El poder de la parábola II
Beatríz Pineda Sansone:
La parábola de La semilla de la mostaza dice: El reino de los cielos es como una semilla de mostaza que un hombre siembra en su campo. De nuevo observamos que la palabra como levanta el puente a través del cual se reconcilian las oposiciones y las diferencias –el reino de los cielos y la semilla que un hombre siembra en su campo-. En las parábolas de Jesús, el sentido equivale a la semilla.
En los textos sagrados de la India encontramos que el Atma (el espíritu divino), que reside en el corazón, es más pequeño que un grano de arroz, más pequeño que un grano de mostaza; este Atma, que reside en el corazón es más grande que la tierra, más grande que el cielo, más grande que todos los mundos en conjunto. Es imposible, apunta R. Guénon (2016: 325-326), no ver la similitud entre los términos de este pasaje y los de la parábola evangélica aludida. A los fariseos que preguntaban cuándo llegaría el reino de Dios, entendiéndolo en un sentido exterior y temporal, Cristo les dirige estas palabras: No viene el reino de Dios ostensiblemente –visiblemente-… porque el reino de Dios está dentro de vosotros. La acción divina se ejerce siempre desde el interior y por eso no es visible, porque la mirada está, necesariamente, vuelta hacia las cosas exteriores. La operación se cumple de adentro hacia afuera, del centro a la circunferencia, de lo no manifiesto a la manifestación. De este modo su punto de partida escapa a todas las facultades pertenecientes al orden sensible.
Los ritos de iniciación, especialmente, en los misterios de Eleusis, tienen por objetivo fijar el alma en la luz o el trigo.
El campo, señala R. Guénon (2016: 328), es en la terminología hindú, la designación simbólica del ámbito en el que crecen las posibilidades de un ser. La vida progresiva, gobernada por un principio de constante renovación y de aprendizaje infatigable.
El texto titulado El sembrador (Mateo 13.18-23), expresa: … Hay otros que oyen el mensaje y lo aceptan, y dan una buena cosecha como la semilla sembrada en buena tierra.
Las parábolas tienen una razón de ser, son medios para aprender tomados de una realidad sensible con el fin de impartir una enseñanza. Y esta es la clave. Para las doctrinas de la sapiencia indiana el sentido es lo importante, porque la sustancia de un fenómeno se mide por el grado en que expresa el sentido. El mundo de las palabras que son ideas es más real que el astral, puesto que en cada mundo subsiguiente aparece el sentido más puro e incólume. Jesús era uno de aquellos filósofos sanadores elegidos que trataba de restablecer su sistema de gobierno.
San Juan en su prólogo (1.1) dice: En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios… 4. En él estaba la vida y la vida era la luz de la humanidad.
Las cosas del mundo perecen, pero el sentido perdura, por eso las leyendas y los mitos son más consistentes aún que la historia, porque en ellas el sentido se ofrece a través de símbolos. A nosotros nos compete dar forma al sentido. Esto hace del lenguaje el instrumento mismo de la comunicación intersubjetiva, y es la razón por la cual la simbología religiosa representa a Cristo como la luz: Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida (San Juan, 8, 12). La luz, expresa Edwin D. Babbit, revela la magnificencia del mundo exterior. La luz aporta belleza, descubre belleza y analiza, manifiesta la verdad y pone al descubierto la falsedad, porque muestra las cosas como son.
Roberto Grossatesta en Umberto Eco (Historia de la belleza, 2010: 126), propone la cosmología de la luz y la define como la máxima proporción, la adecuación a sí. En ese sentido, la identidad se convierte en la proporción -en la simetría o equilibrio- por excelencia y justifica la belleza indivisible del Creador como fuente de luz, porque Dios, que es sumamente simple, es la máxima concordia y adecuación de sí a sí mismo. Del mismo modo, la unidad aritmética es el menor de la serie de los números, pero es el mayor en principio, porque contiene virtualmente a todos y produce su serie íntegra por la sola repetición indefinida de sí misma. El planteamiento neoplatónico del pensamiento de Grossatesta, lo lleva a elaborar una imagen del universo formado por un único flujo de energía luminosa que es a la vez fuente de belleza y de ser.
El estilo es tanto más elegante cuanto más rápido da una enseñanza. La luz constituye una manifestación metafórica de la intelectualidad y de la sabiduría. Para enfrentar la alteridad -la condición o estado de ser diferente, el descubrimiento que del otro se hace-, Jesucristo acude a la analogía que es el recurso de la poesía, con ella hace comprender su mensaje, pues el pueblo necesita ver y escuchar. Sus relatos dejan de ser exclusiva contemplación para convertirse en operación, en actividad sobre la realidad. Él ha comprendido que, como partes de un todo, estamos diseñados para unirnos y comprendernos, pues de ello dependen la armonía, la felicidad y la sabiduría.
Como los esenios, Jesús dedicaba mucho tiempo al estudio de las escrituras antiguas y también a ciertas ramas del conocimiento como la enseñanza, la curación y la astronomía. Se dice que los esenios heredaron los conocimientos astronómicos de los caldeos y de los persas y las artes curativas de los egipcios. Su conocimiento de los usos de las plantas y de las hierbas para la curación, tanto de los seres humanos como de los animales, fue notable. Jesús fue un observador apasionado y esta atención, también revela una dolorosa experiencia, tanto familiar como en las artes del pastoreo, del cultivo, de la pesca, de la gastronomía y de la economía. No es otro el mensaje que nos regalan textos como: El sembrador, La semilla de mostaza, La levadura, La perla de mucho valor, La mala hierba, La red, El hijo prodigo, entre otras.
La realidad es producida de nuevo por medio del lenguaje. El que habla hace renacer por su discurso el acontecimiento y su experiencia del mismo. El lenguaje es logos, discurso y razón al mismo tiempo y la posibilidad del pensamiento está vinculada a la facultad del lenguaje. Jesús deseó educar hombres para la democracia y la justicia. La posibilidad de ser más humano se basa en la racionalidad y los valores.
Cuando Jesús dio la vista a un ciego (9.1-4) estaba demostrando, que él es la luz del mundo. San Mateo en el Sermón del Monte (capítulo 5.13), refiere que Jesús expresó: Ustedes son la luz de este mundo, … se enciende una lámpara para ponerla en alto para que alumbre a todos.
Cuando resucitó a Lázaro (11.1-44) indicó que él es la resurrección, el renacimiento y la vida. La palaba existere es ex-stare, tener su ser de otro distinto a sí, ser dependiente de un principio superior; la existencia así entendida es propiamente el ser contingente, eventual, accidental, condicionado, el modo de ser del que no tiene, en sí mismo, su razón suficiente.
Jesucristo pensó y vivió una operación mágica cuyo objeto apunta al cambio de una realidad. Jesucristo interiorizó la experiencia religiosa, la visión poética, es decir, no solo es verbo, también un acto, una ética, una profesión de fe y una estética. Jesucristo nos reveló una manera de vivir, de pensar, de sentir, de combatir y viajar, tal como hicieron, muchos siglos después, los románticos.
A través de sus parábolas, Jesús señaló que la existencia de las plantas es típica para toda la vida. En el alma y en el cuerpo se percibe algo que de continuo crece, se transforma, florece y da frutos. Se advierte la sensación de ir creciendo sin tregua a través de inacabables nacimientos y muertes. Esto explica los distintos nombres -todos comunes- que utilizó Jesús para nombrarse: Yo soy el cordero…; Yo soy la puerta…; Yo soy la luz del mundo…; Yo soy el camino…; Yo soy la vid y ustedes los sarmientos. Yo soy el pan que da vida; Yo soy el buen pastor, entre otros.
Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.
Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.
Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.
En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura.
América 2.1