¿En qué se parecen los cangrejos a los políticos latinoamericanos?
Egildo Luján Nava:
Como todo productor agroalimentario interesado en los temas de las actividades actuales en el campo venezolano, fue inevitable que diciembre se convirtiera en una multiplicidad de momentos ideales para la conversación con amigos involucrados en la actividad, sobre la verdad de la actual oferta de alimentos en el país.
De igual manera, acerca de la presunta «abundancia» de bienes ideales para la exportación, y -oh, sorpresa- la presunta devolución gubernamental de un importante número de espacios a los propietarios de los terrenos en plena producción que les fueran expropiados por el «régimen».
Y, entre tema y tema, como era de esperar, surgió el de la oferta nacional de cangrejos. Era inevitable que sucediera. Porque el amigo, productor de cangrejos y de origen europeo, aunque ya muy venezolanizado, luego de narrar vivencias y experiencias, pasó a combinar «ciertos casos del máximo interés». Entre ellos, que cuando exhibe la piel bien curtida por el sol, se lo atribuye a su «relación y amistad con dicho compañero de esfuerzos». Porque, según él, no es verdad que sea el sol el que le ponga negra la piel a nadie.
De ninguna manera, enfatizó. Es esa misma piel la que, por efecto de la incidencia del «catire» de manera directa, hace posible que la epidermis asuma un tono quemado cobrizo, con muchas pecas y, a veces, además, con mucha calvicie. «Nada más». Desde luego, habría que considerar el tema con sus repercusiones en Latinoamérica.
Después la tertulia se convirtió en tema «más profundo». Sobre todo cuando explicó cómo y en qué se diferencia la cría con cangrejos japoneses de la cría con cangrejos venezolanos. Afirmó que, en ambos casos, la cría es al aire libre, en corrales cuadrangulares de 5 X 5 metros, bordeados de tablones de madera. Allí se les cría, alimenta, se les engorda, y se les cuida detenidamente hasta que logren el tamaño y el peso adecuado para el mercadeo.
Pero sí hay una diferencia, «por no decir la única», indicó. Y es que a los corralitos de los cangrejos japoneses, se les cubre y cierra con unas tapas de tela metálica. Mientras que la cría de cangrejos venezolanos es más económica, porque «a los corralitos» no hay que ponerles esas «costosas tapas asiáticas».
Pero ¿y a qué obedece o en qué consiste el uso -o no- de la tapa de los corralitos?. Entonces, se hizo presente una respuesta que no podía ser más interesante para la continuación de la conversación y de las reflexiones. Y es que, según dijo el interlocutor, en el caso de los cangrejos japoneses, «si no les pones tapas, ellos se van montando unos sobre otros, formando una especie de escalinata o de rampa». De esa manera, así se suben todos, ayudándose a pasar por encima del tablón, «hasta que logran escaparse». Desde leugo, queda pendiente la evaluación sobre lo que ha estado sucediendo en el resto del Continente.
En cuanto al caso de los cangrejos venezolanos, no permiten que se forme ninguna escalinata o rampa para subir, ni tampoco se ayudan entre sí hasta que se produce la escapatoria. Por el contrario, si ven alguno intentando subir para tener éxito y lograr saltar, lo muerden y lo tumban. Así nadie pueda salir y no es necesario ponerles tapa. ¿Para qué, si ninguno lograría escapar?.
Sin duda alguna, al escuchar la explicación, era inevitable que se hiciera presente una reflexión relacionada con la vida política venezolana. Porque, entre ambas crías de cangrejos, lo cierto es que se da una similitud adicional que no se puede dejar pasar, y es el comportamiento de la mayoría de los líderes políticos venezolanos, curiosamente en momentos cuando en Venezuela no se consiguen cangrejos, porque la poca producción nacional se va al exterior.
La conclusión, entonces, es que, en los términos planteados, el caso de la similitud entre cangrejos y política, es tan aplicable con lo venezolano como con lo latinoamericano. Aunque, meritoriamente, sobresale el caso criollo. Porque basta con observar lo que acontece en el ambiente político del país y sus dirigentes.
Y todo se traduce en el hecho de que, actualmente, se identifican dos bandos bien precisos. Por un lado, figuran los partidarios del «régimen», y, por el otro, el grupo de la llamada «oposición». Lo curioso, es que, entre bando y bando, con las diferencias atribuibles a sus respectivos comportamientos, al final, cada quien actúa de acuerdo a como sucede con la «siembra» de cangrejos venezolanos.
La explicación lo describe así: los partidarios del «régimen» grupo (A) está integrado por cuatro variedades de cangrejos, es decir, los Chavistas, los Maduristas, los autodenominados Arrechos*y los Alacranes. Las cuatro componente del grupo «A» se comen y se apoderan vorazmente de todo lo que esté a su alcance, mientras van destruyendo lo que encuentran a su paso y respondiendo a una lucha interna feroz. Es una especie de «sálvese quien pueda», a la vez que los que aucalifican de más audaces, tratan de saltar la talanquera del corralito y -oh, sorpresa- de salvarse de lo que pueda suceder a futuro.
En la oposición, grupo (B), hay, para variar, muchas variedades de cangrejos, pero los más abundantes son los que se autodenominan los «G-4». No son otras que las variedades «AD», «PJ», «VP» y los «UNT». Adicionalmente, hay unos que llaman los «Mariacorinos», que siempre andan por separado, aunque integrando la misma caja de cangrejos y pendientes de hacer sentir que sí luchan por prevalecer, aunque, curiosamente, sin ponerse de acuerdo con ninguno de los anteriores.
Al final de la reflexión, por la similitud entre cría japonesa y cría venezolana de cangrejos y el comportamiento político en el país, lo que sí convierte el hecho de la citada realidad entre grupos humanos de «A» y «B» y el propósito final de, presuntamente, ocuparse del país, es que todo culmina en que nadie se ocupa de nadie. Las genialidades abundan, las zancadillas se administran de espalda a los principios y valores, y las propuestas de los llamados entendimientos sólo configuran lo que plantean como opción los boletos de diversas líneas aéreas.
Apena, pero es la verdad que funciona como base de las conversaciones entre quienes optan por un voto, antes que por un fusil para ir a las soluciones que necesita el país. Y es que mientras el éxodo venezolano no se detiene, entre los grupos «A» o «B» lo que sí prevalece es que al que vean medio destacándose o trate unirse para liberarse y tener éxito, hay que destruirlo.
En el «CANGREJEO» político venezolano, hay una situación adicional grave. Los cangrejos del grupo «A» que dominan el patio a la fuerza-porque tienen unas tenazas o muelas enormes- con un hambre voraz y un espíritu destructivo, se han comido y destruido casi todo el corral de cangrejos. Los cangrejos del grupo «B», por su parte, hambrientos y desesperados, que son la mayoría, aunque con tenazas más pequeñas, quieren desplazar a los del grupo «A» para salvar lo que queda del corralito y reconstruirla.
Los cangrejos del grupo «B», por su parte, lejos de unirse y de aprovechar que son mayoría para unir fuerzas y compensar las ventajas y el poder de los «A», torpemente, no cesan de competir entre ellos, luchar y descalificarse entre sí. No terminan de comprender que el único y necesario objetivo de todos, es -y seguirá siendo- siempre: SALVAR LAS CAJAS DE CANGREJOS . Y es así porque todos tienen un solo adversario común: los «CANGREJOS del grupo «A».
*Arrechos: según el diccionario de Español en Google, en Venezuela significa: molestos, enfurecidos, enojados.
GRACIAS A TODOS LOS LECTORES POR LAS OBSERVACIONES Y COMENTARIOS QUE HICIERON LLEGAR EN EL TRANSCURRIR DEL 2021. APROVECHAMOS PARA DESEARLES MUCHA SALUD, ÉXITO Y FELICIDAD, Y QUE EL PRÓXIMO AÑO LOGREMOS RECONSTRUIR Y REFUNDAR NUESTRO BELLO PAÍS, VENEZUELA.
FELIZ AÑO 2022.