El Papa

Por qué no viaja Francisco a Ucrania para tratar de detener la invasión rusa

El Vaticano nunca vuela todos los puentes en medio de un conflicto

Hay quienes opinan que debería ir a la zona de conflicto. Pero sin un acuerdo del cese del fuego sería una imprudencia y una actitud quijotesca

 

En rigor, Francisco viene ocupándose del conflicto entre Rusia y Ucrania desde mucho antes de comenzada la invasión. Personalmente, lo había tratado con Putin en 2015 y con el patriarca ortodoxo ruso Kirill en 2016

 

Por otro lado, el histórico recelo de la Iglesia Ortodoxa Rusa hacia el catolicismo dificulta sus gestiones pacificadoras

 

Además, que no se conozcan gestiones del Papa para detener la invasión a Ucrania no quiere decir que no las esté haciendo

 

Los abusos sexuales cometidos por miembros del clero. La falta de transparencia en las finanzas vaticanas. El embate de los conservadores que lo acusan de anticapitalista y filo comunista y la presión de los progresistas que quieren el celibato optativo y el sacerdocio femenino. El Papa Francisco tiene suficientes desafíos en su pontificado, pero a las puertas de su décimo año se le sumó una guerra en Europa con la invasión rusa a Ucrania ante la cual no faltan quienes consideran que Jorge Bergoglio no está haciendo todo lo necesario para pararla.

Entre los que cuestionan su papel en el conflicto hay quienes creen que Francisco debería ir a Ucrania y establecerse en el arzobispado de Kiev y desde allí encabezar un movimiento pacifista que colocará a Vladimir Putin en la disyuntiva de proseguir con los bombardeos o detenerse. Al fin y al cabo -argumentan-, Juan Pablo II vino a la Argentina durante la guerra de Malvinas y cuatro años antes -no personalmente, pero a través de un enviado, el cardenal Antonio Samoré- detuvo un inminente enfrentamiento bélico entre la Argentina y Chile.

En rigor, Francisco viene ocupándose del conflicto entre Rusia y Ucrania desde mucho antes de comenzada la invasiónPersonalmente, lo había tratado con Putin durante una visita que este le realizó en 2015, tras haber tomado la península de Crimea. Y con el patriarca ortodoxo ruso Kirill en 2016 en La Habana, en el primer encuentro de un Papa y un jefe de la ortodoxia rusa tras el Gran Cisma cristiano de hace casi mil años, cita que culminó con un llamado a la solución pacífica de la disputa.

El día anterior a la invasión Francisco convocó a una jornada de ayuno y oración por la paz para el 2 de marzo. A la par de que viene condenando la guerra tras el rezo del Ángelus dominical y en las AudienciasGenerales de los miércoles y si bien llegó a considerar “diabólica” la apelación de Rusia a las armas, hay quienes lo critican por no emplear la palabra “invasión” y por no mencionarlo con su nombre y apellido al gran responsable de la ofensiva militar, es decir, a Putin.

Pero El Vaticano nunca vuela todos los puentes en medio de un conflicto. Siempre apuesta a que se alcance una solución pacífica y se reserva -en caso de no estar interviniendo- como actor de última instancia. Además, considera que no se trata de practicar una escalada verbal para satisfacer a los sectores más duros, sino de contribuir eficazmente a la superación del diferendo. Por otra parte, siguiendo la doctrina cristiana, no critica personas, sino actitudes.

Ahora bien: que no se conozcan gestiones del Papa para detener la invasión a Ucrania no quiere decir que no las esté haciendo. Es una regla de oro de toda negociación no publicitarla hasta que se llegue a un acuerdo para evitar el riesgo de perjudicarla. En su cercanía dicen que está manteniendo frenéticos contactos, pero -como les sucede a tantos otros líderes mundiales- está tropezando sobre todo con la intransigencia de Putin, lo que lo angustia.

En su caso, Francisco tiene varias complicaciones adicionales. A diferencia de la Argentina y Chile, que son dos naciones de mayoría católica, Ucrania y Rusia son de mayoría ortodoxa y sus autoridades eclesiásticas no están pidiendo su intervención como lo hicieron en 1978 los Episcopados argentino y chileno. No solo eso, la ortodoxia rusa y la ucraniana están enfrentadas hace rato porque el patriarcado de Moscú quiere dominarla.

Además, la Iglesia Ortodoxa Rusa siempre receló del catolicismo porque considera que tiene pretensiones proselitistas en Rusia. Esto impidió que un Papa viajero como Juan Pablo II no pudiera visitar ese país. Y si bien Francisco logró un acercamiento histórico con Kirill al reunirse con él, la tensión recrudeció con la invasión a Ucrania porque el patriarca ruso -un gran aliado de Putin- la justificó abiertamente.

En una reacción pública inusual, el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Parolin, criticó esas afirmaciones por considerar que “no ayudan a un entendimiento y pueden contribuir a inflamar más los ánimos”. Lo cual confirma que las gestiones reservadas de Francisco no están arrojando resultado alguno. De lo contrario, Parolin no hubiese salido a criticar a Kirill en la forma que lo hizo.

Es cierto que Juan XIII realizó una gestión clave para la resolución de la crisis entre los Estados Unidos y la Unión Soviética por la instalación de rampas para el lanzamiento de misiles rusos en Cuba que hace 60 años puso al mundo al borde de una Tercera Guerra Mundial. Pero en aquel momento existía en Rusia un régimen ateo militante y la Iglesia Ortodoxa Rusa carecía de peso.

Cabría apelar entonces a aquel dicho que reza: “No hay peor astilla que la del mismo palo”. Porque, en definitiva, también hay detrás de todo este conflicto un problema intercristiano entre católicos y ortodoxos que dificulta aún más la búsqueda de una solución. Curiosamente, esto pasa en tiempos de grandes acercamientos de los cristianos con judíos y musulmanes.

En 1982 Juan Pablo II cumplió con una visita programada a Gran Bretaña y para no mostrar un favoritismo en la guerra de Malvinas vino también a la Argentina cuando la contienda -que no se estaba desarrollando en el continente- estaba llegando a su fin. No puede equipararse a la actual situación en Ucrania. Pretender que el Papa viaje a Ucrania sin un mínimo acuerdo previo en favor de la paz, además de una imprudencia, sería una quijotada.-

| Sergio Rubin/Valores Religiosos/RD

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