Entrevistas

Cuba. Monseñor Aranguren: La situación socioeconómica es difícil y compleja

La cercanía del Papa con las familias de las víctimas de la explosión en el Hotel Saratoga de La Habana salió por la televisión. Un hecho que conmovió a la isla, como dice a Vatican News el presidente del episcopado, en un recorrido por la realidad nacional y de la Iglesia en Cuba

Lo de la explosión en el histórico Hotel Saratoga en La Habana vieja es como una de esas tristezas que se suman a la ya vapuleada vida de los cubanos, entre crisis, escasez, post pandemia, apagones y ciclones. Según el Gramma, periódico nacional de Cuba, han sido 45 los fallecidos y 99 los lesionados en el trágico accidente del pasado viernes, 6 de mayo.

“Esto ha sido una conmoción”, dice a Vatican News monseñor Emilio Aranguren Echeverría, obispo de Holguín y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC), al comentar que en “la televisión cubana se puso, en breve, en los noticieros, la persona del Papa en la ventana rezando el Regina Coeli cuando hacia la mención hacia Cuba y su cercanía con los familiares y con la realidad que estamos viviendo”. Una imagen, la del Santo Padre pidiendo oraciones por Cuba, que para monseñor Aranguren fue “un momento de oración y conmoción”.

Explosión por una fuga de gas en el Hotel Saratoga de La Habana, Cuba, el pasado 6 de mayo

Post pandemia, escasez y emigración

Precisamente sobre la situación que actualmente se vive en Cuba y que fue analizada por los obispos de la COCC, en la pasada Asamblea Plenaria, su presidente considera varios aspectos, comenzando por la post- pandemia de Covid, ese volver a la normalidad de la vida habitual, social, familiar y eclesial.

“Es un proceso lento porque hay muchas personas que han sido afectadas, bien por el fallecimiento o por la situación, o sea, las consecuencias de haber pasado por el Covid”, explica el prelado cubano. Pero también los cambios internos que se dieron el año pasado con el llamado “ordenamiento económico, el cual implicó una serie de cambios en los salarios, la producción en el agro y otras industrias. “También las medidas desde el exterior con Cuba muchas veces son limitantes”, añade.

“Está también todo lo relacionado con la emigración, un fuerte movimiento migratorio, principalmente de las generaciones más jóvenes, que desarticula las familias porque, a veces, no es la emigración de todo el grupo familiar, sino de algunos, una forma de ruptura que a la vez se refleja en la Iglesia y en la estabilidad de la vida comunitaria, porque también emigran hermanos y hermanas miembros de nuestras comunidades”, lamenta monseñor Aranguren.

Agobio y angustia

Interpelado sobre la situación socioeconómica, responsable en parte de esa emigración y de las protestas de los últimos tiempos en la isla, el presidente del episcopado cubano considera que la situación se ha agravado después de las medidas que se tomaron para el ordenamiento económico.

“Hay un alza en la inflación, por lo tanto, el alcance a los productos básicos escasea, así como también el costo de los servicios públicos que han aumentado mucho y, por lo tanto, entre el costo de la vida y el salario, hay una gran diferencia. Y esto en algunas familias genera una situación de desazón, de agobio, de angustia. Han llamado oficialmente este momento difícil y complejo, es como se expresa en los medios de comunicación, y es así realmente”.

Rusia- Ucrania: Una preocupación constante

Teniendo en cuenta los lazos que han unido por décadas a Rusia y Cuba, que siguen siendo cercanos, especialmente, por las relaciones comerciales, la ayuda humanitaria, el turismo, no se sabe cuánto puede afectar a la isla la invasión de Rusia a Ucrania.

“De manera concreta – comenta monseñor Aranguren – no tenemos algún tipo de conocimiento de si hay algún tipo de afectación. Realmente hay una gran preocupación porque es algo que siempre uno ha aspirado a que se termine y, sin embargo, la presencia de Rusia en Ucrania permanece. Por lo tanto, es una preocupación constante porque verdaderamente quisiéramos que ya desapareciera”.

Iglesia:  Signo de fidelidad y esperanza

Monseñor Aranguren, la Iglesia cubana durante la pandemia fue muy activa en la ayuda material, humana, espiritual, a través de la Cáritas y de los grupos parroquiales para acompañar a las personas enfermas, a los afectados. ¿Se puede decir que la iglesia en Cuba es un signo de esperanza para los cubanos?

-Es un signo de fidelidad y de esperanza. La comunidad cristiana en los pueblos – sacerdotes, diáconos, las comunidades religiosas y fieles laicos – son un signo de fidelidad, por la presencia y por esa acción callada desde lo poco, es decir, no tanto en asumir grandes gestos, pero la cercanía con la persona que está sola, con el necesitado, el compartir lo poco que se tiene con el otro que verdaderamente espera un gesto de ayuda. Eso ha sido algo elocuente a lo largo de todo el tiempo de la pandemia, incluyendo alimentos en algunos casos, medicamentos básicos. Desde el punto de vista estructural, Cáritas ha sido un poco quien ha recibido ayuda de diferentes instancias internacionales, contenedores que se han llevado de manera especial a las diócesis que han sufrido más la pandemia.

Faltan sacerdotes y vocaciones

Usted menciona la vida de los sacerdotes y diáconos, un tema que fue tocado también en la última asamblea de obispos. ¿Hay suficientes sacerdotes en Cuba, hay vocaciones?

-Hay una gran escasez de sacerdotes en Cuba. El sacerdote también está, muchas veces cansado, porque está al frente de varias parroquias y comunidades y, por lo tanto, siente también el cansancio o la limitación de recursos, del transporte, para poder ayudar a los más necesitados. En muchas ocasiones, puede no contar con los recursos necesarios y eso trae dificultades. En el campo de las vocaciones en este momento no tenemos suficientes. Tenemos unos 35 jóvenes en el seminario diocesano y un número más reducido de aspirantes a la vocación religiosa.

Un referéndum que amenaza la familia

El referendo del Código de las Familias -cuyo proyecto de ley fue recientemente aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular- podría realizarse a finales de este año. La consulta propone, entre otras cosas, la legalización del matrimonio igualitario y la adopción entre personas del mismo sexo.  Un tema fundamental para los obispos cubanos que en su momento publicaron un mensaje con sus aportes al Proyecto del Código de las Familias.

El Código de la familia muy tendiente a imponer una ideología de género, ¿cómo afectaría a la familia cubana?

Verdaderamente, ya terminó el período de consulta para que la población pudiera dar sus puntos de vista sobre el proyecto y, en este momento, se está esperando que ya salga publicado el documento que va a ir al referéndum. Los obispos nos expresamos meses atrás, con la preocupación que eso entraña. En el documento en ningún momento aparecía la palabra ideología de género, pero implícitamente se puede descubrir su contenido y es algo que en este momento estamos pensando porque, a fines de año, es cuando ya se lleva a la votación por parte de la Asamblea Nacional. Es motivo de preocupación y de oración.

Sinodal ha sido el camino en Cuba

El Papa ha convocado a la Iglesia a un camino sinodal de participación, de escucha, de comunión. ¿Cómo han respondido los católicos cubanos a este llamado?

-El camino sinodal, desde octubre del año pasado, ha coincidido con lo que anteriormente ya hemos expresado, este despertar de las comunidades a lo que viene a ser la vida habitual. El camino sinodal ha sido bien acogido. Con mucha sencillez hay que decir que este ha sido nuestro camino de  Iglesia en Cuba a lo largo de los años. Es decir, siempre ha habido un caminar juntos, entre todos, lo que es propiamente la participación en la comunión y la misión. Todas las diócesis están ya preparando las pre-asambleas diocesanas que estarán listas en el mes de junio. Hay diferentes realidades: hay comunidades en dónde ha sido acogida con mucho calor y otras comunidades en las cuales ha habido más dificultad para poder tener los encuentros que se programaron tanto en comunidades establecidas, como en las parroquias con una mayor vitalidad o en las casas de misión. En general, ha sido un camino esperanzador.

Al concluir la entrevista, monseñor Aranguren agradeció la sintonía que ha habido siempre por parte de la Iglesia universal con la vida y testimonio de la misión de la Iglesia en Cuba. Pero en particular, dijo haber quedado gratamente sorprendido al ver publicado en Vatican News, la oración final leída por toda la asamblea en la ceremonia de beatificación de la nueva beata María Agustina Rivas, “Aguchita”, quien rezaba por los sacerdotes en Cuba.

“Eso verdaderamente es sorprendente. Cómo una persona, en un rinconcito de Perú, estaba ofreciendo su oración por los sacerdotes cubanos en esa etapa difícil de los años 80. Ese sentido de solidaridad, de fraternidad y de comunión, es algo que realmente nos anima y que a su vez necesitamos”, concluyó el presidente de la COCC.

Monseñor Aranguren saludo al Papa Francisco en una de sus visitas a Roma
Monseñor Aranguren saludo al Papa Francisco en una de sus visitas a Roma
Alina Tufani Díaz – Vatican News

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