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La dictadura nicaragüense ordena cerrar la Academia de la Lengua: «Es inaudito»

En 1928, siete intelectuales se reunieron en Managua para fundar la Academia Nicaragüense de la Lengua. El 8 de agosto de ese año la institución adquirió estatus legal, eligió lema (un verso de Rubén Darío: «En espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua») y se instaló en el salón de honor del Ministerio de Relaciones Exteriores. A estas alturas (2022) era ya la organización civil más antigua del país, por eso la orden del dictador Daniel Ortega de cerrarla ha causado tanto revuelo dentro y fuera de sus fronteras.

«Es algo inaudito. Es una institución que goza del respeto de todo el mundo. Esto solo se puede entender por la política del régimen de no dejar ningún espacio para ninguna organización, ya sea cultural o de promoción de los derechos humanos.

En Nicaragua, el Estado, dentro de su proyecto totalitario, ambiciona el monopolio de la cultural y social», cuenta al otro lado del teléfono el escritor y premio Cervantes Sergio Ramírez, que vive en el exilio desde octubre del año pasado, cuando Ortega emitió una orden de busca y captura contra él.

«Este es el único caso en el mundo de una academia de la lengua que ha sido cerrada ‘manu militari’. Esto ni siquiera ha ocurrido en Cuba», añade el novelista. La poeta Gioconda Belli, que pertenece a esta academia y también se encuentra en el exilio, lo expresa así: «Es una institución que ha sobrevivido a varias dictaduras, ningún dictador había tenido la torpeza de cerrarla… Solo le ha hecho bien al país, pues gracias a esta academia el español de Nicaragua se incorpora al Diccionario de la Lengua Española. Además, es una organización apolítica, tal y como se recoge en sus estatutos, y está compuesta por personas de todas las ideologías, favorables y no favorables al Gobierno».

Aun así, desde el viernes la Academia Nicaragüense de la Lengua es una de las ochenta y tres ONG incluidas en la lista negra del Ministerio de Gobernación, que es el órgano que las controla y que pretende quitarles la personalidad jurídica, lo que supone la imposibilidad de gestionar una cuenta bancaria, pagar nóminas y, al cabo, lo que las conduce a la desaparición. Según Belli, se utiliza como excusa el incumplimiento de requisitos que ellos mismos se inventan sobre la marcha, todo con el objetivo de negar el certificado que les permite operar como ONG. En este caso, acusan a la academia de no haberse inscrito en el registro de «agentes extranjeros», siendo esta una organización nacional…

Esta es una práctica común desde 2018, y parece haberse intensificado en los últimos meses con la ‘neutralización’ de cientos de organizaciones, tal y como recuerda Belli. Ella misma ya sufrió el cierre de la delegación del Pen Club en Nicaragua (era su directora), y hace unas semanas recibió otro varapalo: el cese del Festival Internacional de Poesía de Granada tras diecisiete ediciones y miles de visitantes. «Se han clausurado organizaciones dedicadas a las mujeres, a la educación… Es muy serio, porque las ONG cumplen un papel muy importante en los países pobres: suplen lo que el Gobierno no cumple», asevera Belli. ¿Cómo se puede explicar esto? «Es una política de no dejar operar a ninguna entidad de la sociedad civil que sea libre e independiente. Y esto irá a peor, sin duda. Seguirán cerrando organizaciones, seguirán aprisionando a políticos, seguirán ejerciendo el control represivo del ejército, de la policía… Es un diseño autoritario completo», afirma Ramírez.

La RAE, contra Ortega

La Real Academia Española (RAE) emitió ayer un comunicado de condena contra el régimen de Ortega por esta medida, pues entienden que está lesionando un bien cultural de primer orden. «La RAE, que defiende las libertades de pensamiento, expresión y asociación como los primeros valores de cualquier sistema de convivencia, respalda y reivindica enérgicamente el legítimo derecho de la Academia Nicaragüense de la Lengua a servir a sus conciudadanos y a hacer posible la participación de Nicaragua, en términos de igualdad, en la preservación del bien cultural superior tanto de la propia nación como de la comunidad de naciones y pueblos que comparten la misma lengua». Las Academias de Bolivia y Argentina, entre otras, también mostraron su rechazo.

La orden está dictada, falta aún la aprobación en el Parlamento, aunque Ramírez no duda de que saldrá adelante: «Se votará a mano alzada con el apoyo de la inmensa mayoría de los diputados, quitando los que están de adorno. El Parlamento está absolutamente controlado por el Gobierno». Sin embargo, avisa, esto no los detendrá. «Los que se ocupan de la lengua no van a dejar de ocuparse de la lengua, ni de la literatura. Ahora lo harán en la clandestinidad, o en el exilio, como tantas cosas en Nicaragua», sentencia. Belli coincide con él: «La clausura nos va a entorpecer, pero no nos va a detener. Los académicos tenemos un compromiso con la lengua, con el pueblo de Nicaragua y con el resto de los países que compartimos esta lengua. No queremos dejar de hacer este trabajo. Lo vamos a hacer de cualquier manera».-

Bruno Pardo PortoBruno Pardo/ABC de Madrid

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