Mons. Raúl Biord Castillo, sdb
Obispo de La Guaria
2° Vicepresidente de la Conferencia Episcopal
- EL NUNCIO AMIGO
Aldo Giordano tenía un gran don de gentes, como san Juan Pablo II. Se ganaba a todos con su sonrisa y su capacidad de amistad. Quiero recordarlo ante todo como AMIGO. Providencialmente, Dios lo puso en nuestros caminos. Él fue nombrado Nuncio en Venezuela el 26 de octubre de 2013. Cuatro días antes, me habían convocado a la Nunciatura para comunicarme que el Santo Padre Francisco me había nombrado Obispo de La Guaira. El 3 de febrero, me tocó recibirlo junto a otros obispos en el Aeropuerto de Maiquetía y lo invité a mi ordenación episcopal, cosa que aceptó con gusto. Fue su primer encuentro con la Iglesia en Venezuela. Se desarrolló en el Polideportivo: estaban presentes 43 obispos, más de 200 sacerdotes y mucho pueblo. Nunca se olvidó de la alegría de ese día. Me lo repetía con frecuencia. Coincidencialmente él también fue ordenado en un polideportivo.
De allí inició una gran amistad. El 11 de noviembre de 2014, Mons. Giordano presentó en las jornadas de formación permanente del clero de La Guaira una ponencia sobre la “Evangelii Gaudium”. Luego compartió con los sacerdotes una tarde de playa.
El 18 de marzo de 2015 fuimos con Mons. Aldo y Mons. Roberto Campisi a La Sabana para celebrar la fiesta patronal de san José. Al intentar pasar el Ávila, una tempestad con fuertes ráfagas de viento nos impidió el paso hacia el mar, zarandeando el pequeño helicóptero. Mons. Aldo era un hombre sereno y tranquilo, no se inmutó en los tres intentos que realizó el hábil piloto. Por ese motivo, tuvimos que ir hasta Higuerote y, como un regalo inesperado, sobrevolamos toda la costa desde Cabo Codera a La Sabana, apreciando las bellezas de la naturaleza del oriente de nuestra diócesis. Disfrutó mucho de conocer la cultura afroamericana de la costa, y del encuentro con la gente.
El jueves santo, 2 de abril de 2015, Mons. Aldo presidió la misa crismal en la catedral San Pedro Apóstol. Era el año de la Vida Consagrada, dirigió unas bellas palabras a las religiosas. La misa fue animada por la pastoral afroamericana, que le ofreció una bella danza litúrgica durante el ofertorio.
Le gustaba el mar y venía con frecuencia a la playa, acompañado de los secretarios de la Nunciatura, Mons. Roberto Campisi, Mons. Paul Butnaru, Mons. George Koovakad y Mons. Ignazio Ceffalia, y de las fieles hermanas que prestan su servicio en la Nunciatura. Siempre lograba crear un ambiente de familia.
En diciembre de 2015 celebró la misa de aguinaldo en la Capilla de Emaús – Las Lapas, a las 5.00 de la mañana con un buen frío, pues está ubicada a más de 2000 metros de altura. Luego bajamos a Puerto Cruz, y nos embarcamos para conocer Puerto Maya, Sepe y Chuao, en compañía de mons. Roberto Campisi, secretario de la Nunciatura. De regreso nos agarró la peor tormenta en el mar que me ha tocado en toda mi vida. Yo pensé que nos moríamos todos, pero Mons. Aldo iba tranquilo y sereno durante el trayecto que duró más de una hora entre olas muy altas que en ocasiones parecían engullir el peñero y en otras precipitarnos contra la rocosa y escarpada pared de las montañas.
En el mes de septiembre de 2015, se organizó la visita de la Virgen del Valle, la Vallita peregrina a la zona pastoral de Catia La Mar. Yo me encontraba en el curso para los obispos de reciente nombramiento. Le pedí el favor a Mons. Aldo que presidiera la misa. Fue una bella manifestación de fe en la Iglesia Parroquial de Playa Grande con la participación de todos los sacerdotes de la zona. Se ganó, como siempre lo sabía hacer, a todo el pueblo.
Visitamos Los Roques, con Mons. Giordano y Mons. Benito Méndez. Celebramos la misa en la Capilla de Nuestra Señora del Valle. En la playa de en Francisquí jugamos una partida de fútbol en la arena con un grupo de jóvenes de la isla. Ganamos el duelo, pero salió lesionado nuestro querido Nuncio. Antes se había sumergido en la piscina (un bello lugar entre los corales) para saludar a la estatua de la Virgen del Valle que está a tres metros de profundidad. Regresamos otra vez a los Roques en el 2016 con su sobrina Elena y su esposo Davide, en viaje de nupcias a Venezuela.
El 11 de febrero de 2016, Mons. Giordano con Mons. Paul Butnaru, participó en la peregrinación de la Virgen de Lourdes. Presidió la santa misa en la iglesia de La Pastora a las 5.00 am, acompañado de Mons. Pablo Modesto González. Luego caminó con nosotros 9 km hasta “La Venta” en medio del fervor popular. A los que le decían que era muy dura la caminata, les recordaba que había subido hasta la base del Everest. Al día siguiente salimos para Guasdualito para participar en la toma de posesión de Mons. Pablo.
En el mes de julio de 2016 organizamos, en el Seminario de la Guaira, un encuentro de obispos de reciente nombramiento. En el taller de formación sobre temas teológicos, pastorales, canónicos y administrativos participaron 15 obispos de distintas diócesis del país. Yo le presenté el programa al Nuncio y lo invité: “¿Por qué no viene un día y preside la misa?” El respondió: “¿Y por qué un día? ¿Por qué no me invitan paran todos los días?” Estuvo con nosotros como un hermano más, escuchaba, participaba, intervenía. Presidió una concelebración en la iglesia parroquial San Sebastián en Maiquetía. Con él visitamos el Hospital San José y la plaza Lourdes, obras del siempre recordado padre Santiago Machado. También visitamos la Catedral de La Guaira, la Ermita del Carmen y el Fortín. Jugó ping pong con los obispos, organizamos un torneo de bolas criollas. Nos acompañó todos los días como un auténtico hermano y un compañero de camino.
Sus sobrinos lo querían mucho. Vinieron a visitarlo varias veces, en especial Maurizio quien luego moriría en el Everest. Lo acompañé con sus sobrinos y hermanos a visitar varios lugares. En el 2017 vinieron sus hermanos con sus esposas a visitarlo y regresaron en el 2018. En mayo del 2015 pude visitarlo en su casa natal. Al conocer su familia y compartir con ellos comprendí mejor su personalidad. Familias sencillas, que con el trabajo duro del campo y una fe robusta, resisten el invierno frío, sacan adelante sus familias. Un ambiente campesino piamontés como el de don Bosco. Su hermano había estudiado en la escuela de los salesianos de Lombriasco. Visité a su hermana Bruna, alcalde del pueblo desde hace varios períodos. Un cargo ad honorem para servir a la pequeña fracción donde viven. Comimos ese día en la “Feria del Conejo”, una fiesta popular. Todos conocían y saludaban con afecto a Mons. Aldo.
El 17 de octubre de 2017 tuvo lugar la Bendición de la nueva sede de la curia diocesana de La Guaira. Se inició con una solemne eucaristía en la iglesia parroquial San Bartolomé en Macuto, presidida por el obispo de La Guaira, monseñor Raúl Biord Castillo. Vinieron unos 25 obispos y Mons. Aldo nos acompañó y nos regaló unas bellas palabras.
El sábado 24 de noviembre de 2018, Solemnidad de Cristo Rey del Universo, Monseñor Aldo presidió una Eucaristía en la Catedral de La Guaira, en la cual fueron instituidos 8 acólitos de la escuela de ministerios estables, un seminarista de la diócesis, 104 laicos instituidos como ministros extraordinarios de la Comunión por un período de tres años, 53 jóvenes como Lideres Juveniles de la Pastoral Juvenil. La homilía de Mons. Aldo fue muy sentida y apreciada. Al final como lo hacía con todos se tomó fotografías con todos los que se lo pidieron, especialmente con los jóvenes. En diciembre nos compartió su experiencia ministerial como sacerdote en la reunión del clero. Dejaba transparentar un corazón humano y una fe en el Dios de la vida, que se hace presente en gestos concretos de fraternidad sacerdotal.
El 30 de marzo de 2019 celebramos los 60 años de ordenación sacerdotal de Monseñor Ramiro Díaz, con una sentida misa en la iglesia parroquial de La Soublette para dar gracias a Dios. A la eucaristía de acción de gracias nos unimos los sacerdotes de la diócesis y concelebraron varios obispos, entre ellos el Nuncio Apostólico Mons. Aldo Giordano, quien ya era como de casa.
En el 2020 vino la pandemia, se suspendieron las celebraciones masivas. El 15 de abril se cumplían los 50 años de la diócesis, Mons. Aldo nos dirigió una bella carta de felicitaciones por el Jubileo. Nos escribió estas palabras: “En estos años he tenido la alegría de realizar numerosas visitas en las Comunidades de La Guaira. Soy testigo del camino de comunión vividos por los sacerdotes, del servicio precioso de las personas consagradas, de la vitalidad del Seminario y del empeño del laicado que ha emprendido caminos comprometidos de formación, de servicio ministerial, de voluntariado, realizando Asambleas Diocesanas y misiones territoriales… El Cristo Crucificado y Resucitado nos preceda, nos acompañe y conserve nuestra esperanza frente a los grandes sufrimientos que debemos afrontar. Nos ilumine en el continuar como Diócesis de La Guaira en el camino de la evangelización, de misión, de formación y de solidaridad hacia el más herido, siguiendo el sabio plan pastoral”.
Llegó el 2021, con el traslado a la sede de Bruselas, debía dejar el país después de la beatificación de José Gregorio Hernández, que sorpresivamente le tocó presidir. Me invitó a varios encuentros de despedida, en todos pude apreciar más de cerca el cariño profesado y la amistad que había construido. No presentíamos que era la despedida final.
Creo que todos los obispos de Venezuela, podríamos escribir páginas similares, pues visitó todas las diócesis con el mismo espíritu de amistad.
- QUE CAMBIÓ EL PAISAJE ECLESIAL EN VENEZUELA
A Mons. Aldo Giordano le correspondió la tramitación del nombramiento de 34 obispos, de los cuales 20 obispos nuevos (casi la mitad de los obispos activos en Venezuela), un nuncio apostólico venezolano. Gracias a sus gestiones 31 de las 42 diócesis cuentan con un nuevo obispo nombrado en estos últimos 8 años, lo que corresponde al 74% de las diócesis. Por este motivo he querido intitular este recuerdo con estas palabras: “El Nuncio amigo que cambió el paisaje eclesial en Venezuela”.
El nombramiento de un obispo es un proceso delicado y complejo, que incluye consultas a los obispos, sacerdotes, religiosas y laicos. Mons. Aldo demostró una gran capacidad de discernimiento y una coherencia con las propuestas del Papa Francisco, para buscar candidatos en la línea de la renovación pastoral indicada por el sumo Pontífice. Participó en la mayoría de las ordenaciones y tomas de posesión que tuvieron lugar en ese período. Siempre se mostraba alegre y contento de encontrar al pueblo.
Con un alto sentido de ser el representante del Papa, siempre saludaba en su nombre. En distintos foros le tocó presentar al papa Francisco como un gran líder de la diplomacia mundial, que ha construido una geopolítica a favor de los más pobres. Insistía que en los mensajes al pueblo de Venezuela el Papa ha usado de modo particular cinco conceptos: paz, reconciliación, diálogo, bien común y perdón.
Escribía: “La vía para la paz de la polis es el diálogo, pero ¿qué es cosa es el verdadero diálogo? En la palabra griega ‘dia-logos’, ‘dia’ indica distinción, diferencia, separación: la distinción es necesaria para un verdadero diálogo, pero no debemos tener miedo a las diferencias que existen entre nosotros y en todos los niveles. Pero en el ‘diálogos’, las diferencias no se convierten en conflicto, más bien se convierten en el espacio donde ocurre el ‘logos’. La palabra ‘logos’ quiere decir, sobre todo ‘razón’, ‘discurso’… El sentido más profundo del concepto ‘logos’ es el Hijo mismo de Dios que se ha hecho carne. Quien realiza el diálogo es Dios mismo, si lo dejamos caminar y vivir entre nosotros. Y para Dios todo es posible. Dios es más fuete que cualquier engaño, que cualquier manipulación, que cualquier ideología, que cualquier poder”.
Ser decano del cuerpo diplomático en una Venezuela polarizada, con un conflicto social y político que dura más de veinte años, no es nada fácil. Se han promovido diferentes diálogos y negociaciones. Mons. Aldo Giordano nos deja como legado la promoción de un auténtico diálogo en busca de la reconciliación del país. A veces, fue incomprendido por las partes. Lo mismo les aconteció a los profetas y al mismo Jesús, pero su memoria perdurará como un hombre bueno que quiso a Venezuela y la sirvió con cariño. Con toda razón, Mons. Piero Delbosco, obispo de Cuneo y Fossano, calificó a Mons. Giordano como un «discreto tejedor del diálogo por la paz y la justicia en un esfuerzo por superar las polarizaciones que se oponen a las personas para fomentar el entendimiento y colaboración posible con misericordia por el bien de todo el pueblo”.
Querido amigo, monseñor Aldo Giordano, te despedimos con mucha tristeza en el corazón, pero seguros que tu vida y testimonio han dejado una huella imborrable, en esta Venezuela a la que fuiste enviado como misionero. El beato, doctor José Gregorio Hernández, interceda ante Dios y la Virgen de Coromoto para encontrar los caminos de un entendimiento que lleve al bien y prosperidad de nuestro país, especialmente de los más pobres.