Al menos 236 sacerdotes y diáconos de la Iglesia Ortodoxa Rusa, contra Putin: «Guerra fratricida»
"Lamentamos el calvario al que han sido sometidos inmerecidamente nuestros hermanos y hermanas de Ucrania"
“Nosotros, los sacerdotes y diáconos de la Iglesia Ortodoxa Rusa, cada uno con nuestro propio nombre, nos dirigimos a todos aquellos de quienes depende el cese de la guerra fratricida en Ucrania”
«Ningún llamamiento no violento a la paz y al fin de la guerra debe ser rechazado por la fuerza»
«Deseamos el regreso de todos los soldados, tanto rusos como ucranianos, a sus hogares y familias sanos y salvos”
Los clérigos reconocen que el pueblo ucraniano debe ser libre de tomar sus propias decisiones, «no bajo el punto de mira de las ametralladoras, sin presiones de Occidente ni de Oriente»
“Llamamos a todas las partes del conflicto al diálogo, porque no hay otra alternativa a la violencia. Sólo la capacidad de escuchar al otro puede dar esperanza de una salida del abismo al que fueron arrojados nuestros países en apenas unos días”
También se mueve el frente religioso en la guerra de Ucrania. Mientras su máximo líder, el Patriarca Kirill, cierra filas con Putin y proclama que “no debemos permitir que fuerzas externas oscuras y hostiles se rían de nosotros”, su clero rompe las filas. Más de 236 sacerdotes y diáconos de la Iglesia ortodoxa rusa acaban de firmar un escrito, en el que califican de “guerra fratricida” la invasión de ucrania y piden un inmediato alto al fuego y la reconciliación.
«Lamentamos el calvario al que han sido sometidos inmerecidamente nuestros hermanos y hermanas de Ucrania», dice el escrito, que sigue cosechando firmas de clérigos, aunque por ahora no se haya sumado ninguno de los metropolitanos ortodoxos, los cargos más altos de la jerarquía rusa.
La misiva comienza así: “Nosotros, los sacerdotes y diáconos de la Iglesia Ortodoxa Rusa, cada uno con nuestro propio nombre, nos dirigimos a todos aquellos de quienes depende el cese de la guerra fratricida en Ucrania”.
Paz en Ucrania
Tras lamentar “el sufrimiento al que fueron sometidos inmerecidamente nuestros hermanos y hermanas en Ucrania”, insisten en que la vida de cada persona “es un don inviolable y único de Dios, y por lo tanto deseamos el regreso de todos los soldados, tanto rusos como ucranianos, a sus hogares y familias sanos y salvos”.
Un dolor y un desgarro que puede permanecer durante mucho tiempo en la conciencia de la gente. Por eso, reconocen el “abismo” que tendrán que superar “nuestros hijos y nietos en Rusia para volver a ser amigos, respetarse y quererse”.
Además, los clérigos reconocen que el pueblo ucraniano debe ser libre de tomar sus propias decisiones, «no bajo el punto de mira de las ametralladoras, sin presiones de Occidente ni de Oriente».
Los curas y diáconos ortodoxos recuerdan lo que Dios le dijo a Caín: “La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora pues, maldito eres de la tierra, que ha abierto su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano”.
Pero también aseguran que, a pesar de la maldición de Caín, hay salvación para los que se arrepienten: “las puertas del paraíso están abiertas para cualquiera, incluso para una persona que haya pecado gravemente, si pide perdón a aquellos a quienes humilló, insultó, despreció, o a aquellos que fueron asesinados por sus manos o por su orden. No hay otro camino, solo el camino de perdón y de la reconciliación mutua”.
Porque, como dice el clero ortodoxo, el Juicio Final llegará para todos.
«Ninguna autoridad terrenal, ningún médico, ningún guardia nos protegerá de este juicio. Preocupados por la salvación de cada persona que se considera hijo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, no queremos que llegue a este juicio, llevando la pesada carga de las maldiciones de su madre. Recordemos que la sangre de Cristo, derramada por el Salvador por la vida del mundo, será recibida en el sacramento de la Comunión por aquellos que dan órdenes asesinas, no para la vida, sino para el tormento eterno».
Y en esa línea, finalizan su misiva con un llamamiento a la paz y al cese inmediato de las hostilidades: “Llamamos a todas las partes del conflicto al diálogo, porque no hay otra alternativa a la violencia. Sólo la capacidad de escuchar al otro puede dar esperanza de una salida del abismo al que fueron arrojados nuestros países en apenas unos días”.-