Trabajos especiales

«La próxima guerra puede ser por el agua»

En los últimos dos años, los enfrentamientos por el líquido elemento sobrepasan el centenar

«Si las guerras del siglo XX se lucharon por el petróleo, las guerras del próximo siglo serán por el agua». Estas son palabras que cuentan casi con dos décadas de vida, fueron pronunciadas en 1995, y que tienen a pesar de su edad plena vigencia. El autor fue Ismail Serageldin que, por aquel entonces, era vicepresidente del Banco Mundial. «Ahora hablamos de guerra energética en Ucrania», apunta Darío Soto, secretario ejecutivo de la Asociación Mundial para el Agua (GWP por sus siglas en inglés). «El próximo conflicto puede ser el agua», añade.

Cerca de mil millones de personas en todo el planeta carecen de acceso a agua potable. Un recurso que escasea a la vez que la demanda aumenta, ya que se estima que ésta será un 40% mayor en la próxima década por el aumento de la población.

Las previsiones de Naciones Unidas son más catastróficas: «cinco mil millones de personas podrían ser afectadas por la escasez de agua».

Por esta causa, la falta de este bien preciado, desde 2020 hasta este ejercicio se han producido 140 conflictos en todo el mundo, según datos del Pacific Institute. «La última actualización, publicada a mediados de marzo de 2022, eleva la cantidad de eventos a más de 1.300, remontándose a la guerra por el agua más antigua conocida, en Mesopotamia, hace 4.500 años», advierte el organismo en su página web.

Chernóbil, Mariúpol o Kiev han centrado la atención en los últimos meses, pero «también el agua en Ucrania ha sido protagonista de la guerra», recuerda Soto. En varias ciudades ucranianas, «el ejército ruso ha cortado deliberadamente el acceso de la población al agua potable, utilizando la amenaza de la deshidratación para forzar la rendición de la ciudad y negando el acceso a las necesidades más básicas», denunciaba la Comisión Europea en marzo.

Desde 2020 se han producido 140 conflictos por la escasez de agua en varias regiones del planeta

A más de 8.000 kilómetros de Mariúpol, en Burkina Faso, y casi en las mismas fechas, 32 estaciones de distribución de agua saltaban por los aires dejando sin acceso al líquido elemento a 300.000 personas. Los civiles en esta zona del país africano tienen acceso a menos de tres litros de agua al día para cubrir todas sus necesidades, denuncian trece oenegés. Estas organizaciones, además, destacan que la distancia que hay que recorrer para obtener agua en otros puntos es extremadamente larga y expone además a los civiles a la violencia. «El conflicto pone ahora en riesgo algo sin lo que nadie puede vivir: el agua potable», explican. «Estos incidentes van en aumento», alertan desde el Pacific Institute. «Vemos esta situación con preocupación», apostilla el secretario ejecutivo de la GWP.

El hecho de no satisfacer las necesidades humanas básicas de agua contribuye a las tensiones sobre el acceso al agua, especialmente durante las sequías y los fenómenos extremos. «Cada vez tiene más importancia la diplomacia del agua», revela Soto.

El cambio climático como causa

África, Oriente Próximo, el sur de Europa o Chile. La lista de países y zonas geográficas donde la palabra «sequía» está más presente, aumenta con el paso de los años. «En Chile están viviendo once años de sequía continuados», comenta el secretario ejecutivo de GWP. «Se ha ido agravando con el paso del tiempo», añade.

Las previsiones de los organismos internacionales apuntan a que casi la mitad de la población mundial sufra estrés hídrico, es decir que la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible durante un periodo determinado o cuando su uso se ve restringido por su baja calidad. España es un nombre fijo en estas proyecciones, en los próximo años.

«A menos que se persigan e implementen estrategias para pasar de los conflictos por el agua a la cooperación en materia de agua, es probable que la violencia asociada con los recursos de agua dulce continúe aumentando», denuncia el Pacific Institute. «El cambio climático es igual para todos», advierte Soto.

El planeta contiene unos 1386 millones de km3 de agua y se calcula que el 97% es salada y sólo el 2.5% se considera dulce

La creciente amenaza de la modificación del clima causado por el hombre ya está empeorando las condiciones del agua en todo el mundo, profundizando las sequías, aumentando las inundaciones y alterando la infraestructura del agua. «Es un recurso vital, necesario para todos los aspectos de un futuro sostenible, incluida la satisfacción de las necesidades humanas», señala el organismo internacional.

Sin embargo, no es una de las prioridades en la agenda de los gobernantes. En uno de los últimos informes de Naciones Unidas (ONU), el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) dedicado al agua, el número 6, solo ha alcanzado el 25% de las metas totales para 2030. «Vamos tarde», explica Soto. «Es un tema psicológico, porque el 70% de la Tierra es agua», relata. No obstante, este preciado bien es altamente escaso.

El planeta contiene unos 1386 millones de km3 de agua y se calcula que el 97% es salada y sólo el 2.5% se considera dulce. Además, se estima que el 90% de los recursos disponibles de ésta última están en la Antártida. Datos oficiales afirman, por tanto, que sólo el 0.007% del agua existente en la Tierra es potable. «Las prioridades globales son las que son y el agua no es», explica resignado Soto. «La idea no es rendirnos, hay que conseguir que la gente y los países se impliquen», añade.

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