Federico Lombardi: «He servido a tres papas que no buscaban el favor de los medios de comunicación»
Reflexiona en un libro sobre su larga experiencia en los servicios de información de la Santa Sede
Testigo y protagonista de tres décadas de información de la Santa Sede en funciones de gobierno, el sacerdote jesuita explica que su labor le exigía ponerse contínuamente en sintonía con los papas y con el espíritu de su pontificado
“Traté de vivir mi tarea no como elaborador de estrategias, sino como servidor del anuncio del Evangelio a través del servicio del primer servidor del Evangelio que es el Papa”, detalla Lombardi en su libro
«En ciertos momentos incluso en el gobierno de la Iglesia se forman ‘constelaciones’, en las que diferentes personalidades brillan con su propia luz, pero el valor y el significado de su servicio dependen de sus respectivas posiciones y relaciones”
“He servido a tres Papas —Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco— tres historias diferentes, tres personalidades excepcionales, tres formas de comunicar, pero siempre personas creíbles, autorizadas por la coherencia de palabra y de vida, que no buscaban el favor de los medios de comunicación, sino que se mantenían ellos mismos frente a los medios a costa de la impopularidad, y por lo tanto dignos de gran respeto por parte de los comunicadores”.
Con esas palabras refiere el padre Federico Lombardi SJ las dimensiones de su labor durante más de un cuarto de siglo al frente de Radio Vaticano, del Centro Televisivo Vaticano y de la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Una función que le exigía, asegura, ponerse contínuamente en sintonía con los papas y con el espíritu de su pontificado. “Traté de vivir mi tarea no como elaborador de estrategias, sino como servidor del anuncio del Evangelio a través del servicio del primer servidor del Evangelio que es el Papa”, detalla Lombardi en su último libro Papas, Vaticano, Comunicación, publicado por Ancora-La Civiltà Cattolica.
Testigo y protagonista de tres décadas de información de la Santa Sede en funciones de gobierno, el sacerdote jesuita nacido en el Piamonte en 1942 establece una clara distinción entre el papel de portavoz del Vaticano y el de director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, cargo este último que ocupó entre 2006 y 2016.
“El Papa hablaba públicamente y continuamente de forma muy clara, no necesitaba que alguien hablara en su lugar y, por tanto, yo no tenía que superponerme a él”, explica en el libro: “Yo tenía más bien que hacer un servicio auxiliar de la actividad y el magisterio del Papa, con informaciones y eventuales aclaraciones, y tenía que seguir otros varios aspectos de la realidad vaticana que no afectaban a la persona del Papa directamente, sino a personas e instituciones que colaboraban con él, organismos de la Curia y demás”, agrega.
Según apunta el portal Sir, ha habido quienes han malinterpretado estas palabras de Lombardi como una especie de distanciamiento del español Joaquín Navarro Valls, su predecesor en el cargo, a quien Lombardi dedica páginas de intenso homenaje, “por la personalidad, profesionalidad y lealtad a la Iglesia con que interpretó el pontificado de Juan Pablo II, mereciendo plenamente el título de portavoz del Papa.”
Las constelaciones en el gobierno de la Iglesia
Con el afán de comprender la compleja esencia de la comunicación vaticana, Lombardi se sirve de una tesis particular que define com la de las diferentes “constelaciones”. “Me parece”, escribe, “que en ciertos momentos incluso en el gobierno de la Iglesia se forman ‘constelaciones’, en las que diferentes personalidades brillan con su propia luz, pero el valor y el significado de su servicio —el diseño global que resulta— dependen de sus respectivas posiciones y relaciones”.
De este modo, Lombardi subraya que el Papa es el superior indiscutible, “la estrella de primera magnitud”, alguien, no obstante, que no vive y gobierna solo, sino con multitud de colaboradores: el Secretario de Estado, el sustituto, el secretario personal, jefes de Dicasterio “muy escuchados y con autoridad”, el Prefecto de la Casa Pontificia encargado de las audiencias públicas, el organizador de las peregrinaciones apostólicas, entre otros. “Y, por supuesto, la persona a la que confía la mayor responsabilidad de la comunicación”, remarca.
Según Lomardi, las relaciones recíprocas entre estas personas dependen no sólo de sus funciones, sino también “de la personalidad del Papa, de su estilo de liderazgo y de las diferentes personalidades de sus colaboradores”. Sin embargo, sostiene Lombardi, hay un aspecto crucial que las diferentes “constelaciones” de la galaxia del Vaticano tienen en común.
«No hay gobierno, por un lado, y comunicación, por otro», explica el autor del volumen, «como dos mundos extrínsecos el uno al otro, o como dos etapas no integradas que sólo son sucesivas entre sí; porque las decisiones del gobierno y su formulación, o los documentos que expresan sus orientaciones, se prolongan naturalmente en su comunicación; comunicación que, en definitiva, es en cierto sentido un instrumento de gobierno”.
Lombardi confiesa al final del libro que su servicio fue “excepcionalmente bello y privilegiado”, porque estaba “al servicio de la comunicación positiva, hecha en su mayor parte de mensajes de amor, de esperanza, de solidaridad, de dignidad de las personas, de crecimiento humano, de perdón, de paz.”
“Incluso cuando se trataba de comunicar advertencias, precauciones contra los riesgos, duras condenas de crímenes e injusticias, siempre era invariablemente para el bien de todos. ¿Qué cosa más grande y más hermosa podría desear hacer?”, concluye.-