Opinión

La sombra de Washington

La estabilidad institucional del hemisferio vive hoy una de sus peores crisis colectivas por un fenómeno que, aunque nacido de las tesis izquierdistas, degenera en un despropósito de vago color ideológico: los populismos autoritarios, de derecha o de izquierda. Su víctima es la democracia liberal

Ramón Peña:

La política exterior de Estados Unidos hacia sus vecinos del hemisferio guarda una historia de más errores que aciertos. A comienzos del siglo XX fue la dureza intervencionista del big stick aplicado por Theodore Roosevelt.  A partir de la emergencia del comunismo soviético, la actitud de Washington fue respaldar a dictadores que contuviesen el sarampión rojo en Latinoamérica, especialmente durante el mandato de Dwight Eisenhower.  Tal política sembró un hondo sentimiento anti yanki, que sirvió de abono a la revolución cubana en 1959.

A inicios de los sesenta, para atacar el mal ya sembrado en Latinoamérica, John F. Kennedy ideó la política del Buen Vecino con programas de cooperación e inversión, como la Alianza para el Progreso y Alimentos para la Paz. Su intento de cambiar la imagen del “Americano feo”, por la de un aliado para rescatar a millones de la pobreza en este vecindario y fortalecer las democracias, obtuvo limitado éxito en unos cuantos países, entre otros el nuestro. Pero el germen cubano había prendido y, de nuevo, la geopolítica gringa hubo de recurrir a dictaduras como aliadas anticomunistas, notablemente en el Cono Sur. Pasados estos ensayos, Latinoamérica dejó de estar en la mira de la política exterior de Washington.

Entretanto, la estabilidad institucional del hemisferio vive hoy una de sus peores crisis colectivas por un fenómeno que, aunque nacido de las tesis izquierdistas, degenera en un despropósito de vago color ideológico: los populismos autoritarios, de derecha o de izquierda. Su víctima es la democracia liberal.

Hoy, el presidente Joe Biden reclama respeto a las democracias en los países de Latinoamérica, e intenta crear y financiar una alianza de éstas contra los autoritarismos criminales. Sin embargo, luce poco auspicioso cuanto pueda hacer EE.UU. frente a la realidad plagada de desigualdad socioeconómica, inseguridad alimentaria y corrupción. Los correctivos son y serán responsabilidad de cada sociedad latinoamericana.-

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