El padre Javier Silva define a su tío, el rey Balduino: «Buscó afanosamente ser santo y fiel a Dios»
Recientemente acaba de ver la luz en español el libro El Rey Balduino. El legado de su vida (Libros Libres) una obra que muestra la intensa vida espiritual del fallecido monarca de Bélgica. Incluye la búsqueda de una esposa cristiana, que finalmente fue la española Fabiola de Mora y Aragón, cuya historia de enamoramiento muestra a las claras cómo Dios estaba en el centro de la vida de los que durante décadas fueron los reyes de los belgas.
El libro recupera los textos del cardenal Leon Joseph Suenens, el confidente espiritual del monarca en sus últimos 35 años, publicados a la muerte del rey, ampliándolo con cartas inéditas del monarca, cargadas de espiritualidad, y fotografías no conocidas hasta ahora. Las cartas de privadas del Rey Balduino, que han cedido los propios destinatarios, son una ventana a su sincera religiosidad y su cercanía con Dios.
El lunes 29 de noviembre a las 19.00 horas se presentará este libro en un acto que tendrá lugar en la Sala Padre Kentenich (a pie de calle) del Santuario de Schoenstatt en Madrid (calle Serrano, 97), con entrada libre hasta completar aforo. En él participarán Javier Silva, sacerdote y sobrino de la reina Fabiola; Pablo Cervera, traductor de la obra; y Álex Rosal, editor de este libro.
Precisamente, una de las personas que conocía muy bien a Balduino, y especialmente en el aspecto más religioso, es el sacerdote Javier Silva, sobrino carnal de la reina Fabiola, y por tanto sobrino de Balduino.
En una entrevista con Javier Navascués para su blog en Infocatólica con motivo de la publicación de este libro, el sobrino de Balduino habla sobre la vida y la fe de su tío. De este modo, este religioso asegura que el principal legado que dejó el rey fue “su auténtico e íntegro testimonio luminoso como discípulo y seguidor de Jesús de Nazaret”.
Javier Silva es sobrino del Rey Balduino
De hecho, el padre Silva asegura que Balduino fue en “cada instante de su existencia un cristiano íntegro y cabal, buscando afanosamente ser santo y fiel a Dios”.
De los recuerdos que guarda sobre su tío este sacerdote destaca que “su profunda alegría y gran sentido del humor. Su infatigable capacidad de escucha, prestándote toda su atención, como si fueses lo único importante y lo más importante”.
La fe de su tío fue también un instrumento para su llamada vocacional como sacerdote. “Ha sido uno de los instrumentos más cercanos y maravillosos que Dios puso en mi camino para acompañarme en todo mi itinerario hacia mi ordenación sacerdotal. Desde el año 1975 en adelante, el tío Balduino junto con Verónica O’Brien (Grace) y el Cardenal Suenens (Michel), fueron quienes más me guiaron, iluminaron y pastorearon… todos ellos estuvieron presentes en mi ordenación sacerdotal y fue el Cardenal Suenens quien me ungió y consagró sacerdote de Cristo el 24 de diciembre de 1984”, agrega.
Son muchos los que consideran que Balduino vivió las virtudes de la fe en grado heroico y que no sería extraño que se abriera su causa de beatificación. Ante esto, su sobrino asegura que él siempre le percibió como “una persona profundamente arraigada en Dios, en un permanente y silencioso ascetismo, portador de innumerables virtudes”. En su opinión, “fue un hombre santo”.
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Por otro lado, el padre Silva comenta que “la posibilidad de una muerte temprana y súbita, no la descartaba. Se le iba presentando como un “posible muy posible” y de algún modo anunciado por la patente debilidad física de su corazón. Lo afrontó en el más auténtico abandono en la Providencia de su Dios “Abbá” y en su plena satisfacción al “hágase en mí siempre Tu voluntad” siempre, en todo lugar y especialmente en la “hora” FIAT.
“Todos los días ofrecía a Dios su vida por todos aquellos a los que amaba, muy especialmente por todos los belgas y por la unidad de su país”, añade su sobrino.
Por último, acerca de las cartas que aparecen en este libro el padre Silva asegura que “reflejan su amor a Dios y su amor al prójimo en cada palabra y en cada frase. El amor a Dios era el verdadero motor de su vida. Así lo vivía y así lo trasmitía a cada persona que se acercaba a él. Siempre tuvo del todo claro que a Dios sólo se le ama en verdad amando al prójimo. Más en obras que en palabras. En este compromiso fue siempre modélico y ejemplar. Este es su gran legado”.-