Opinión

Un país en guerra

Por intervención extranjera sería esperar una expedición de Marte. Ni por medio de dialoguitos amañados en mesas latinoamericanas

Alicia Álamo Bartolomé:

No es una metáfora, es una realidad. Aunque estoy bastante aislada porque no hay prensa escrita, no me acostumbro a la digital y no me gustan los noticieros por TV, de vez en cuando caigo en alguno, me entero de sucesos, más lo que la gente me cuenta.

Uno está tranquilo en casa encerrado por la pandemia, resueltos sus problemas domésticos y se siente en paz. Sin embargo, el país está en guerra. No lo digo yo, lo dijo a través de un noticiero el propio Ministro de la Defensa. No sé si él sabía lo que estaba diciendo, porque no en forma directa pero si suficientemente clara para una inteligencia media, habló de ésta dentro el mal disfraz de una lucha contra el narcotráfico. Que nadie cree, por supuesto. El alto funcionario habló de caza y matanza de malandros en Tejerías, el Táchira, estado Zulia y el Oriente de Venezuela ¡todo el país! ¿Quería que nos enterarnos o qué? ¿Pretendía una cortina de humo con lo del polvo de cocaína y las siembras de marihuana? ¡No sea tan ingenuo, general! Más, venirnos con el cuento de que todo los males procedían de la penetración colombiana. ¿Y cómo la permitieron? Supongo que por escasez de instrumentos bélicos.

En la batalla de Tejerías buscaban al tal Coquí, no lo agarraron pero sobraron muertos. Al otro tal, Conejo, no lo atraparon tampoco. Huidizos los muchachos, quién sabe si ayudados por los mismos que los perseguían. El arsenal mostrado en los medios que encontraron en Tejerías, todo perteneciente a las Fuerzas Armadas nacionales, denunciaba un cuartel general del narcotráfico, ¿cómo llegó este armamento allí, en pleno centro del país? Una gran estrategia de los narcos incrustados en el corazón de la patria, ¿quién les dio el salvoconducto?

A mi se me hace muy aplicable aquí aquello de cría cuervos y te sacarán los ojos o lo de amolar cuchillo para su garganta, porque estos generalotes del socialismo del siglo XXI y repúblicas bolivarianas del poder popular, para mantenerse en el poder y seguir con sus fechorías, armaron espontáneamente a la elite de malandros en el país para reprimir a la ciudanía en forma descarada. Pero como que les salió el tiro por la culata.

(¡Qué de lugares comunes me han salido en este párrafo!) Ahora no hallan cómo reprimir la violencia y el asalto que propiciaron. Entonces convierten sus desesperados afanes por retomar el control en lo que parece una muy justa guerra contra el narcotráfico. ¡Ay si alguien pudiera creerles a tan eminentes cinco soleados! Amparados con la pantalla de un ilegítimo presidente civil que habla con pajaritos.

La liberación de Venezuela no será a través de las armas. Da dolor que llamen a formarte de las fuerzas armadas bolivarianas a una juventud ilusa digna de mejor destino. Lo de bolivariano se ha vuelto una ofensa por eso a nuestro Libertador habrá hacerle en figura, historia y gloria un baño de lejía.

Las que deberían defendernos están en manos espurias. Por intervención extranjera sería esperar una expedición de Marte. Ni por medio de dialoguitos amañados en mesas latinoamericanas. A los delegados de la “oposición” -¿o “posición”?- elegidos para estas dudosas representaciones, les recomiendo que más bien hagan turismo allí, ciudades muy interesantes y sacarán más provecho. Descansarán y se les despejará la mente, lo cual serían un bien también para los ciudadanos venezolanos porque a lo mejor se les enciende una luz.

Porque aquí necesitamos evidentemente el Faro de Alejandría para entrever el porvenir (claro, repotenciado por la electricidad o la fuerza atómica). Serán elucubraciones de anciana, pero no veo otra salida que la de toma de conciencia de un líder o equipo de líderes, mejor, que organice a conciencia, una sólida, sin rendijas, ¡formidable y contundente desobediencia civil! ¡Ahora!.-

23 febrero, 2022/El Impulso

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