El uso de los sacramentales es una de las prácticas más malinterpretadas de la Iglesia católica. Son parte de la vida de la Iglesia desde los primeros tiempos, pero por lo general son vistos como una especie de superstición.
El motivo está, en gran medida, en el hecho de que muchos católicos a lo largo de los siglos han empleado los sacramentales de forma supersticiosa, ya que no habían aprendido a usarlos como es debido.
En vez de utilizarlos con fe, algunos católicos los empleaban como amuletos mágicos más que como instrumentos de gracia. Lo cual es una pena, ya que la función de los sacramentales es enriquecer nuestras vidas espirituales, no menoscabarlas.
Han sido instituidos por la Iglesia para acercarnos a una relación más profunda con Cristo y están centrados en santificar todos los ámbitos de nuestras vidas.
Los sacramentales son extensiones de los siete sacramentos y traen la gracia de Dios a todo lo que hacemos.
Un lugar donde los sacramentales son especialmente poderosos es el hogar. Si se usan con espíritu de fe, los sacramentales pueden protegernos del daño espiritual o inspirarnos para vivir una vida santa dedicada a Dios.
A continuación tienen tres de esos sacramentales que, si se usan adecuadamente, pueden ofrecer un estímulo espiritual al hogar, además de mantener a raya a los enemigos espirituales que acechan en las sombras.