Día de Hispanoamérica: Compartir la vida esencia de la misión
Este 6 de marzo, la Iglesia española celebra el Día de Hispanoamérica, que en 2022 tiene como lema “Una vida compartida”
A lo largo de más de 70 años, más de tres mil sacerdotes diocesanos españoles, sin dejar de pertenecer al clero de su diócesis de origen, han sido misioneros en las iglesias del continente americano
Actualmente, las cifras oficiales hablan de 177 sacerdotes de la OCSHA que son misioneros en 19 países de América Latina y el Caribe
Este 6 de marzo, la Iglesia española celebra el Día de Hispanoamérica, que en 2022 tiene como lema “Una vida compartida”
La relación entre la Iglesia española y América Latina es algo secular. Tradicionalmente, la presencia del clero, de la vida religiosa, y en las últimas décadas de laicos y laicas, en las Iglesias particulares del continente latinoamericano ha sido una constante.
La OCSHA, una historia que comienza en 1949
En esta historia, ha tenido un papel importante la Obra de Cooperación Sacerdotal para Hispanoamérica (OCSHA), constituida el 4 de junio de 1949, con el objetivo de paliar la escasez de sacerdotes de las diócesis de Latinoamérica, con sacerdotes diocesanos voluntarios provenientes de España. Esto es algo que puede ser considerado un adelanto a la encíclica Fidei donum, promulgada por Pío XII en 1957, que buscaba favorecer la acción misionera entre el clero diocesano.
A lo largo de más de 70 años, más de tres mil sacerdotes diocesanos españoles, sin dejar de pertenecer al clero de su diócesis de origen, han sido misioneros en las iglesias del continente americano, llevando a cabo una labor ampliamente reconocida y agradecida por esas iglesias locales. Un momento de gran impulso de la OCSHA fue la década de 60, pues con motivo del Concilio Vaticano II, el Papa Juan XXIII hizo llegar al Cardenal Primado de España, Enrique Pla y Daniel, una carta pidiéndole a la Iglesia de España que hiciera un esfuerzo misionero enviando miles de sacerdotes a América Latina.
177 sacerdotes de la OCSHA continúan compartiendo la vida en la misión
Actualmente, las cifras oficiales hablan de 177 sacerdotes de la OCSHA que son misioneros en 19 países de América Latina y el Caribe, siendo Perú, con 49 sacerdotes, seguido de Chile con 19, los países que cuentan con una mayor presencia. Poco a poco, esa presencia ha ido disminuyendo drásticamente. De hecho, en 2021, solo dos sacerdotes han sido enviados por la OCSHA.
Las experiencias misioneras enriquecen la vida de la Iglesia, tanto de la Iglesia particular que envía, que se hace presente en una nueva realidad a través de aquel a quien está enviando, como de la Iglesia que recibe, algo que también afecta al propio misionero, que conoce realidades sociales, culturales, eclesiales, diferentes, lo que enriquece su vocación, pudiendo descubrir elementos que posteriormente estarán presentes en su vida y en su trabajo evangelizador, inclusive en su vuelta a su diócesis de origen.
6 de marzo: “Una vida compartida”
Este 6 de marzo, la Iglesia española celebra el Día de Hispanoamérica, que en 2022 tiene como lema “Una vida compartida”. Hablar de una vida compartida nos lleva a agradecer a Dios por la generosidad de la gente, que no dudan en repartir lo poco que tienen con aquellos que llegan. Algo que enseña que una vida compartida es algo que va más allá de las palabras, y que tiene sentido cuando se hace vida, cuando se convierte en realidad, pudiendo ser contemplado como un signo del Dios encarnado que nos muestra a través de la vida cotidiana aquello que somos llamados a asumir en nuestra vida y misión.
Uno comparte la vida cuando tiene disposición y capacidad para escuchar. En la escucha atenta del otro vamos descubriendo la vida que se encierra atrás de cada rostro concreto. La misión debe tener como primer paso esa disponibilidad para escuchar, para conocer las circunstancias vitales de la gente que la Iglesia le confía al misionero, la cultura de un pueblo en el que se ha ido moldeando la fe, la liturgia, el caminar como Iglesia, como comunidad cristiana, como bautizados, como hombres y mujeres de fe. Una fe que cuando se conoce, se vislumbra como ejemplo de lo que significa realmente confiar en Dios.
Escuchar con calma, sin exigir resultados, buscando conseguir que la gente, a partir de esa vida que va compartiendo y que el misionero va conociendo, pueda encontrar el camino de Dios, el modo de construir la Iglesia en aquel lugar concreto, donde siempre Dios se hace presente de diferentes modos, formas que muchas veces, en un primer momento, el misionero no percibe, pero que en el compartir la vida con el pueblo, va entendiendo y asumiendo como propio.
Compartir la vida como expresión de sinodalidad
En el compartir la vida está un elemento fundamental de la una Iglesia sinodal. Sínodo significa caminar juntos, y uno camina con los otros cuando abiertamente comparte la vida, sin guardarse nada, cuando está dispuesto a dar y recibir, a hablar y escuchar.
Ese compartir la vida, especialmente en la misión ad gentes, en la que el misionero es enviado a culturas y realidades completamente diferentes, ayuda a descubrir la riqueza de la diversidad. Frente a lógicas excluyentes, cada más presentes en nuestra sociedad y en ocasiones en nuestra Iglesia, somos llamados a superar esas formas de pensar y de entender la vida que dejan de lado a aquellos que consideramos inferiores.-
Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica/RD