Tesoro escondido Teológico-Pastoral
Mons. R. Ovidio Pérez Morales:
La Presentación del Documento de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Puebla 27 enero-13 febrero 1979), firmada por la presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), definió como “línea teológico-pastoral” (LTP) de aquel trascendental encuentro: comunión y participación. Inmediatamente antes había expresado: “Puebla es (…) un espíritu, el de la comunión y participación que, a manera de línea conductora, apareció en los documentos preparatorios y animó las jornadas de la Conferencia”.
El referido binomio aparece identificado, por tanto, como “línea teológico-pastoral”, “espíritu”, “línea conductora” de la III Conferencia. Es decir, se lo afirma como elemento fundamental para interpretar tanto el encuentro continental en sí, como el conjunto doctrinal y práctico que produjo.
La Presentación no entra a definir propiamente qué entiende por “línea teológico-pastoral”; precisa sí una de sus características, a saber la de ser “línea conductora”. El definirla habría de constituir un valioso aporte del Episcopado Venezolano, cuando, con vista al Concilio Plenario de Venezuela (2000-2006), al asumir la LTP de Puebla (comunión), precisó en qué consistía una tal línea: “Por ésta se entiende la noción o categoría, interpretativa y valorativa, que constituye el principio o eje unificador de lo que teológicamente afirma y pastoralmente se propone”; y agregó algo muy importante:
“El tener presente y aplicar dicha línea, ayudará grandemente en la preparación, realización y actuación del Concilio Plenario. Servirá, sobre todo, a interpretar, con mayor claridad y unidad, acontecimientos y enseñanzas, así como a poner en práctica de modo coherente, la nueva evangelización” (Carta Pastoral Colectiva Con Cristo hacia la comunión y solidaridad, 10.1.2000, 18).
Pueden usarse como sinónimos de LTP las siguientes expresiones: eje unificador o articulador, categoría englobante, núcleo organizador; otras, como línea conductora, hilo conductor, eje transversal, tema dominante, podría decirse que son manifestativas, aunque, estrictamente hablando, no constitutivas.
Puebla acompañó la categoría comunión con la de participación y así dejó este binomio como su LTP. El Episcopado venezolano para el CPV sustituyó participación por solidaridad. Queda claro, por tanto, que lo nuclear de la LTP viene a ser comunión, mientras que participación y solidaridad, son categorías acompañantes, que explicitan algo que la comunión exige, manifiesta o causa; ellas, por lo demás, no son mutuo excluyentes, sino complementarias, como el mismo CPV lo patentiza (ver su documento La comunión… 55). Ahora que está sobre el tapete el tema de la sinodalidad, ésta podría desarrollarse eventualmente también como noción acompañante de la comunión. ¿Hacia dónde se dirige y ha de dirigirse, en efecto, el caminar juntos? Las nociones acompañantes pueden variar de acuerdo a circunstancias y sensibilidades.
No he dudado en calificar la formulación e identificación de una LTP y, concretamente la de comunión, como verdadero descubrimiento de Puebla, y la definición por el Episcopado venezolano de lo que se ha de entender por una tal línea, como un muy valioso y necesario complemento. De modo semejante me parece lamentable el no aprovechamiento eclesiástico y eclesial -comenzando por el continental y aún, parcialmente, por el venezolano- de la LTP de comunión, lo cual ha hecho que ésta haya permanecido como un tesoro escondido. El desenterrar este tesoro de Puebla será sumamente beneficioso y esto desde los niveles más sencillos de formación de la fe y de las expresiones más simples de las varias dimensiones de la evangelización.
Sobre el tema de la LTP he escrito unas cuantas cosas, pero citaría por el momento sólo el libro Comunión y sinodalidad[1]. Allí se exponen algunos de los grandes beneficios que ofrece la explicitación y aplicación de la LTP para una interpretación orgánica y una praxis estructurada del entero mensaje cristiano; éste no se queda entonces en un catálogo o inventario de doctrinas y prácticas, sino que ofrece un conjunto armónico teológico-pastoral. De éste, la LTP es el eje articulador, noción englobante[2].
La noción o categoría comunión viene a ser la respuesta a las múltiples preguntas que desde la doctrina y la praxis se ponen al referido mensaje, comenzando por la primera y principal, que es la relativa a Dios mismo. La línea teológico-pastoral de comunión tiene su punto de partida y motivación en quien es el principio y fin de todo, y se nos ha revelado como comunión. Comunión es núcleo articulador también de lo práctico (ético-pastoral) por cuanto dicha noción es equivalente a la de amor y es así como Dios se define como comunión y amor. Amor tiene, por cierto, un matiz más operativo y en este sentido puede decirse que el amor teje la comunión.
No sobra recordar, cuando reflexionamos sobre LTP, que cuando el ser humano comenzó a filosofar, una cuestión que se asomó de inmediato como primordial fue el de la unidad. La Revelación nos ha regalado en el Unitrino la explicación última.
[1] Comunión y sinodalidad, Caracas 2021. Se puede bajar de mi blog perezdoc1810.blogspot.com
[2] En Que todos seamos uno, síntesis de fe y acción, Paulinas, Caracas 2015 he procurado ofrecer el contenido fundamental de la fe estructurado en torno a comunión como línea teológico-pastoral.