Lecturas recomendadas

He estado pensando… si vale la pena celebrar la Navidad

Sí, celebrar la Navidad hoy, aquí, tiene sentido, porque no es otra cosa que abrir el corazón a Aquel que dijo que era “el Camino, la Verdad y la Vida”

Ante la herida abierta de miles de presos políticos, encarcelados por el único delito de pedir libertad y prosperidad para su tierra, necesitamos celebrar a Aquel que fue crucificado porque los que no querían escucharlo buscaban a toda costa acallar su voz

 

Ante el miedo que nos corroe hasta los tuétanos y nos paraliza, necesitamos celebrar a Aquel que repite una y otra vez: “yo estoy contigo”.

 

La Navidad es una celebración, es alegría, es gozo, es fiesta, pero ¿tiene sentido hacer fiesta desde la realidad sufriente y estancada de nuestro pueblo?

Yo creo que sí, y tal vez hoy más que nunca, porque…

Ante un pueblo que un día le dio la espalda a Dios, necesitamos celebrar al Dios que siempre viene, que se ha mantenido fiel, que ha alimentado nuestras esperanzas, que no ha dejado de acoger a aquellos que han decidido volver el rostro hacia él, y que no deja de esperar a sus hijos dispersos. Ante tanta mentira institucionalizada, ante la cínica manipulación de la información y la humillación de nuestra inteligencia como pueblo, necesitamos celebrar a Aquel que dice: “ustedes conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”.

Ante la avalancha de leyes impopulares hechas para reprimir, para castigar, para destruir a la familia desde sus cimientos y apoyar la cultura de la muerte, necesitamos celebrar a Aquel que dijo que venía para que tuviéramos vida, y vida abundante.

Ante la realidad de un pueblo que no es feliz, necesitamos celebrar a aquel que fue anunciado como “una gran alegría para todo el pueblo”.

Ante el miedo que nos corroe hasta los tuétanos y nos paraliza, necesitamos celebrar a Aquel que repite una y otra vez: “yo estoy contigo”.

Ante un pueblo cuyas familias se fragmentan continuamente y se rompen por la separación y la distancia, necesitamos celebrar a Aquel que quiso nacer en el seno de una familia y que vino a luchar para que no separe el hombre, con su indiferencia y su absoluto desprecio por la institución familiar, lo que Dios concibió para que se viviera en unidad.

Ante un pueblo cada vez más desesperado por la escasez y el aumento desmedido de los precios, necesitamos celebrar a Aquel que multiplicó los panes y los peces, y enseño la solidaridad y el compartir.

Ante el veneno del rencor que nace del rechazo a los que nos gobiernan, necesitamos celebrar a Aquel que dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.

Ante la expansión de la injusticia y el abuso, necesitamos celebrar a Aquel que dijo que había que perdonar setenta veces siete, porque el otro, más allá de su conducta, no deja de ser un hermano.

Ante la herida abierta de miles de presos políticos, encarcelados por el único delito de pedir libertad y prosperidad para su tierra, necesitamos celebrar a Aquel que fue crucificado porque los que no querían escucharlo buscaban a toda costa acallar su voz, sin darse cuenta de que, cuando se silencia una voz justa, hasta las piedras gritan.

Ante la tristeza y la frustración de una vida de absurda sobrevivencia y de un horizonte aparentemente cerrado, necesitamos celebrar a Aquel que no pudo ser retenido en el sepulcro, y que nos trajo la victoria de la vida sobre la muerte cuando todo parecía irremediablemente perdido.

Isla de Cuba

Isla de Cuba Tomada de Internet

Sí, celebrar la Navidad hoy, aquí, tiene sentido, porque no es otra cosa que abrir el corazón a Aquel que dijo que era “el Camino, la Verdad y la Vida”, y hoy nosotros, más que nunca, necesitamos construir un país que elija los caminos del amor y del perdón, necesitamos desterrar el miedo a la verdad, y necesitamos que se cumpla en nosotros la profecía del profeta Isaías: “el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz”.-

 | Julio Pernús corresponsal en República Dominicana Por P. Alberto Reyes- Arquidiócesis de Camagüey/RD

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba