez con que se divulgó la noticia demuestra el interés que inspira a todos la vuelta del ilustre compatriota. No era, pues, de extrañarse que sus discípulos. Los estudiantes de Medicina, se dispusieran a partir para el vecino puerto en la creencia de que el Doctor Hernández, seguía a un lugar desconocido en calidad de misionero. Pero noticias posteriores hicieron desistir de sus propósitos, sabiendo con certeza que subiría próximamente a la capital.

Si el silencio guardado por el doctor Hernández sobre la hora de su llegada impidió a los estudiantes acudir a la estación a tributarle un homenaje de cariño, no fue suficiente para que se ignorara aquellos pocos momentos después de haberse efectuado.

Inmediatamente un grupo de sus discípulos nos dirigimos al Seminario Metropolitano, donde  se alojaba nuestro antiguo y querido profesor.

Habiendo anunciado el objetivo de nuestra visita, se nos hizo pasar cortésmente al salón de recibo.

No tuvimos que esperar mucho tiempo; a los pocos minutos, acompañado del Pbro. Doctor Navarro, el doctor Hernández se presentó en el salón.

Un silencio religioso acogió la llegada del maestro. Vestía de negro. Muchos hilos de plata lucen en sus cabellos, que lleva muy cortos, y en su rostro completamente afeitado nos pareció ver huellas de pasados sufrimientos.

Después de las manifestaciones cariñosas se sentó junto a nosotros y comenzó la visita.

¿Nos gustaría saber cómo se encuentra de salud Doctor Hernández?

-De la salud he mejorado mucho. Aunque parezca más grueso, mi peso es el mismo. Indudablemente el clima es el que ha cambiado un tanto mi color.

Nos sorprendió su partida,  ¿Por qué  se fue  sin despedirse?

-Claro está. Al irme como lo hice sufrí mucho; y al decirles a ustedes “Hasta mañana” no lo revelaba, pero llevaba el corazón destrozado.

Nos imaginamos que usted no pudo entrar a la Orden de los Cartujos

¿Conocía usted bien su Reglamento?

Sí, conocía perfectamente el Reglamento de la Orden de los Cartujos, pues hacia diez años que venía estudiándolo. Siempre ha sido mi idea retirarme del mundo.

Nos gustaría saber con más detalle su llegada al convento

 ¿Cuánto tiempo paso para vestir el hábito?

Al llegar al convento no vestí el hábito; hacía todos los ejercicios con el mismo traje que llevé; sólo me ponía una capa para ocultarlo cuando iba a la capilla. Así estuve un mes; después vestí como los demás.

¿Podría explicarnos Doctor Hernández como era  el vestido que usaba en el convento?

El vestido consiste en el cilicio, un traje interior de lana, compuesto de una camisa y pantalón, y el hábito. El cilicio es una especie de casulla hecha con piel de cabra que baja hasta la cintura por delante y por detrás.

Esto va pegado al cuerpo y las cerdas se encajan al hacer cualquier movimiento, sobre todo al acostarse. Eso molesta en los primeros tiempos, luego uno se acostumbra. Encima del cilicio se coloca la camisa de lana y sobre el traje, el hábito.                         

Un cilicio, es una prenda de vestir o accesorio utilizado para provocar deliberadamente incomodidad o sufrimiento en quien lo viste. Su uso estuvo extendido durante mucho tiempo en las diversas comunidades cristianas como medio de mortificación corporal, buscando así combatir las tentaciones de la carne y, sobre todo, la identificación con Jesucristo en los padecimientos que sufrió en la Pasión y los frutos espirituales que de ella se derivan.

En principio, era un vestido rudo de piel de cabra o de camello que, adherido al cuerpo, servía como verdadero instrumento de penitencia. Su nombre deriva del latín cilicium, ya que los primeros se hacían de pelo de cabra de Cilicia, una provincia romana del sureste de Asia Menor. Su continuo roce sobre la piel junto a piojos, pulgas y la precaria higiene en general, conseguían sobre el tentado o tentada, una desazón general que lograba aplacar los pensamientos más lujuriosos.

Con el paso del tiempo se fue dejando de lado la tela, por motivos obvios (se desgastaba y perdía el efecto de incomodidad o sufrimiento que con él se perseguía) y se adoptaron otros instrumentos hechos de metal, más resistente y duradero que permitía la incorporación de púas y pinchos que daban mucho juego. La imaginación de los creadores se fue adaptando a las épocas y a los usuarios, ya que no sólo religiosos y penitentes los usaban, se dio el caso de algún rey que también lo llevó, como Luis IX de Francia u hombres de estado como Tomás Moro. Menos extraño resulta que muchos santos hoy conocidos fueran fervientes usuarios del cilicio: Santa Teresa, San Ignacio de Loyola.

¿Qué dimensiones tiene el convento, como era el lugar donde dormía?

-El Convento es grande. Cada uno tiene un apartamento  compuesto de dos celdas  y un patiecito.  Una de las celdas es para el dormitorio y la otra para el estudio; el patiecito es para trabajos manuales. El moblaje es muy sencillo: la cama es una tabla con una cobija, dos sillas y un mueble para los libros. Los apartamentos están separados completamente para que no puedan sentirse unos a otros, y menos comunicarse.

¿Cómo era un día normal  en ese lugar Doctor Hernández?

De las veinticuatro horas del día se destinan siete para el sueño, dos para trabajos manuales y quince para ejercicios espirituales.

¿Podría decirnos en que consistían esos trabajos manuales?

Los trabajos manuales consisten en cortar leña, aserrar madera, etcétera. Se ha calculado la cantidad de trabajo que se puede hacer en dos horas, y los que no terminan la tarea en el tiempo previsto se consideran como que no han trabajado las dos horas, sino menos.

¿Cómo era la comida?

La comida es escasa. La entran en la celda por una ventanilla y durante la comida se hacen lecturas piadosas. Los ayunos son frecuentes y un día a la semana sólo tomábamos  pan y agua.

Se dice que esa zona en Italia donde usted estaba  hace mucho  frio durante  el invierno ¿Es eso verdad?

-Durante los días de invierno el frio llega a diez grados bajo cero, pero no se permite encender fuego. Cuando más me molestaba el frio era durante los oficios de la madrugada, en la capilla, pero soporté el invierno perfectamente.

Quisiéramos saber ¿Cómo eran las relaciones con sus compañeros?

-No se permite hablar ni alzar la vista del suelo. Cuando se tiene alguna necesidad de expresar se escribe en un papel y se pone en la ventanilla en donde se coloca el alimento.

Como usted gentilmente nos ha explicado Doctor Hernández  los sacrificios eran duros y fuertes

¿Cuál de ellos le costó más realizar?

-Si todo lo pude sobrellevar fácilmente, excepto el trabajo manual de dos horas, que no me fue dado cumplir por mi debilidad de fuerzas físicas.

¿Cuánto tiempo estuvo en la Cartuja Doctor Hernández?

-Pase allá nueve meses.

Todo esto habló el maestro con sencillez de su alma purísima. Sus palabras volvían a nosotros cuando en no lejanos tiempos nos brindaba desde su cátedra todo el caudal de su ciencia. Y si ahora el sufrimiento ha puesto en su sonrisa el sello de una mística aureola, no por eso acogemos sus frases con menos entusiasmo, porque, ya como prosélito de una ciencia o como convencido de una religión, siempre miramos en él un apóstol.

Conoce la firma auténtica  de Nuestro Beato

Hace ya algún tiempo  en una revista venezolana basándose en los análisis de su escritura; un grafólogo profesional emitía juicios sobre la personalidad del Doctor Hernández. En parte de su análisis decía que el Doctor Hernández omitía la barra horizontal de la letra «T», diciendo que este rasgo se trataba de personas que tenían: olvidos frecuentes, pensamiento distraído, pereza en la atención y tendencia ser poco detallista. Lo extraño para mí fue que el mismo grafólogo; en el mismo análisis pareciera decir lo contrario lo cual expone así: «Cuando las líneas tratan de rebasar el borde de la página, este rasgo denota una impulsividad que intenta rebasar las propias metas, predominio del pensamiento lógico y reflexivo. La puntuación adelantada denota que el sujeto ve las cosas muy fáciles; tiene una imaginación dinámica y espontánea, además tiene deseos muy vivos e impaciencia. En el conjunto con escritura armónica y clara Indica firmeza de carácter, rectitud moral y legalidad. Marcado sentido del honor y del deber; orgullo y fuerte autoestima». Tal vez para algunos estos análisis les parezca gracioso por evidentes contradicciones, pero para otras personas son considerados bastante serios.

Es interesante saber y dejar claro que no se conoce que nuestro Beato haya firmado: carta, documento o algún récipe colocando “su nombre completo”.

La primera firma pública la realiza nuestro Beato en su opúsculo titulado “Modo Breve y Fácil para oír Misa con Devoción”  donde él omite su primer nombre, en ese  momento su edad era de 12 años,  y esto se puede observar en el libro titulado: “Nuestro tío José Gregorio” donde el  autor es su sobrino Ernesto Hernández Briceño- Tomo N° I,  Pág. 94.

En él se observa al final que dice:

Fin

Pertenece a Gregorio

 Hernández

Libertad Julio 28 de 1876

Cuando se estaba realizando el proceso de su Causa era un requisito enviar a ella todos los escritos realizados por nuestro Beato, ya que todos esos documentos deberían ser analizados y estudiados. Entre ellos seguramente incluyeron algunos de sus récipes.  El día 12 de abril de 1.964 se promulgó el decreto «Super scriptis Servi Dei» -sobre los escritos del Siervo de Dios; Es por eso que el libro de “Nuestro Tío Jose Gregorio” tiene muchos de ellos descritos en su totalidad el mismo dice así:

“Nuestro padre César Hernández Cisneros compró la farmacia “Botica de Altagracia”, que ocupó la casa número 33, situada en el ángulo suroeste de la esquina de Altagracia de Caracas, el 1° de abril de 1923, la escritura se firmó el día 3 y con nuestro hermano Alfredo, que  estudiaba Farmacia, él  constituyó la firma “Alfredo Hernández y Compañía”. Nosotros aunque no estudiábamos Farmacia, concurrimos al negocio y al poco tiempo de estar allí nos ocurrió la idea de registrar varias cajas contentivas de papeles. Eran originales de fórmula de médicos, despachadas en la botica y que, luego de copiadas en el Libro copiador de fórmulas, sellado éste por la Oficina de Santidad Nacional, cada quince días eran dobladas en rollo,  amarradas con una cabuya y tiradas en la referida cajas.

Nos dimos a la tarea de desenrollar los paquetitos y de extraer los originales de José Gregorio, obteniendo en ese momento más de tres mil originales que conservamos desde entonces.

Existían en Caracas en el año 1897 cuarenta y dos  boticas y una droguería, según leemos en la Guía o Directorio anual de Caracas.

Las fórmulas que aquí transcribimos son exclusivamente de José Gregorio, despachada únicamente en la Botica de Altagracia. La clientela de José Gregorio se entendía por todo el casco de Caracas y sus suburbios; por las fórmulas aquí copiadas podemos darnos cuenta de la magnitud de su actuación como médico.

Estas son las  fórmulas médicas aquí reflejadas del Doctor José Gregorio Hernández, despachadas desde el año 1897 hasta el año 1919  correspondiente a la  “Botica de Altagracia” de Caracas.  Cuyo resultado arrojó   un total de 7.560 récipe distribuidas en los dos tomos del libro “Nuestro tío José Gregorio.”

 

  TOMO I  
PAG. INICIAL PAG. FINAL TOTAL DE RECIPES
317 328 176
340 352 147
366 372 103
378 391 208
401 430 424
436 479 596
497 508 142
671 702 1.362
913 926 190
955 966 162
977 1018 575
1200 1239 508
1258 1269 179
1276 1310 373
TOTAL TOMO I 5.145
  TOMO  II  
1329 1376 665
1382 1419 434
1440 1529 912
1604 1642 404
TOTAL TOMO II 2.415
TOTAL GENERAL 7.560

 

Dato de fotos originales de dos récipes.

Tomado de “Nuestro tío José Gregorio” Tomo II pág.1.366

Otro dato anexo lo podemos encontrar en este  libro.

Tomado de la Obra: “José Gregorio Hernández Obras Completas” autor: Dr. Fermín Velez Boza pág. 1061

Otras de sus firmas que caracterizó a nuestro Beato   fueron las que aparecieron en sus cartas a familiares,  sus amigos y en los  documentos oficiales.

A sus familiares varió con el tiempo en colocar su nombre de “Gregorio” por Grego

Colocaremos una de sus cartas dirigida a su hermana Isolina.

Y a sus amigos y terceras personas su firma era: “José G. Hernández

Para ello colocaremos una carta a su amigo el Dr. Santos Anibal Dominici.

Este es un Récipe original realizado por el Dr. José Gregorio Hernández Cortesía Rogelio Panacci. Se encuentra en el consultorio del Dr. Carlos Paiva y se puede apreciar solamente su apellido- Caracas.

Por todo lo antes expuesto no podemos aceptar que la firma en este Récipe, sea la del Dr. José Gregorio Hernández ya que en él se encuentra completa su firma, algo que nunca hizo. Se puede observar que  la letra “J” de José totalmente distintas de igualmente la letra “G” de Gregorio.

https://academianacionaldemedicina.org/publicaciones/covid-19/vacunas/ld-documento-historico-recipe-del-dr-jose-gregorio-hernandez-fundador-como-individuo-de-numero/

Si quieres conocer más de nuestro Beato adquiere nuestros libros en esta dirección:

https://en-la-nube0.webnode.es/instrucciones-y-condiciones/

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba