Testimonios

Sal de palabras: los 102 años de Luis Beltrán Mago

Horacio Biord Castillo:

El cielo se cargó de nubes y estrellas, de luz y reflejos, de agua, que retenía en sus laberintos sin que pudiera regar todavía flores ni semillas. El cielo lo tenía todo, casi todo, y por eso, devolviendo sus vientos más frondosos sobre el nácar de un caracol, creó el mar, extenso bajo las nubes, espejo ambiguo de luceros. El mar tenía pies de espuma y mirada de luna, pero no era bueno que el mar estuviera solo. El cielo entonces lo llenó de sierpes y sirenas, de fosas y pulpos, de algas y calamares, de corales de mil colores y con ellos mezcló verdes y azules para teñirle planicies y veredas.

El mar, lleno de fuerza y vida, un día se volvió como cielo y bosquejó playas e islas, montañas, golfos y acantilados, y nombró lugares y cercanías. Llamó Cumaná a la ciudad y Araya a la tierra de enfrente. Sin manzanas llamó Manzanares al río y en maras de fibra entregó peces, sal y crustáceos.

  1. Mitad exacta de enero. Ciudad primogénita de Tierra Firme, ciudad procera, ciudad mariscala, ciudad matriz de grandes bardos, ciento dos años ha Cumaná le entregó sus soles, su mar, sus azules a un niño que niño de palabras y afectos, de caricias y sueños, niño sigue siendo. Luis Beltrán Mago, poeta de pasiones y centurias, desata los nudos de la luz y el amor y recoge otra vez el ancla para recorrer el archipiélago de las edades. Luis Beltrán sedujo con su sonrisa y sus versos a la alada señora del tiempo y vuelve a navegar por el canal de la aurora hacia otras auroras.

Sus crepúsculos son todos matinales, como matutina es su razón y su escritura. Poeta marinero, Luis Beltrán Mago precisa la mansión de las estrellas, los corredores del viento, las huellas de los cardúmenes y la miel de la sal, mientras cuenta las estrellas, una a una como granos de arena.

Poeta de 102 años, recrea la longevidad de los antiguos patriarcas y dice sus días como canteras de flor. Ay, Luis Beltrán. Te has quedado para tocar el olifante de las nuevas épocas y cantarlas. En el poemario “Las Cuatro estaciones” (recogido en su libro. Las Cuatro estaciones. Memorial de ausencia. Caracas, Editorial Diosa Blanca, 2022), dice cauteloso: «¿Qué más puede pedírsele al tiempo / que recoge en su seno todo el vivir / de un año? / [¿] Cómo dar gracias al agua / que corre en los ríos vivificando / el suelo, y se eleva al azul / marinero de las nubes? / ¿Cuándo hablar con la quietud / del bosque, con el silencio / de la colina y de la sierra?» (12). Su poesía nos acerca, paso a paso, al diálogo con la plenitud.

Ay, Luis Beltrán. Tú sabes que «fluyen los violines como aguas / cantarinas, en notas que compiten / con el trinar de pájaros / migrantes». Pájaros migrantes somos muchos, migrantes de corazón, migrantes de huellas cansinas, migrantes virtuales y migrantes de deseo y no tanto de oficio y profesión, migrantes de múltiples mundos y querencias, migrantes simplemente, migrantes y nada más.

Cumples 102 años, Luis Beltrán, y tu risa de pétalos de rosa, de blanquísima arena, se confunde con tus versos de girasol y araguaney, y te preguntas, nos preguntas: «¿Por qué lo que pudiera ser del sacrificio / se duplica en los espejos del agua? ¿Cómo se entrelazan las huellas / imborrables como notas / de una partitura que transforma / en arpegios los gritos del labriego, / la horizontalidad fecunda / de los campos, / el silbo de los pájaros. / Por eso se separan y se juntan / en los sonidos del concierto / y en las sílabas de mis poemas» (p. 18).

Ay, Luis Beltrán, Luis Beltrán hoy de 102 años, nos entregas tu poesía, el encabalgamiento de tus sílabas como símbolo de la vida y sus escalones, continuos, a veces endebles, pero seguro siempre de que «la palabra es céfiro de pétalos, / es sol sobre la mies, viento / y lluvia, hielo translúcido en aceras de sal» (p. 19). Danos ese viento, esa luz, esa sal que (nos) preserva y te bendice.-

Horacio Biord Castillo

Escritor, investigador y profesor universitario

Contacto y comentarios: hbiordrcl@gmail.com

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