Entrevistas

Simón García: «No es el gobierno el que está al borde del precipicio»

De acuerdo con el analista político nacional y uno de los fundadores del MAS, Simón García, los políticos que han estado simpatizando con el gobierno de Nicolás Maduro han ido acabando con la esperanza de los venezolanos

De acuerdo con el analista político nacional y uno de los fundadores del MAS, Simón García, los políticos que han estado simpatizando con el gobierno de Nicolás Maduro han ido acabando con la esperanza de los venezolanos, especialmente aquellos que se postularon a cargos de elección popular por partidos de oposición y recibieron apoyo de los votantes y luego manifestaron públicamente estar a favor de esta gestión.

Destaca que lamentablemente estos personajes se han encargado de bloquear la idea de que es posible un entendimiento entre la oposición y el oficialismo, sin necesidad de renunciar a sus principios.

“El dilema que tenemos los venezolanos es que no es el Gobierno el que está al borde del precipicio, somos todos los venezolanos los que estamos metidos en un hoyo de no sé cuántos metros de profundidad, del cual no podemos salir por separado. Aquí es necesario y va a venir un nuevo entendimiento nacional con sectores que hoy están en el poder y sectores que hoy están en la oposición junto a políticos independientes, líderes sociales y dirigentes de instituciones básicas como la Iglesia y Fedecámaras”, destacó.

¿Esto quiere decir que se puede generar un nuevo diálogo?

Bueno, el diálogo existe, hay tres tipos de diálogo. Hay un diálogo que existe en el venezolano común, en mi barrio, en mi vereda, en mi urbanización, donde la gente habla y establece lazos de antipatía y de simpatía, de cooperación y de rechazo. Hay un segundo diálogo que es el diálogo oculto que hacen distintos dirigentes de la oposición con el poder y no lo declaran. Y hay un tercer diálogo, que es el diálogo a la luz pública, que es el que ha transcurrido en los casos como México y que siempre son favorables.

¿Cree posible que se retomen las conversaciones entre el Gobierno y la oposición en México?

Hay una presión de distintos factores geopolíticos internacionales y hay una disposición manifestada por sectores de la oposición y sectores del Gobierno a reponer ese diálogo u otro. Lo que sí me parece evidente es que necesitamos entendernos, necesitamos reaprender a encontrarnos en un debate que tenga como prioridad al país y a su gente.

¿Cómo ve la oposición venezolana en estos momentos?

En la peor situación posible de imaginar. Porque en primer lugar, está sumamente debilitada, al borde de la extinción desde el punto de vista de su presencia efectiva en la sociedad. Está sumamente fragmentada, es un campo político que perdió la brújula y que no encuentra cómo recobrar y reconstruir su utilidad para el país.

¿Es necesaria la pronta renovación de los partidos y liderazgos políticos?

He llegado a la conclusión que estamos en un momento en el cual ese liderazgo está superado por la misión que debe cumplir al país y a su partido. Efectivamente, es el momento en el cual la mejor muestra de liderazgo es la de abrir las puertas de una renovación de la estrategia y una renovación de los programas políticos no solamente de los dirigentes, sino también de las ideas, sobre todo una renovación que no sea culpada como una guillotina para los que han dado su vida y se han dedicado a la lucha política.

¿Y qué instrumentos deberían usarse?

En primer lugar, el debate. Es decir, la discusión abierta de los temas que afectan a los partidos como sociedad, la relación de los partidos con el estado y la formulación de un proyecto nacional que casi ninguno lo tiene. Lo que se tienen son deportes de los viejos proyectos, cuando los partidos en vez de aparatos que intentan aportar votos facilitaban unas formaciones con mayor asunto programático. En segundo lugar, la relación con la gente. Si no hay gente no hay partidos, entonces esos partidos encapsulados en una lucha ficticia por el poder no van a ofrecer nada, sino que van a continuar un proceso de extinción progresiva, de decadencia.

¿Por qué no se ha logrado la unidad opositora? ¿Qué les hace falta?

No se ha logrado porque el interés particular en la lucha por la sobrevivencia de la pequeña parcela partidista exige mucho. Exige mucha dedicación y mucha atención por parte de los miembros de esas organizaciones, entonces para ellos primero es salvar el partido y segundo es salvar el país. Esta inversión de prioridades va a existir mientras los partidos no sean más fuertes para elevarse sobre esta precariedad, mientras no haya una generación de políticos que pueda estar unificada por la aspiración de un país común, una generación que tenga en el cerebro un deseo de país, como ocurrió con la generación entre 1936 y 1948, va a ser muy difícil.

¿Por qué hasta el momento la oposición no ha logrado ninguno de los objetivos que se ha planteado?

Porque en los últimos años la oposición ha estado hegemonizada por un globito de política ficción. Una parte importante de los objetivos que se ha planteado carecen de los medios y de las condiciones para ser ejecutados y para ser realizados. En segundo lugar, porque la oposición abandonó la democracia y en vez de concentrarse en la lucha por ampliar sus poderes se concentró en una lucha por atacar el voto y llamar a la abstención, es decir, un conjunto de errores que se convirtieron en una derrota espantosa de la oposición, derrota que aún no ha sido reconocida ni asimilada enteramente, por lo cual la urgencia del cambio se para.

¿Cuando habla de que se abandonó la ruta democrática, se refiere sólo al voto?

Al acercarse a una idea de que el poder se obtiene mediante un golpe de Estado, mediante una invasión o mediante una insurrección al considerar que la vía política principal donde conquistan la democracia es por la violencia.

¿Ve algún líder dentro de la oposición venezolana que en estos momentos valga la pena seguir?

Lo que pasa es que la dinámica política está tan frente a uno, que uno puede tener un líder en sus narices y no verlo. Hay liderazgos que van emergiendo de una manera que no es espectacular, entonces me cuesta percibir la existencia de esos liderazgos. En particular, creo que hay que ser un poco cauto en este sentido, porque las expectativas de relevo han sido frustradas. La generación del 2007 terminó disolviéndose y no asumiendo la dirección y la renovación de la oposición.

Si las elecciones presidenciales fueran mañana. ¿Quién debería ser el candidato de la oposición?

La personalidad, la figura política que reúna el mayor consenso posible con posibilidades de lograr lo que está objetivamente construido, que es una victoria. Por ahora no hay que anticipar un nombre porque es mandarlo al fusilamiento.

¿Cómo ve usted esta nueva generación de liderazgos opositores en Venezuela?

Vale la pena porque son jóvenes, son gente con pasión, con ilusiones, con ideales. Son gente que está defendiendo la democracia. Hay una mitad del país que está luchando por la democracia y una mitad que está esperando que otros luchen por la democracia para sumarse a ella. Estos jóvenes que están en las regiones y que están en las localidades  son una fuerza bastante importante a la que hay que ayudar muchísimo.

Daniel Ceballos dijo que será candidato presidencial. ¿Pudiera tener fuerza?

Él no tiene ninguna fuerza. Seguir calculando la consistencia de un político porque se lance a una elección es un error, es una falta de respeto también al electorado. Lo que hay que buscar en estos momentos son las condiciones que permitan, desde el punto de vista programático, desde el punto de vista de compromiso con el país, el mayor consenso posible. Una vez acordado una política es más fácil buscar quién encarne esa política, ahora, para entrar en esa selección hay que tener con qué.

¿Qué hace falta en Venezuela para que exista un cambio de Gobierno?

Hace falta que todos descubramos qué se gana con un cambio de gobierno, incluidos los que están ejerciendo el gobierno hoy, que deben comenzar a comprender que un cambio de gobierno no es una amenaza para ellos, que un cambio de gobierno no es una guillotina para su proyecto político, sino que es posible que proyectos políticos opuestos puedan convivir en una lucha democrática, en una lucha donde el que gane sea respetado y donde el que pierda tenga garantías para el ejercicio y la preservación de sus derechos.

A su juicio ¿Cuál es el partido con más fuerza actualmente en Venezuela?

Hay que mirar los últimos resultados electorales porque ese es el principal indicador. Aparentemente, los residuos de partidos y la prolongación de las narrativas partidistas que vienen de las fortalezas del pasado, todavía se expresan en organizaciones como Acción Democrática que está dividida en dos y eso la pone un poco contra la luna y las organizaciones que quedan son muy débiles. Cuando uno ve la identificación de los venezolanos con los partidos se encuentra que en su mayoría, todas estas organizaciones están por debajo del 2% de apoyo. Más seguidores tiene el Táchira Futbol Club en el país que un partido político.

¿Ese acercamiento entre el gobierno de Biden y el de Maduro pudieran generar algún daño al gobierno interino de Juan Guaidó?

Los cambios en el gobierno interino que dirige Guaidó ya se están produciendo desde antes y no depende solo de este factor. De hecho el G4 que era el eje de sustentación del gobierno interino, ya no existe.

¿Por qué Guaidó no ha rendido cuenta de su gestión a pesar de todas las denuncias en su mantra?

No sé, nadie está exento de cumplir con las reglas de rendimiento de cuentas y de control. Es un rasgo de autoritarismo, en vez de ser una alternativa de gobierno diferente, es un reflejo del gobierno que existe sobre el país y contra el país, es el gobierno de Maduro en la oposición.

Anggy Murillo – La Prensa de Lara

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