La “Niña Engracia”, la artesana culinaria de El Tocuyo
Una dama dedicada a cultivar las más deliciosas tradiciones. Dicen que quien las prepara bien, tiene vía libre de Dios para una vida larga y plena, como la suya
Macky Arenas:
Es hermoso y justo recordar a nuestros personajes más entrañables. Esos que han nacido, crecido y pasado por nuestros pueblos y ciudades, dejando huellas imborrables. En este caso, más que una huella, una tradición y un regalo para nuestro criollo paladar.
Un día de abril, El Tocuyo despidió a uno de sus grandes emblemas. Falleció hace unos años, dejando atrás un mes de abril que no pudieron robarle y una vida de trabajo tesonero.
Se fue detrás de su amada Virgen Divina Pastora -veneradísima advocación de los larenses- pues sus fiestas, que se prolongan mucho más allá de su día abriendo el año, ven a la imagen recorrer muchas parroquias hasta regresar a su lugar en el templo barquisimetano. Apenas la Divina Pastora se había reacomodado en su nicho en 2015, cuando partió Engracia, sin haberse perdido su último 14 de Enero.
La “Niña Engracia”
Esta reconocida artesana culinaria fue la hija de un agricultor que perdió temprano a su esposa. El padre se llamaba Martín y la madre Aquilina. Su historia es, como se ha dicho, agridulce. Perdió a su madre muy pequeña y tuvo que hornear muchos panes anisados para poder sostenerse. Pasó de hogar en hogar hasta que quedó al cuidado de unos tíos.
Se llamó Engracia Pastora Pérez Yépez. Pastora por la Virgen; Yépez porque tal vez no haya un apellido más larense que ése; y Engracia porque el médico, cuando a los 20 años la joven contrajo una grave enfermedad, dijo que no viviría muchos años. ¡Y llegó a los 104!
En realidad, siempre la llamaron “Niña Engracia” y nunca se casó, por lo que muchos piensan que el nombre de En-gracia le sentó literal…
Pero lo cierto es que la señora llenaba de “gracias” a todo el mundo por su increíble habilidad culinaria para hornear las delicias de la región: acemitas, pan de horno, pan de tunja y otros dulces.
El Tocuyo, lugar donde nació esta dama en 1910, queda en el estado Lara.
Ciudad Madre
Se llama Nueva Señora de la Pura y Limpia Concepción de El Tocuyo. Fue fundada el 7 de diciembre de 1545 por Juan de Carvajal, escribano de la Corona y relator de la Real Audiencia de Santo Domingo. Desde ese mismo momento, El Tocuyo fue epicentro cultural de la Provincia de Venezuela, y sus noticias resonaban en la América hispana, como la educación igualitaria a clérigos y laicos.
Del siglo XVII destacó la escuela de pintura que se irradió hacia el interior de Venezuela, mantenía contacto con la Escuela de Quito y que fue el germen del considerado primer pintor de la Venezuela colonial, el extraordinario Pintor del Tocuyo creador del ferviente imaginario religioso de nuestra historia cultural.
Además de la pintura, esta zona desarrolló sus particularidades musicales con el Golpe Tocuyano, el Tamunangue y la celebración de La Zaragoza.
Como fue la primera ciudad fundada por los españoles con carácter de permanencia en tierra firme llegándose a convertir en la más importante en el territorio de Venezuela, por sus actividades en el ámbito de la ganadería, la agricultura y el comercio, fue también el punto desde donde partieron los colonizadores a fundar otras ciudades motivo por el cual se le conoce en la historia como la “Ciudad Madre de Venezuela”
La ciudad de los Siete Templos
Esta ciudad está enclavada en un fértil valle rodeado de colinas muy cerca a las montañas andinas, en el municipio Morán del estado Lara, al suroeste del estado Lara -Venezuela, a menos de 55 km. de la capital Barquisimeto. Desde tiempos prehispánicos fue territorio de las etnias indígenas. La palabra tocuyo tiene una significación etimológica derivada de sus ancestrales aborígenes Gayones, como etnia predominante en la región durante el período prehispánico, así como de otras etnias, y para algunos significa: Sumo de Yuca.
Según el profesor Antonio Saldivia Prado, aparte de esa significación etimológica, fue tanta la importancia que tuvo esta región por el cultivo de algodón que autores como Juan de Arona llegó a señalar que el nombre de El Tocuyo se forma de cuyu, verbo quichua que quiere decir “torcer el hilo con las manos”.
Se le conoce también como La Ciudad de Los Lagos Verdes, de donde se extraía la tierra arcillosa que hoy es la base de su famosa artesanía de barro; y La Ciudad de los Siete Templos pues, tal y como reseña Saldivia Prado, “por su importante actividad social y económica, trajo aparejada el florecimiento de una intensa vida religiosa, llegando a existir los templos de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción, San Francisco, Belén, Santa Ana, Santo Domingo, San Juan Bautista y La Valbanera”.
Una precursora
En la región, a Engracia se le tiene como la precursora de las celebérrimas acemitas tocuyanas. Hay gente que va desde todos los rincones de Venezuela a buscar esta ricura.
No siempre su dominio en la cocina fue magistral. Al principio, tuvo muchos fracasos. Las acemitas –nada sencillas de preparar- no cuajaban. Una amiga le enseñó el arte y pronto se convirtió en una experta. Horneó hasta 1995 cuando uno de sus primos la obligó a retirarse: la jubilaron a los 75 años. Alegóricamente, vivió en el barrio Los Hornos – llamado así por las maravillosas piezas de barro que se hornean allí- en una casa de barro construida por ella misma y el apoyo de sus primos.
La «semilla» de la colonia española
Este auténtico manjar, la acemita, se elabora a partir de una receta que viene desde los tiempos de la colonia. El nombre de esta preparación fue traído por los españoles y muy probablemente por los andaluces y su origen etimológico se remonta, primero al árabe y más atrás al griego.
La palabra Acema o acemita en su diminutivo, significaban “flor de la harina” y asimismo “pan hecho con levadura”. Que aparece en el antiguo testamento de la Biblia en Levíticos 24:5 “Y tomarás flor de harina, y cocerás de ella doce tortas; cada torta será de dos décimas de efa.”
La “ACEMA” es también la voz arábiga “semid” que con el artículo usado en dicha lengua, dió “asemid”. Pero los etimologistas se han ocupado de establecer que esta palabra es un préstamo del latín “semilla”, y ésta a su vez viene del griego “zimites”. Pero no queda allí la indagación, pues, buscando más atrás se encontró que el vocablo aparecía en el sánscrito como “semida”.
Acemitas «Niña Engracia»
En El Tocuyo se originaron y, justamente, las acemitas adoptaron su nombre. Se llaman Acemitas Niña Engracia y se preparan a partir de una pasta solidificada que consiste en el residuo de la evaporación artesanal del jugo de la caña de azúcar, que tanto y tan bien se cultiva en la zona.
Se trata de una delicia de la gastronomía larense, un bizcocho o, como llamaban nuestro abuelos –escribe Heidi Suárez en su blog- “amasijo, boyo o boya de pura dulzura” aliñado con ingredientes emblemáticos como papelón o panela, vainilla, anís, canela y nuez moscada, sabores y aromas criollos, las esencias dulces que son ricos al paladar y que tanto nos llaman la atención.
Las acemitas no paran
En adelante, sus sobrinos son quienes ha venido fabricando las acemas que ella hizo famosas. Cuentan que hasta sus 103 años se limitaba a estar, con su mirada perdida en una silla, quizá pendiente de cómo se elaboran sus panes vendidos a todas partes del Estado Lara y fuera de él. Pero, eso sí, no hay larense que no las tenga en su mesa.-