Opinión

Venezuela y Ucrania, reflejos de una misma ambición

Egildo Luján Nava:

Más de 8 millones de venezolanos se han ido del país durante los últimos 5 años, la mayoría de ellos sin rumbo ni destino definido y con muy limitados recursos.

Lo han hecho, además, sin la ayuda  de nadie y, en muchos casos, sufriendo de acosos, como de abusos criminales, y convencidos de que, como sucedió ayer, cuando Venezuela se convirtió en asiento, lugar de llegada y de acogida de migrantes de diferentes partes del mundo, con ellos sucedería otro tanto.

Tales connacionales, diseminados actualmente por más de 90 países, salieron, asimismo, expuestos a todo tipo de penurias, como a  los peligros en caminatas interminables de miles de kilómetros. Lo hicieron  sufriendo el mal trato y desprecio xenofóbico, viviendo en carne propia lo que nunca pensaron que acontecería con ellos: no habría la respuesta soñada, ansiada y esperada que Venezuela le dispensó a sus visitantes de larga permanencia . Es decir, el trato que aquí se le dispensó a la diáspora proveniente de sitios en donde las guerras, el hambre, la pobreza y la negación a crear país y construir patria, expulsaron a los suyos. Jamás imaginaron que aquí  encontrarían  respaldo, ayuda, asistencia  incondicional.

Es cierto, la respuesta que entonces se dio en Venezuela fue  cuando nacía y se consolidaba la Democracia y vivir en libertad era un coincidente propósito de los venezolanos. Hoy, en cambio, se le ha obligado a salir del territorio nacional.

A esa misma poblada de distintas generaciones venezolanas, se les ha convertido en fugitivos,  a migrantes por la fuerza, luego de que los errores en los que incurrió una parte importante de su dirigencia política reeditó los equívocos de otras partes del Continente, para sembrar burlas, errores, ambiciones y el innegable culto a la falsa grandeza construida bajo el amparo de la ignorancia, la codicia y la megalomanía. En tanto que la que rechaza la misma obligación de irse, y opta por permanecer en suelo nacional, suma un contingente de rehenes supeditados al capricho voluntarioso de una administración a la que, por igual, le resulta indiferente acatar y cumplir con la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, como el propósito de los alcances del Estado de Derecho.

Tal sistema de vida, sin embargo, como consecuencia de todo aquello en lo que se ha convertido la manera de vivir, la vivencia misma y la comprensión de lo que traduce la posibilidad de que Venezuela se reencuentre con la alternativa de vivir en Democracia, ha hecho posible que los venezolanos que han migrado y los que se resisten a hacerlo, por igual, estén entendiendo qué traduce lo que ha sucedido con su país y lo que está pasando con Ucrania. Y su visión es la de que ambos países han sido destruidos.

Ucrania ha sido invadida por Rusia y lucha valientemente en una terrible guerra cruenta y destructora de sus ciudades, y que  se espera que sea corta. En tanto que Venezuela, en sólo 23 años, ha sido asumida,  invadida, desmoralizada y saqueada por pillos nacionales e internacionales, como por varios países, entre ellos Rusia y Cuba, catalogados como cenáculos de forajidos, además de mafias organizadas.

En el caso de Ucrania, el objetivo de la Rusia invasora es apoderarse del «Granero de Europa» y de usarla como territorio «corta fuego» en la frontera con Europa,  como de plan piloto de agresión y de conquista con intenciones de continuar avanzando sobre otros países europeos. ¿Motivo central?:  poner en práctica -o emulando el plan del criminal Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial- su propia modalidad de apoderarse de Europa y del mundo.

Afortunadamente, la OTAN y el mundo libre -o lo que se conoce erradamente como Naciones Unidas- se han dado cuenta de lo desproporcionado y peligroso del sueño Imperial Ruso, y están actuando en favor de Ucrania y repudiando la bárbara agresión. El resultado, sin embargo, aún está por verse.

En el caso de Venezuela -y muy similarmente al ucraniano- Rusia o Putin, en sus delirios imperiales, igualmente, han invadido al país para convertirlo en  «cabeza de playa», para actuar en el resto del continente, en conchupancia y/o complicidad con autoridades internas, Cuba y las guerrillas colombianas. A ello, se suman mafias de todo tipo, con el objetivo de contaminar y de eliminar las débiles democracias latinoamericanas, como de  tomar el control de aquellos países que, de hecho, están en inminente peligro de sometimiento absoluto. Es el caso de Cuba, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Chile, Perú, Bolivia, Argentina y Ecuador, constituyéndose así en otra gran amenaza para el mundo y, especialmente, para el país más poderoso de la tierra, como es  ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMÉRICA.

Al igual que con Ucrania, el mundo libre y democrático, en conjunto, deben poner sus ojos sin tardanza sobre lo que ha venido sucediendo en Venezuela. Ambos países ocupan una posición geopolítica y estratégica muy importantes. Venezuela poseedora de grandes reservas de hidrocarburos, hídricas y de otros recursos naturales, mientras que el tratamiento que recibe Ucrania de Granero de Europa, describe que se trata de países  que están dentro de el mismo plan ruso, como amenaza para la paz mundial.

Estados Unidos, equivocadamente, cree tener control de lo que los analistas  han mal llamado su «patio trasero», representado en este caso por  América del Sur. Los países Latinoamericanos, incluyendo a Brasil,  ya han sido contaminados por el «Foro de Sao Paulo» y su brazo operativo, representado por  el «Socialismo del Siglo XXI». Es oportuno señalar la importancia de este amplio y rico continente, como el hecho de que sus países son los llamados a futuro a conformar sus más importantes y posibles aliados. Se trata del continente con mayores reservas de todo tipo en el planeta y está llamado a ser el granero del mundo.

A futuro, el alimento y el agua serán los bienes más escasos y necesarios para la subsistencia del género humano. Es importante que el mundo democrático se percate de la importancia de contar con esta parte del Continente, y tomar conciencia, además de  acciones positivas, como de fomentar el progreso, alianzas y desarrollos sin más dilaciones.

De igual manera, es oportuno recordar que hoy, más que nunca, la «Doctrina Monroe» promulgada por Estados Unidos durante la presidencia del Sr. James Quincy, en el año 1823, y, con gran clarividencia, fue establecida por el país del norte para proteger esta parte del continente de toda intromisión foránea.

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