Opinión

De honorable y “Centenario ” A un antro de leguleyos

Jorge Ramos Guerra «Picapedrero»:

El título de este Picapedrero lo dice todo y la indolencia de la sociedad peor, porque de la dirigencia política, ni de qué hablar, por sus complicidades en el bochorno que solo remueve tumbas de distinguidos profesionales del derecho, bien como jueces o litigantes. ¿En qué momento se jodió el Colegio de Abogados de Barquisimeto? Sin duda desde que los partidos políticos crearían tenerlo, como un comité de base” y luego, cuando el militarismo chavista, corrupto y narcotraficante, con sus aliados políticos y empresariales, inventaron una factoría, para otorgar en tres años título de leguleyos, con el carnet del PSUV.  ¡Ah! pero que se puede esperar, cuando Venezuela desde los mismísimos tiempos de Bolívar, su Poder Judicial nació corrompido con sus respectivas excepciones a extremos que,  en la Gaceta de la República del Perú,  decreto:

<<Artículo 1: “Prevarican de su oficio los jueces que, a sabiendas, juzgan contra el derecho, por afecto o desafecto a algunos de los litigantes u otras personas.” Artículo 2: “Cualquier magistrado o juez que cometa este delito, será privado de su empleo, e inhabilitado para obtener cargo alguno; y pagará a la parte agraviada todas las costas y perjuicios. Si la prevaricación fuese causa criminal, sufrirá además la misma pena que injustamente impuso al procesado.” Artículo 3: “El magistrado o juez que juzgare contra derecho, a sabiendas, por soborno o cohecho (…) será declarado infame.”>>

Solo una vez fue honorable y es una verdad positiva frente a lo que es hoy, que Rafael Caldera y Gonzalo Barrios conocieron de los perfiles de quienes serían magistrados, por sus libros publicados, honestidades, incluso por los idiomas que hablaban. Ahora, sustituido el Estado de Derecho y en consecuencia las disposiciones constitucionales para la  designación de los integrantes del Poder Judicial, es letra muerta. A ese máximo Tribunal de la República, lo preside un abogado de toga y prontuario y la justicia como dijera Pascal, cambia según el meridiano.

Doctores en Ciencias Políticas fueron, los grandes abogados de la Universidad Central de Venezuela de donde egresaron los larenses José Rafael Mendoza, Argenis Román y más jóvenes Ricardo Hernández Álvarez, y Rafael Rodríguez Parra, por citar a tantos fallecidos, De ellos salió, el “Instituto de Estudios Jurídicos” y sus internacionales Jornadas “Doctor  Jesús Domínguez Escovar” con las publicaciones de las ponencias que enriquecen la doctrina jurídica.

El Colegio de Abogados de Barquisimeto, ha dejado de ser la continuación académica de la Universidad. La Ley que les rige es de 1967, cuando no existían en el pais, más de tres mil profesionales del derecho, que hoy pasan de 200.000, la mayoría carnetizados, más no preparados, incluyendo a los tarifados jueces. La cátedra de “Ética Jurídica” no existe y en una ocasión una alumna me interrogó ¿De qué me sirve la ética en la profesión?

Hoy, el Colegio de Abogados de Barquisimeto, es un antro de leguleyos. Ya no es tanto el escándalo administrativo que se pretende ocultar, porque en el enredo hay mucha gente que pone en aprieto al régimen y a los llamados partido del “G4”, por los que no respondemos, pero si por Acción Democrática y sus honorables militantes que llegaron a presidir. Lo último es, la permisología para el trabajo de “pre pagos” en sus instalaciones que lo hace menos honorable, ¿Qué hacer entonces? Echarle un bidón encima ¡caiga quien caiga!

 

Jorge Ramos Guerra

ardive@gmail.com

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