Nelson Martínez Rust:
¡Bienvenidos!
“Pueblo de Dios”: Un tercer elemento, muy importante, a tener en cuenta y que debe ser analizado en estrecha unión con los anteriores que hemos visto la semana pasada [Cf. ENCUENTROS 13], es el de “Pueblo de Dios”. Desde el inicio debemos señalar con claridad que el término “Iglesia de Cristo” hace su aparición en la Historia de la Salvación solo a partir del misterio del Verbo Encarnado – Jesucristo – y su evento de salvación. La Iglesia nace una vez que se ha logrado en Cristo la plenitud de la Revelación, cuya riqueza de Verdad y Salvación, ella – la Iglesia – tiene que trasmitir hasta el fin de los tiempos. Por lo tanto, desde este punto de vista, la Iglesia es una novedad perteneciente al Nuevo Testamento. Ahora bien, hay que tener en cuenta que: 1º. Dios no nos ha revelado el misterio de la Iglesia de manera teórica y abstracta, a la manera de un cúmulo de nociones, sino que, realizándolo en la historia, nos lo ha dado a conocer, como nos ha comunicado la realidad de su vida íntima en y por medio del Verbo – Cristo – hecho carne (Jn 1,18; 4,42; 1Jn 4,12; Col 1,15; Cf. LG 3). 2º. La Revelación del misterio cristiano a los hombres se ha hecho de manera progresiva, siguiendo el curso de la historia (Hb 1,1-2). La Revelación de Dios sigue un curso vinculado al devenir de los hombres: Dios toma en muy en serio la historia humana; una historia ciertamente de pecado, perdón y gracia y 3º. Esta iniciativa de salvación tiene su inicio en Dios-Padre, avanza hacia su plenitud en Cristo (DV 4), se prolonga en el tiempo mediante la Iglesia asistida por el Espíritu Santo, alcanzando su consumación en los tiempos venideros – escatología -.
Es en este contexto en donde debemos ubicar el concepto de “Pueblo de Dios”. La constitución dogmática Lumen Gentium nos habla de la Iglesia como una realidad prefigurada y preparada en el Antiguo Testamento (LG 9; DV 14-16). Así, la “Iglesia de Cristo” está prefigurada desde el principio del mundo y preparada en la existencia del Pueblo de Israel. ¿Qué significa esta afirmación? Significa que: 1º. Se da una cierta continuidad entre la identidad del Pueblo de Israel y la Iglesia que pasa por diversas fases de preparación, desde Abrahán hasta nuestros días. 2º. Existe una estrecha vinculación entre la Iglesia y el Pueblo de Israel en cuanto al designio salvífico. 3º. La Iglesia está místicamente prefigurada en el Israel del Antiguo Testamento y 4º. Todos los cristianos están incluidos en las promesas de salvación hechas a Abrahán y realizadas por el pueblo de Israel. Se da, efectivamente, una unidad – continuidad – en la diversidad. Por consiguiente, no se debe identificar sin más las dos realidades, pero tampoco se debe hacer una tajante separación. Por lo tanto, para una recta comprensión de la expresión “Pueblo de Dios”, muy utilizada últimamente, no podemos olvidar: 1º. Las categorías de promesa-cumplimiento y prefiguración-realidad. Israel es prefiguración, la Iglesia plenitud de cumplimiento. 2º. La categoría presente-futuro. Así como el Pueblo de Israel desembocó en la Iglesia, de la misma manera la Iglesia desembocará en la escatología y 3º. La continuidad entre Israel e Iglesia se fundamenta en el hecho de que Dios no se contradice en su obrar, ni su obrar es a caprichoso.
En línea general, los profetas tuvieron clara visión del designio salvífico de Dios. En efecto, predicaron: 1º. Una nueva alianza que sería superior. La nueva iniciativa divina debía triunfar del pecado (Ez 36,26; Is 10,20; Sof 3,13; Jib 3,5). 2º. Las fronteras desaparecerán. Reinará un universalismo no visto antes (Is 2,2; 42,6 Jer 4,2). 3º. Todas las naciones del mundo se unirán al pueblo del Dios de Abrahán (Sal 47,10; Is 66,18; Zac 14,17). 4º. Se unificarán las lenguas. En los tiempos finales Dios purificará los labios de todos los pueblos para que cada uno lo alabe con su propio lenguaje (Sof 3,9). De esta manera se dará el signo de una unión espiritual recuperada, como en los primitivos tiempos (Gn 11,1). 5º. Nacerá un nuevo culto. Al recobrar su unidad perdida por el pecado, la humanidad rendirá una única alabanza a Dios (Is 2,2; 56,6; 66,20). De esta manera, aun cuando el término “Ekklesia = Iglesia” no se encuentra, existía la conciencia de una “Nueva Asamblea Santa” de categoría superior, parecida a la asamblea que se llevaba a cabo en el desierto para alabar y bendecir a Dios.
De esta manera, la “Iglesia de Cristo”, resulta “un pueblo enraizado en la historia”, portador de salvación. Y así, como de la misma manera los hijos de Israel, en otros tiempos formaron un “Pueblo”, en el tiempo presente los cristianos también crearán una comunidad de origen, una comunidad de instituciones y de destino, una común patria hacia la cual se encaminarán (Heb 11,16), una comunidad de lenguaje que se realiza en la preeminencia de la Palabra de Dios, una comunidad cultual, que es la finalidad suprema de la Iglesia – ekklesia – (1 Pe 2,9; Ap 5,10). Sin embargo, también se dará una gran similitud con el Israel antiguo en cuanto al pecado: las mismas infidelidades (Hb 3,7), las mismas persecuciones (Ap 13,1-7) y la misma necesidad de abandonar “Babilonia = pecado” para librarse de la destrucción final (Ap 18,4).
De esta manera, la “Historia de Salvación” y las Escrituras veterotestamentarias se encuentran profundamente enraizadas por su enseñanza y vivencia con el nuevo pueblo de Dios – la Iglesia – en cuanto que está en marcha hacia la realización final al final de los tiempos.
Valencia. Febrero 27; 2022