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La Iglesia no es un «club de quejicas»

La publicación de los datos de la práctica sacramental en España durante el pasado año, magníficamente explicados en estas páginas por José Ramón Navarro Pareja, ha producido un profundo impacto. En estos días he escuchado a no pocos preguntarse por el futuro inmediato del cristianismo en España. Y también por lo que está haciendo la Iglesia, que aquí sí somos todos.

Coincidente con esa información leía un libro entrevista a George Augustin, teólogo discípulo del cardenal Walter Kasper, «Dios ante todo» –editorial Mensajero-. Nada que ver con un académico tradicional, escolástico y cuaternario. En el diálogo crítico con Ulrich Sander, Augustin, catedrático de teología dogmática, hace una profética denuncia de una Iglesia –no solo la alemana- en la que el amor a Dios corre el peligro de agotarse en el amor al prójimo.

Un cristianismo que puede llegar a convertirse en una suerte de humanismo práctico. «El problema de nuestra Iglesia –escribe Augustin- consiste, a mi parecer, en que en las últimas décadas hemos olvidado la prioridad del amor a Dios».

La Iglesia, tal como este autor percibe las cosas, habla ahora demasiado poco del amor a Dios. He escuchado esta semana algún discurso de un líder eclesial en el que, en más de un ahora, no nombraba ni a Dios, ni a Jesucristo y sí la pederastia… El propósito de la teología de Augustin es «superar un modo de pensar hoy extendido, un determinado antropocentrismo. Veo un cristianismo que considera que si ayuda a otras personas y resulta socialmente útil, ha cumplido su tarea. Piense Vd. en la praxis cristiana en este país: ¿Cuántos cristianos participan en las eucaristías? Hablamos mucho de Cáritas, de trabajo social y de mejora del mundo. Pero, ¿hablamos de Dios?».

La afirmación de que hay una única estructura fundamental para la Iglesia, la estructura sacramental, le lleva a una reflexión crítica sobre que la Iglesia aparezca como una mera institución moral, un «club de quejicas», cuya finalidad es criticar los problemas de este mundo desde la seguridad de pensar que tiene todas las soluciones imaginables. Una imagen que no se corresponde con la realidad.-

José Francisco Serrano Oceja/ABC

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