Una Bitácora cubana (LXXIX)
La lucha contra el desespero, el desastre económico, la pérdida de toda esperanza, la crisis alimentaria, el incesante aumento de la represión y de la violencia de las instituciones comunistas hace que la búsqueda de la libertad no cese. Lo que cambia es el medio de escape: antes era en todo tipo de embarcaciones, ahora es principalmente a pie
Marcelino Miyares:
1) Explosión del hotel Saratoga y nuestro derecho a cuestionarlo todo
Es el título de una nota de Ernesto Pérez Chang en Cubanet. En medio de una terrible tragedia, se nota una vez más la insensibilidad del régimen comunista -de todo régimen comunista, en realidad- al sufrimiento humano, en especial si es el régimen el principal responsable.
Para colmo, como bien afirma el autor, “aún no he escuchado a ningún periodista de los medios oficiales preguntar si los demás hoteles son igual de inseguros que el Saratoga”.
Una vez más, los medios de comunicación oficiales intentan disfrazar la verdad. Cual “brigadas de respuesta rápida”, especialistas en trabajos sucios y represivos. Una palabra es prohibida: “atentado”. Y ello aunque era la más usada por la calle. Y nada se proclama, se dice o se menciona sin que previamente haya sido aprobado y autorizado por el sacrosanto Partido, la sede histórica de todas las mentiras, de todas las iniquidades. Él es quien autoriza si en Cuba el sol sale por el este, o si la tierra es redonda. Lo único obvio en la totalitaria Cuba es que lo que el partido no reconoce o acepta, no existe. Como bien dice Pérez Chang, son “sesenta años inoculando paranoia sobre el enemigo”.
A ese grado ha llegado la desconexión con la realidad por quienes se niegan a aceptarla, primero en aras de una ideología fracasada en todo el mundo, y ahora por miedo a que “los saquen de la foto”. No serían los primeros, y seguramente tampoco los últimos.
Otro hecho inevitable: siempre politizan la desgracia. Nunca hay una muestra, aunque sea pequeña, de sensibilidad o de empatía. La revolución es lo único que importa.
Allí está la catástrofe aérea de 2018, de la cual nunca se supo toda la verdad. Sí hubo un “informe oficial”, que como siempre no informa nada ciertamente creíble a pie juntillas.
Hace el autor una observación muy importante:
“Debo llamar la atención sobre algo que no debiera confundirnos, no cuando es legítimo exigir nuestro derecho a informarnos y es obligación de la prensa disipar nuestras dudas, sobre todo las más urgentes porque un desastre de igual o mayor magnitud pudiera volver a ocurrir, en tanto aún no se tiene certeza de lo sucedido pero sí de lo vulnerables que son los hoteles de la Isla al poseer sistemas de aprovisionamiento y almacenaje de combustibles tan peligrosos como el del Saratoga.
No he escuchado aún a ninguno de esos periodistas del oficialismo preguntar ni al jefe de bomberos ni a los directivos de Turismo si los demás hoteles son igual de inseguros. Nadie de la prensa “autorizada” ha preguntado a los funcionarios públicos cómo un depósito de gas pudo estar allí tanto tiempo donde no debía. Ninguno se ha dedicado a indagar si los hoteles Manzana, Gran Packard, Inglaterra, Parque Central, Paseo del Prado y los demás en las proximidades del Saratoga, que son más de una decena, corren el mismo peligro. ¿Qué van a hacer para que no vuelva a ocurrir? Sencillamente no se toca el tema. De eso no se habla. O mejor dicho, no les dejan informar. (…)
¿Por qué ningún periodista nos ha explicado cómo en medio de una de las peores crisis económicas se pretende “reconstruir” el Saratoga, una acción compleja que absorberá recursos que no fueron planificados? ¿Por qué no se destina ese dinero a compensar materialmente a las familias de las víctimas? ¿Por qué no sumarlo a los gastos que demandaría la modernización de instalaciones y tecnologías para el trasiego y almacenamiento de combustibles, al ajuste de los sistemas de acuerdo con las normas internacionales que garantizan más seguridad?(…)
¿Es prudente rescatar el hotel ahora mismo, o se trata solo de una de tantas bravuconadas propagandísticas apenas para decir al mundo lo “grandes que somos”, a la vez que obligarnos a callar cuán pobres y hambrientos están los cientos de miles de hombres y mujeres que no tienen derecho a opinar ni a ser informados debidamente?
Me hago estas y otras preguntas no como periodista o escritor que hace periodismo, sino con los derechos a cuestionar y a expresarme públicamente que me asisten como ser humano, pero también por la necesidad de alertar a cuantos me lean para que algo así de terrible no vuelva a ocurrir.
No obstante, para quienes piden no “politizar” el tema, debo recordar que la tarea del periodista es ser molesto en todo momento, para así esclarecer y anticiparse a las situaciones aunque a veces termine “acusado” de “insensible” o “irrespetuoso”.
Hacer lo que se debe hacer no es “lucrar con el dolor de las víctimas”, porque víctimas somos todos en este instante…”
Sobre el mismo tema escribe Yoani Sánchez en 14ymedio, en una nota titulada “Prensa y responsabilidad ante la tragedia”.
En ella, se constrasta la responsabilidad con la que los medios independientes y el periodismo ciudadano asumieron la tragedia (no cayendo en las sospechas y especulaciones sobre un posible atentado), frente al hecho que, de entrada, la “prensa oficial” no reaccionó (entendamos, eso sí, que las palabras “prensa oficial” en Cuba constituyen un oxímoron). La periodista constata algo inevitable:
“Los mayores bulos fueron a la cuenta de los portales controlados por el Partido Comunista”.
“La cobertura televisiva fue nefasta. Locutores poco preparados que improvisaban confundiendo el Saratoga con el Capitolio, que declaraban «muerto» a alguien de solo mirar en la pantalla como extraían un cuerpo en una camilla, como si ellos fueran doctores que pueden determinar quién está vivo y quién no lo está. Y la ideología por todos lados, tratando de secuestrar la solidaridad humana, pintando como partidista el apoyo que la gente daba a los más sufridos.
Para colmo, Miguel Díaz-Canel no desaprovechó la oportunidad frente a los micrófonos para emprenderla contra los medios independientes, a los que tilda de propalar rumores y mentir sobre lo sucedido.
Una vez más, quien debiera usar su cargo y su responsabilidad para conciliar, unir y empatizar, prefirió una vez más manipular el dolor ajeno, usarlo para atacar a la disidencia.
“El hombre mediocre que es volvió a demostrar que no tiene un ápice de la grandeza de un estadista.
Sin nuestro trabajo y el de tantos ciudadanos que informaron desde el lugar, la noticia hubiera tardado mucho más en conocerse y la solidaridad se hubiera demorado un tiempo que resultaba vital para las víctimas. Acusar a la prensa es un vil acto de politiquería en medio de la tragedia, un intento de usar las emociones para denigrar a los periodistas. (…)
No se equivoque, Díaz-Canel, la prensa independiente ha sido imprescindible en las primeras horas de este lamentable hecho. Sin confesarlo, ustedes nos leían, nos copiaban y hasta se llevaron frases enteras de nuestros artículos. Mientras de la boca hacia afuera nos insultaban, en el interior de sus oficinas climatizadas completaron muchos de los detalles de este drama a través de nosotros.
Vayan nuestras condolencias y acompañamiento a quienes perdieron un ser querido, tienen un familiar luchando por la vida en un hospital o atrapado todavía bajo los escombros. Sepan que no descansaremos en nuestro deber informativo hasta publicar cada detalle sobre lo sucedido, insistiremos en una investigación transparente y sin manipulaciones políticas. Estaremos, como siempre, del lado de las víctimas”.
2) Los migrantes cubanos llegan en cifras récord a EE. UU. a pie, no por el mar
Es una nota del New York Times, escrita por Maria Abi-Habib, y Eileen Sullivan. A cuyo título añaden lo que constituye un resumen perfecto de lo que está ocurriendo:
“La represión política y las dificultades económicas en la isla, junto con la decisión de Nicaragua de no pedirles visa, son algunos de los factores que impulsan el cambio”.
Lo cierto es que el número de migrantes cubanos que está llegando a los Estados Unidos es el mayor en cuatro décadas. Se espera que este año lleguen unos 150.000, nada menos.
La lucha contra el desespero, el desastre económico, la pérdida de toda esperanza, la crisis alimentaria, el incesante aumento de la represión y de la violencia de las instituciones comunistas hace que la búsqueda de la libertad no cese. Lo que cambia es el medio de escape: antes era en todo tipo de embarcaciones, ahora es principalmente a pie.
Un papel esencial lo juega el gobierno amigo del régimen, la Nicaragua del criminal Daniel Ortega, quien eliminó la exigencia de visa para los cubanos, dándoles la posibilidad de usar Nicaragua para seguir ruta hacia el norte, hasta llegar a México y los EEUU. Ortega ha buscado usar la emigración como un arma más.
Y la emigración -no solo cubana- no cesa, como bien destacan las periodistas:
“los cruces de personas indocumentadas han seguido en aumento durante el gobierno de Joe Biden. Marzo batió el récord en un único mes en dos décadas de personas encontradas mientras cruzaban de manera ilegal: 221.303”.
De ellos, 32.000 eran ciudadanos cubanos. La gran mayoría hacen lo indecible, incluso gastando sus ahorros de toda la vida para montarse en un vuelo a Managua. Son las cifras más altas desde los tiempos de Mariel. Sigamos con la nota:
“Las cifras son las más altas desde el éxodo de Mariel en 1980, cuando 125.000 cubanos emigraron a Estados Unidos después de que la isla abriera sus puertos marítimos a los barcos estadounidenses para evacuar a todo aquel que quisiera salir.
El descontento de la población cubana está latente desde que el verano pasado se produjeron protestas masivas en toda la isla por la creciente inflación, la escasez crónica de alimentos y medicamentos y los continuos cortes de electricidad.
Las manifestaciones tomaron por sorpresa al gobierno comunista, que respondió imponiendo una de las mayores medidas de represión en décadas. Más de 700 cubanos han sido acusados por participar en las protestas, incluidos algunos adolescentes que recibieron 30 años de prisión.
El deterioro de las condiciones políticas y económicas está alimentando el creciente éxodo”.
Por supuesto, una vez más, el gobierno cubano culpa a las décadas de embargo de Estados Unidos al país por sus problemas económicos. Mientras, el trayecto a pie es bajo condiciones extremadamente peligrosas.
Pero ello no le importa nada a la tiranía.
3– Diario de Cuba: Las muertes por Covid-19 en Cuba podrían ser el quíntuple de las reconocidas por el Gobierno
¿Y es que acaso tal posibilidad podría extrañar a alguien? Recientemente la OMS ha indicado que el número de muertes por COVID-19 en Venezuela serían al menos cuatro veces mayores que las “cifras oficiales”.
En la Cuba castrista, nunca segunda de nadie en materia de corrupción y falta de ética, podrían ser cinco veces mayor. Nos dice la nota:
“El hecho está dado por el brusco salto en la cantidad de fallecimientos (167.645) que se reportaron en 2021, que superó en 55.204 a los reportados el año 2020, cuando la ONEI contabilizó 112.439 muertes en el país, mientras en 2019 fueron 109.080 los notificados por la entidad estatal. (…)
Si al total de 167.645 personas fallecidas en 2021 en Cuba se le restan los 8.177 casos por Covid-19 admitidos por el MINSAP, quedarían más de 47.000 fallecimientos por encima de los reportados el año anterior sin explicación alguna.
Esta falta de explicación podría deberse a los subregistros de personas fallecidas por coronavirus. A mediados del pasado año el propio ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, admitió que el parte de casos y muertes por Covid-19 que emite cada día la entidad que dirige «es impreciso».
A confesión de parte…Debido a la incongruencia entre datos oficiales y realidad, incluso con decenas de personas enterradas en fosas comunes, se ha denunciado el encubrimiento de muertes por parte de la dictadura.
“Ante la incongruencia entre los datos oficiales y la realidad que se estaba viviendo en el país, donde decenas de personas eran enterradas en fosas comunes, algunos profesionales de la Salud denunciaron el encubrimiento de muertes por parte de las autoridades”.
4) El chantaje de AMLO y de Arce. Una vergüenza…
Diversos medios han destacado recientes declaraciones de los presidentes de México y Bolivia, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Luis Arce, respectivamente, indicando que si los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua no son invitados a la Cumbre de las Américas, a realizarse en Los Angeles, California, entonces ellos tampoco asistirán.
Para el historiador cubano Rafael Rojas, AMLO minimiza y subestima la represión y el autoritarismo de los tres gobiernos.
¿Y qué destaca AMLO para defender su postura? Un muy antiguo principio, llamado el derecho a la “autodeterminación de los pueblos”, usado siempre por las peores dictaduras y tiranías del planeta.
No hay duda de que estamos quizá a las puertas de un boicot, alentado seguramente, entre otros actores, por el llamado Grupo de Puebla, o por figuras internacionales al servicio de tales autoritarismos, como el expresidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, en estos momentos muy activo en defensa de la candidatura de Gustavo Petro en las elecciones colombianas.
El gobierno de los Estados Unidos no debe aceptar estos chantajes. En la Cumbre de las Américas solo deben estar presentes gobiernos democráticos. Y sería una auténtica burla a millones de sufridos ciudadanos cubanos, venezolanos y nicaragüenses, ver a los autócratas que los tienen sometidos a la peor de las miserias, sentados en un foro democrático.
Marcelino Miyares, Miami, 23 de mayo 2022.