Lecturas recomendadas

Encuentros 42

La Palabra de Dios que se revela, manifiesta al hombre la voluntad salvífica de la divinidad y la invitación a una vida en santidad

 

Nelson Martínez Rust:

 

¡Bienvenidos!

Teniendo presente lo hasta ahora señalado en entregas anteriores, pasemos a reflexionar sobre las enseñanzas que el Concilio Vaticano II nos ofrece. Estas enseñanzas se encuentran contenidas en documentos que han sido clasificados en “Constituciones”, “Decretos” y “Declaraciones”.  A este respecto debemos señalar que, aun cuando todos los escritos conciliares gozan de la infalibilidad al ser reconocidos por el Sumo Pontífice, hay documentos que por la materia que tratan, por la enseñanza que contienen y por la trascendencia que tienen, se les clasifica con el vocablo de “Constituciones”. De cierta manera podemos decir que sobre ellos descansa el Concilio, a la manera de una puerta sobre su respectivo gozne. Por esta razón, gozan de una cierta preeminencia sobre los demás. Con toda razón se impone, pues, la necesidad de un profundo y detenido estudio de los mismos. Según esto tenemos: “Constitución Dogmática Lumen Gentium” sobre la Iglesia, “Constitución Dogmática Dei Verbum”, “Constitución Sacrosanctum Concilium” sobre la Liturgia y la “Constitución Pastoral Gaudium et Spes” que trata sobre la relación Iglesia–Mundo.

Ha sido proverbial iniciar la lectura-estudio del Concilio abordando en primer lugar el documento “Lumen Gentium”. Sin embargo, consideramos más correcto abordarlo partiendo de la “Dei Verbum” en cuanto que la Palabra de Dios que se revela, manifiesta al hombre – en cuanto destinatario de dicha palabra – la voluntad salvífica de la divinidad y la invitación a una vida en santidad. Dicha Palabra se ha de convertir en criterio de actuación para alcanzar “La Vida”. A continuación, vendría la “Sacrosanctum Concilium” puesto que es en el misterio de la liturgia en donde se hace realidad presente la salvación aportada para los hombres de todos los tiempos y lugares y se lleva a cabo el necesario dialogo entre Dios y la creatura. Finalmente, la reflexión-estudio terminaría con el estudio de las dos constituciones sobre la Iglesia. Realidad encargada de hacer presente la Revelación y la Salvación en el mundo. Según lo afirmado anteriormente podemos elaborar el siguiente esquema de trabajo:

“Dei Verbum”

(Dios habla al hombre)

 

“Sacrosanctum Concilium”

(El hombre lleva a cabo sacramentalmente su encuentro con la Salvación)

 

“Lumen Gentium”                                               “Gaudium et Spes”

(¿Qué es la Iglesia?)                                        (¿A quién sirve la Iglesia?)

 

I.-    Constitución dogmática Dei Verbum

No nos proponemos hacer un comentario más a dicha constitución, los hay de excelente calidad. Solo nos contentaremos con señalar, destacando, algunos principios que valoramos de suma importancia para la recta comprensión e interpretación, no solo del documento en cuanto tal, sino también del “hecho” conciliar. Las notas a destacar son:

1º.- La “Dei Verbum” es un documento dogmático.

A la Constitución conciliar “Dei Verbum” no debe considerársela solo y únicamente como un documento que versa sobre las Sagradas Escrituras, ella es un documento dogmático que aborda y profundiza enseñanzas sobre las Sagradas Escrituras y, por consiguiente, debe situárselo en la línea del concilio de Trento (Dz 1501-1505) y a la luz del documento sobre la Iglesia del Vaticano I (Dz 3050-3075). Esto es importante señalarlo ya que amplía mucho más la panorámica de la Constitución. Ese fue el sentir de los padres conciliares. Así, pues, es un documento dogmático que trata de La Revelación junto con La Tradición, desarrollando su alcance e influencia.

2º.-  Revelación, Escritura y Método de estudio.

Para la Iglesia la Revelación contenida en las Sagradas Escrituras no es un mero objeto de estudio, para ella la Escritura es la Palabra viva de Dios dada a conocer a los hombres “en” y “por medio de” Jesucristo (Jn 1,1-5) en un tiempo determinado de la historia. Estos elementos determinan y brindan un sentido a lo que a continuación afirmaremos. Ya que la Revelación es un hecho histórico acaecido en la persona de Jesucristo, pero que ha sido preparada por y mediante el pueblo de Israel – realidad histórica -, es necesario y fundamental abordar las Escrituras con criterios científicos – método histórico-crítico – en cuanto que se busca el sentido original del texto que se nos ha entregado. Sin embargo, la búsqueda del sentido original – hecho necesario – puede en determinados casos conducir a trasponer la palabra inspirada solo a un momento en el pasado, olvidando, de esta manera, la dimensión del tiempo presente tan necesario, puesto que de lo que se trata no es de un trabajo de erudición arqueológico sino de la presentación, lo más puro posible, del Evangelio al hombre moderno. Por consiguiente, la mera y simple aplicación de un método “profano” de estudio a las Sagradas Escrituras suscita dificultades. No debe olvidarse que la Biblia habla con una gran inmediatez y frescura; es por eso que la teología no puede hacer otra cosa que interpretar para el presente las Sagradas Escrituras en cuanto que son palabra de Dios para los hombres de todos los tiempos. Esta es la razón por la cual afirmamos que la Revelación requiere sí de una serie de herramientas interpretativas, pero dichas herramientas no pueden ser separadas del conocimiento del Dios vivo que se da en la Asamblea de los creyentes. La última palabra sobra las Sagradas Escrituras no puede venir del análisis proporcionado por el método histórico-crítico, sino que él forma parte del organismo vital de la fe de la Iglesia que la ha vivido a través de los siglos.

3º.-  Escritura y Tradición.

Las Sagradas Escrituras y la Tradición no forman dos fuentes diferentes de Revelación sino una sola en las que ambas se unen de manera muy estrecha. No hay nada en la Tradición que no se contenga ya en las Sagradas Escrituras, siendo la Tradición, por esencia, interpretación. La Tradición no existe de manera independiente, sino como exposición y explicación de las Escrituras. De ahí el término: “como enseñan las Escrituras”.

Así la Tradición se convierte en algo subordinado al texto bíblico, que ayuda y complementa su propia comprensión. De esta manera la Tradición y las Escrituras forman una unidad a la manera de como la pregunta, de alguna manera, contiene ya en sí la respuesta. La pregunta es lo primero, la respuesta es lo segundo siendo ambas, en lo que respecta a la sucesión, un hecho irreversible y, aunque diversas, no admiten separación. Por lo tanto, son elementos vivos. Esta es la razón por la cual decimos que la Tradición se constituye en algo vivo, al mismo tiempo que la Revelación no solo la constituyen las palabras pronunciadas por Cristo, sino que estará constituida también por las palabras y los hechos que realizó a lo largo de su existencia terrenal.

4º.-  Biblia, Iglesia y Dogma.

No debemos olvidar que las Sagradas Escrituras es la condensación de todo un proceso de Revelación el cual es mucho más grande y que no se agota solo en la Escritura. Las Sagradas Escrituras pertenecen a una red de referencias a través de las cuales Dios-Padre se comunica por medio de su hijo Jesucristo mediante el Espíritu Santo. Dicho de otra manera, con elementos extraídos de la filosofía: las Sagradas escrituras son – se convierten – en expresión e instrumento de aquella comunión en la que el “Yo” divino y el “Tú” humano se encuentran en el “Nosotros” de la Iglesia fundada por Jesucristo. Estamos hablando de una lectura plural y de comunión. Podemos graficar lo indicado de la siguiente manera:

 

Sagrada Escrituras                         Tradición

Iglesia

(Al servicio de la Escritura y la Tradición.

La Iglesia no está por encima de la Biblia,

solo la interpreta celosamente y la vive)

La Iglesia vive de la Palabra de Dios y a ella sirve en la Tradición de la vida de sus fieles. La “Dei Verbum” es conveniente leerla teniendo presente las enseñanzas de “Verbum Domini”, documento emanado del sínodo sobre la Palabra y redactado por Benedicto XVI. Por eso los mejores intérpretes de la Sagradas Escrituras son los santos.-

Valencia, Octubre 23; 2022

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