Entrevistas

América Latina, la guerra en Europa alimenta tensiones, pobreza y desigualdad

La Comisión Pontificia para América Latina, guiada por el Cardenal Marc Ouellet, promovió un encuentro Interdicasterial sobre "El impacto de la guerra de Ucrania en América Latina". El Secretario de CAL, Rodrigo Guerra López, autor de un informe: "Si supera los conflictos internos, nuestra región puede ser un buen ejemplo para un mundo dividido y conflictivo".

Una guerra, la que se libra desde hace más de dos meses en Ucrania, en la que la información y la desinformación son fundamentales, y donde desgraciadamente la posverdad se impone y la estética de las noticias sustituye a la realidad. Se trata de un conflicto cuya larga ola está llegando también a América Latina, donde la brecha de la desigualdad entre los pocos ricos y los muchos pobres se está ampliando de forma «escandalosa», y que está llevando al neopopulismo a dominar en la política y a la polarización del extremismo a hacer daño incluso en la vida de las comunidades cristianas. Este es el panorama ciertamente poco brillante de la situación en los países de América Central y del Sur en la actualidad, donde a las dramáticas consecuencias de la pandemia se han sumado las del conflicto en Ucrania desencadenado por la invasión rusa del 24 de febrero pasado.

Rodrigo Guerra: sólo el Papa busca la paz por medios pacíficos

Así lo esbozó el secretario de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), el mexicano Rodrigo Guerra López (nombrado en julio de 2021), en su intervención en el centro del encuentro interdicasterial sobre «El impacto de la guerra de Ucrania en América Latina», promovido por CAL y presentado por su presidente, el Cardenal Marc Ouellet. El filósofo Guerra López, fundador y primer director del Observatorio Social del CELAM, la Conferencia Episcopal Latinoamericana, también miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, destacó que, hoy «todo el mundo dice estar a favor de la paz, pero el único que dice que se puede conseguir por medios pacíficos es el Papa Francisco».

Como reiteró en la entrevista con Vatican News al final del encuentro, la voz del Papa, bien expresada en la Encíclica Fratelli tutti, «que invita a recuperar la fraternidad como método de acción política», se vio como una luz en este oscuro panorama.

El primer punto de su presentación se refería a la información y la desinformación en esta guerra. ¿Cómo se informa del conflicto de Ucrania en América Latina?

En efecto, la guerra en todos los tiempos se desarrolla siempre en dos grandes territorios, el territorio bélico, muy particular, con fronteras que a veces se violentan, ejércitos que se confrontan, pero siempre ha existido y ahora más que nunca el otro escenario, el escenario de los medios de comunicación, en donde también se libra una guerra que es preciso ganar por cada una de las partes. Esta guerra se encuentra instalada en medio del cambio cultural contemporáneo fuertemente marcado por la posverdad, es decir, por esta cultura que desprecia los hechos y la realidad tal y como se dan y privilegia la verosimilitud, la apariencia, y el momento estético de las impresiones y de las informaciones. Entonces, no es fácil a veces descubrir realmente que está sucediendo en torno a la guerra debido a que la batalla mediática es intensa y los diversos países que se encuentran involucrados en el conflicto toman posición también en los medios.

A la luz de esto, la Iglesia católica tiene y tenemos todos hacer un esfuerzo siempre de nunca claudicar a la verdad y buscar, tratar de entender la realidad mirándola además con la luz de la fe para encontrar caminos de esperanza. Por eso, una parte muy importante tal vez de la labor que los católicos tenemos que hacer en este conflicto bélico es justamente la labor de mostrar que la agenda de la verdad merece ser reivindicada. En este contexto, evidentemente existen muchos temas y asuntos en la pregunta se tocaba el papel de Putin por ejemplo, y su particular manera de entender el papel de Rusia, de la gran Rus en el mundo contemporáneo y solo yo me atrevería a decir que, Putin en efecto es un líder político relevante, tiene convicciones religiosas nacionalistas particulares que nos muestran que todavía es vigente eso que los expertos a veces llaman teología política, es decir, que a veces la fe religiosa se utiliza también como parte del andamiaje que legítima a un gobierno y a veces el propio gobierno usa motivaciones religiosas para lograr sus propias agendas. Esta tendencia muy posmoderna, muy contemporánea, tiene una historia profunda en Rusia ha vuelto a reaparecer en este escenario y es necesario mostrar que la fe en Jesucristo nos ayuda a deconstruir esta posición porque cuando la fe se identifica con una sola manera de interpretar el uso del poder, cuando la fe toma partido, cuando la fe se constantinisa – la frase es imperfecta porque más que Constantino fueron sus sucesores los que generaron una verdadera deformación en la comprensión de las relaciones entre la fe y el poder – cuando la fe ingresa en este tipo de agendas políticas, muchas veces termina dañando a la propia Iglesia y al propio Estado que desnaturaliza su misión de trabajar por el bien común e ingresando con una pseudo argumentación teológica a cuestiones tan delicadas como un escenario de conflicto.

Yo simplemente me atrevo a pensar que, es necesario que a la luz de los que verdaderamente creemos en Dios, no solo en la Iglesia, sino en todas las religiones hemos de contribuir a que la búsqueda de la paz se haga a través de medios pacíficos, como el Papa Francisco ha dicho es necesario derogar por completo el tema de la guerra como último recurso al momento de interactuar entre las naciones del globo, si nos seguimos dando estos permisos puede quedar en riesgo, el destino de la propia humanidad, esto no es alarmismo, sino simplemente toma de conciencia de que solo la paz se debe de buscar por medios pacíficos y cuando se busca por medios violentos se siembra a mediano y a largo plazo un nuevo conflicto que termina reventando nuestras mejores intenciones.

En su análisis dijo que, para Estados Unidos, en este momento, la guerra puede ser una forma de impulsar su economía mediante el suministro de armas a Ucrania. ¿Sucede lo mismo en América Latina?

En muchas ocasiones la guerra ha servido como catalizador de procesos económicos productivos, la industria de la guerra reactiva las economías. Uno de los casos más estudiados es la reactivación económica norteamericana después de las crisis que se vivieron en los años 20 con motivo de la Segunda Guerra Mundial. En el escenario actual, los Estados Unidos también utilizan parte de su estrategia de guerra como pretexto para reactivar ciertas industrias y de esa manera promover el empleo. Esto no sucede de manera análoga en América Latina, en América Latina por así decirlo, nuestra debilidad institucional en el orden político y muchas veces también el nivel empresarial hace que nuestra capacidad de aprovechar productivamente los conflictos sea muy poca y al contrario más bien en América Latina sufrimos los efectos negativos de los conflictos que muchas veces hacen que los inversionistas asuman posiciones más prudentes, no se arriesgan a invertir en mercados como los nuestros y a veces América Latina se encuentra, por lo tanto, en situación de rezago en estos escenarios.

Sin embargo, aun así es necesario que en América Latina contribuyamos con nuestro aporte a una cultura de la paz y de una paz productiva mostrando que nuestros productos y servicios pueden ser competitivos, nuestras personas son el principal recurso de América Latina y deben ser valorados no como una enemigo sino como una contribución al enriquecimiento de otras naciones, pienso sobre todo en los Estados Unidos y Canadá y de esa manera trabajando en esa dirección podemos mostrar tal vez que América Latina puede ser una buena noticia para todos en este escenario tan conflictivo que tenemos en el momento actual.

En su presentación, usted también se refirió a los efectos políticos de este conflicto, como el acercamiento a Rusia de los regímenes populistas, especialmente los de izquierda, pero también de este efecto un tanto particular en Venezuela, donde Estados Unidos se había comprometido a apoyar a la oposición democrática. Pero ahora que necesitan el petróleo que el gobierno de Maduro puede asegurar, han cambiado su posición…

Es interesante que Rusia, por un lado, ha emprendido una campaña mucho peor de publicitario con algunas diferencias estratégicas, por ejemplo, en la defensa de algunos valores cristianos a favor de la vida, de la familia, del matrimonio heterosexual y esto ha generado la impresión en algunos sectores occidentales de que Rusia es una potencia que defiende una agenda cristiana, sin embargo, cuando vemos por ejemplo la editorial de algunos de los medios de comunicación oficiales en Rusia y podemos descubrir rápidamente que apoyan con simpatía sincera a gobiernos curiosamente de izquierda en América Latina, esto nos muestra que entonces la posición de Rusia hacia América Latina es compleja y no se puede definir en un solo trazo. En el contexto de la guerra esto está obligando a que los Estados Unidos por ejemplo tiendan una mano amiga al gobierno del presidente Maduro en Venezuela para tratar de comerciar con el petróleo con la consiguiente debilitamiento de la oposición democrática y civil, pero con la intención por parte de los Estados Unidos muy posiblemente de mostrarle a Venezuela que puede tener una manera de relacionarse con los Estados Unidos que la haga menos dependiente de Rusia, esto se está construyendo, esto es un working progress y por lo tanto, no está definido a cabalidad en estos momentos, pero muchos analistas están coincidiendo que la nueva cercanía de los Estados Unidos a Venezuela en parte está motivada para ayudar a Venezuela a que no esté tan cercana a Rusia y de esta manera tratar de, digámoslo así, ayudar a que la tensión se reduzca en el escenario de la guerra entre Rusia y Ucrania. Estos movimientos que son complejos que hacen que por ejemplo la oposición en Venezuela se sienta debilitada tenemos que observarlos con cuidado y la siguiente semanas y meses y mirar si se consolidan o no también nada, hay definitivo en este tipo de decisiones y al contrario todo el escenario se está moviendo rápidamente y nosotros como católicos, como cristianos tenemos la obligación eso si de contribuir a que un desafío como el de la guerra no se responda a él con más guerra utilizando medios pacíficos para el reencuentro, para la negociación, para el diálogo efectivo, si se utilizan medios pacíficos seguramente las cosas caminaran bien y se sigue incentivando la lógica de la guerra, por un motivo o por otro, podremos entrar todos en un escenario de riesgo global más grande del que hoy tenemos en el presente.

Pasemos ahora al aumento de la pobreza en América Latina. Usted mencionó que se había detenido entre 2000 y 2010, luego hubo este aumento a partir de 2014, que creció con la pandemia a la que ahora se ha sumado la guerra. Y explicó que la crisis de las microempresas, que no son apoyadas por los gobiernos, como ha ocurrido en Europa, está provocando una creciente y escandalosa desigualdad entre ricos y pobres…

América Latina ha sido una región empobrecida durante mucho tiempo, sin embargo, del año 2000 al 2014 aproximadamente el número de pobres en América Latina se mantuvo estable, no aumento, en algunos pocos países hasta llego a disminuir un poco, sin embargo, a partir de 2014 las cosas se han enrarecido se han complicado muchísimo y el número de pobres ha comenzado a crecer nuevamente. La pandemia evidentemente trajo mayor desempleo y las personas que trabajaban de manera informal en las calles muchas veces de América Latina no pudieron salir ni siquiera a tener un trabajo informal, por lo tanto el empobrecimiento aumentado en proporciones muy importantes y el escenario de guerra que tampoco es favorable para América en muchos segmentos, más acentúa el que los pobres se les dificulte seguir saliendo de la pobreza, si la noticia de que el número de pobres América Latina está aumentando es mala, sin embargo, no es la más mala porque la desigualdad que se suele medir con el coeficiente Gini también está aumentando, la distancia entre los más ricos y los más pobres es cada vez más escandalosa en América Latina seguimos siendo la región más inequitativa del mundo y la guerra no nos está ayudando a superar está dolorosísima brecha en este escenario también es muy importante que entendamos que quién es el verdadero enemigo de los pobres no es tanto la clase empresarial, cuanto las oligarquías empresarial políticas corruptas que los populismo de izquierda o derecha muchas veces cultivan, el sector productivo en América Latina en un 90% es Micro y Pequeña Empresa ha quedado lástimadisimo por la pandemia y ahora por la guerra y no puede ser en ningún sentido considerado enemigo al contrario, es el principal la principal fuente de empleo de toda nuestra región y el empleo es la principal política social en América Latina y en cualquier parte del mundo así las cosas tenemos que entender que y el futuro de América Latina se juega en buena medida en el fortalecimiento de la micro y la pequeña empresa que genera fuentes de empleo para las familias y que ayude a quienes estén en la pobreza a ingresar en la clase media, la dinámica que hoy vemos lamentablemente es que la clase media está disminuyendo en su tamaño en América Latina y justamente disminuye no porque la clase media se vuelva del sector más privilegiado sino porque la clase media se empobrece y engrosa las filas de los más pobres, esto no es para nada deseable, el capitalismo de cómplices que muchas veces reina en América Latina necesita ser atendido y entendido desde los grandes grupos empresariales latinoamericanos como un mal que requiere ser combatido con la Buena Noticia de una empresa socialmente responsable con opción prioritaria por los más pobres y profundamente inculturada en nuestras tradiciones latinoamericanas que también pueden ser base para una vida productiva y desarrollada en nuestra región.

Por último, sobre la situación de la Iglesia, usted ha señalado el efecto que está teniendo el conflicto en la reactivación de los grupos católicos más extremistas y también de los predicadores neopentecostales. ¿Puede aclarar lo que ocurre y cómo afrontar este nuevo reto?

Uno de los elementos que más están caracterizando el escenario latinoamericano actual es el aumento del espacio que ocupa los extremismos, las posiciones más polarizadas, los grupos más maximalistas, que desde un lado del otro están devorando el centro que normalmente es el que ayudaba a metabolizar, a procesar, a digerir las controversias sobre todo en sus posiciones más extremas en el momento en que los posibles más extremas ocupa un espacio social grande el riesgo de violencia aumenta y por eso vemos que existen fracturas sociales enormes en Brasil, en México, en Colombia, en Chile, que en algunos momentos llegan a manifestarse aún de manera violenta. Sin bajar al análisis de los detalles, el asunto es que también está afectando la vida de la Iglesia porque hoy existen también posicionamientos de corte extremista es sobre todo fuertemente marcados por la ultraderecha aún en el ámbito católico, existen nuevos grupos y nuevas liderazgos a veces hasta algunos seudo predicadores católicos que a través de las redes sociales y de vídeos en YouTube intentan convencer que la verdadera defensa de la fe se encuentra asociada a fórmulas de ultra derecha y en América Latina esto es un desafío pastoral que merece ser atendido y entendido como prioritario por la enorme afectación que se está teniendo de gente sencilla, de agentes de pastoral, que muchas veces de manera muy muy ingenua abrazan este tipo de discurso y de consigna asumiendo a veces muy nocivas teorías de la conspiración y mezclándose todo esto con cosas verdaderas y buenas como la defensa de la vida, en la defensa del matrimonio heterosexual y volviéndose entonces una mezcla ideologizada que dificulta una verdadera comunión eclesial, los verdaderos valores derivados del Evangelio no deben de ser ideologizados por ninguna posición político partidista que de repente aparezca con consignas ideológicas, al contrario, la defensa de la vida, de la familia, de la libertad religiosa, deben de mantenerse libres de cualquier ideología y nosotros como Iglesia tenemos que ayudar a que está libertad se mantenga libertad que debe ser libertad de los pastores, libertad de los fieles, laicos y libertad de todos libertad que nos permita se hasta autocríticos con nuestros propios partidos políticos y es que tenemos preferencia por alguno de ellos.-

Alessandro Di Bussolo – Ciudad del Vaticano/Vatican News

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