Trabajos especiales

Quien domine la Luna (y sus minerales)… ¿Dominará el mundo?

Ocho naves no tripuladas viajarán este año a nuestro satélite, donde cinco países —en una nueva fiebre del oro— buscan titanio, aluminio, metales preciosos, helio 3… Pero no solo los mueve colonizar el satélite y explotar sus riquezas espaciales. También la nueva guerra fría entre China y Estados Unidos se libra otra vez en el espacio. La astronauta de la NASA Kayla Barron (en la foto) podría ser, en 2025, la primera mujer en pisar la Luna.

Hay programadas ocho misiones a la Luna hasta final de año, una cifra sin precedentes en la historia espacial: tres de Estados Unidos, dos de Japón y una de Rusia, la India y Corea del Sur, respectivamente. Todas, no tripuladas. Pero se irán sumando países hasta 2025, cuando está previsto que el ser humano vuelva a pisar la Luna. Esta vez no solo será un pequeño paso para el hombre, pues también una mujer tendrá la oportunidad de dejar su huella.

Empieza la cuenta atrás… para volver a pisar la Luna. Un cohete de la NASA despegará este verano rumbo a la órbita lunar, cincuenta años después del fin del programa Apolo. El objetivo es volver a pisar la Luna en 2025. |NASA

No son pocos los gobiernos y empresas privadas los que aspiran a participar en la conquista del satélite, pero nadie se engaña: la segunda carrera espacial vuelve a ser, como en tiempos de la Guerra Fría, un pulso entre dos superpotencias: Estados Unidos y China, que sustituye a la Unión Soviética.

Es una batalla entre dos diosas. La misión americana se llama Artemisa y la china, Chang E, divinidad que vive con un conejo de jade

Será una batalla entre diosas: Artemisa, la hermana de Apolo, es el nombre de la misión de la NASA, que invertirá unos 90.000 millones de euros. La misión china se llama Chang E, divinidad que vive en un palacio lunar con un conejo de jade. Nadie sabe cuánto se gastará China, pero que el gigante asiático va en serio ya lo demostró el año pasado, cuando una sonda logró traer muestras de rocas en su primer viaje de ida y vuelta al satélite. La nueva carrera espacial se ha calentado después de que Bill Nelson –el director de la NASA– denunciara ante la Cámara de Representantes que los avances tecnológicos chinos, que les han permitido posar un vehículo rover en Marte al primer intento, y la similitud de sus naves a las estadounidenses se deben al espionaje industrial: «Sí, son buenos robando –se quejó–. Tenemos que tomarnos la ciberseguridad muy en serio».

Objetivo número 1: Alinear la Tierra, la Luna y el Sol

La tensión se puede cortar. La NASA, que ha visto cómo la estación espacial china utiliza una nueva generación de motores iónicos que aventajan a sus propulsores de combustión química, ha tenido que retrasar la primera fase de Artemisa por culpa de una válvula mal ajustada y un rayo inoportuno. La primera ventana se abrirá entre el 26 de julio y el 10 de agosto. Y habrá 13 oportunidades de lanzamiento. Se tienen que alinear los astros, literalmente… La Tierra, la Luna y el Sol deben compenetrarse como ruedas dentadas en el engranaje de un reloj. Hay que aprovechar una órbita retrógrada (que planeta y satélite giren en direcciones contrarias), lo que dará un empujoncito gravitatorio a la nave Orión (que se desprenderá del cohete Artemisa) y que, además, ahorrará así combustible; el oxígeno y el hidrógeno líquidos hiperfríos que lleva en sus tanques. La trayectoria debe garantizar que Orión no permanece en la oscuridad más de 90 minutos para que sus paneles solares funcionen. Y el ángulo de inclinación a la hora de regresar a la atmósfera terrestre debe ser tal que la tripulación (en este primer vuelo será un maniquí) no se achicharre. Si todo sale bien, en la segunda fase (2024), cuatro astronautas orbitarán la Luna a bordo de la cápsula antes de regresar a la Tierra. Y, en la tercera (2025), dos astronautas, un hombre y una mujer, descenderán del módulo lunar, algo que no sucedía desde 1972, cuando Estados Unidos canceló el programa Apolo para destinar más recursos a la guerra de Vietnam.

Poblados para mineros. Trump legalizó la minería lunar en 2020 y varios países se aprestan a competir por sus recursos.Helio 3, titanio, aluminio… Para explotarlos, habrá que fundar colonias estables como la de la foto, proyectada por la Agencia Espacial Europea. |ESA

Objetivo número 2: Colonizar la Luna

Así que la cuenta atrás está a punto de comenzar, aunque esta vez el objetivo no es solo llevar humanos a la Luna, sino sentar las bases para una presencia sostenible. ¿Por qué ahora? Por tres razones.

–Una es que la tecnología y la confluencia entre gobiernos y sector privado han abaratado el viaje: poner un kilo de material en el espacio cuesta unos 55.000 euros, cuando a principios de siglo valía un millón, pero rondará los 2000 gracias a los cohetes reciclables que ya prueba SpaceX.

–La segunda es que aún hay misterios científicos que resolver. Por ejemplo, el origen del agua helada en los cráteres de los polos lunares.

–Y la tercera es que va a ser un negocio colosal. Por eso, Donald Trump abrió la veda para permitir la minería espacial, ignorando el estatus internacional e inviolable de la Luna. Con la escasez de microchips, tierras raras o litio, se mira a la Luna como un nuevo El Dorado.

Como en tiempos de la fiebre del oro, la explotación se concederá al primero que llegue

Nuestro satélite dispone de depósitos de titanio y aluminio, así como de metales preciosos y gemas semipreciosas. También tiene reservas de helio 3 y torio, sendos combustibles de los reactores de la fusión nuclear. Para autorizar las prospecciones, antes hubo que convertir en papel mojado el Tratado del Espacio Ultraterrestre, que prohíbe reclamar otros cuerpos planetarios y fue firmado por 109 países allá por 1967. Trump lanzó los Acuerdos de Artemisa en 2020, que permiten a los signatarios alegar un interés científico para apropiarse de recursos lunares. Como en tiempos de la fiebre del oro, la explotación se concederá al primero que llegue. Esto ha hecho que 17 países ya hayan firmado los acuerdos. Tonto el último… Y, aunque no se pueda proclamar la soberanía sobre un territorio en particular, se permite establecer zonas de seguridad temporal o incluso de interés histórico, como el área donde Neil Armstrong dejó impresas las huellas de sus botas. Algunos juristas dudan de la validez de estos acuerdos, pero otros señalan que, dado que la mayoría de los países firmantes son los únicos que hoy por hoy pueden llegar a la Luna, establecerán sus propias normas de facto y se llegará a un reparto parecido al de la época colonial.

La primera mujer en la Luna. La estadounidense Kayla Barron (primera por la derecha) es una de las astronautas preseleccionadas para formar parte de la próxima tripulación a la Luna. Hasta la fecha, doce astronautas (todos hombres) han paseado por la superficie del satélite terrestre entre 1969 y 1972. |NASA

Todos aspiran a su parte del pastel. La consultora Emergen Research pronostica que el mercado de la exploración espacial (la Luna será un trampolín a Marte, asteroides y otros destinos) alcanzará los 630.000 millones de dólares al final de esta década. Por su parte, Northern Sky acaba de publicar su informe sobre el mercado lunar, en el que destaca que ya hay 70 misiones comerciales a la Luna (privadas) preparándose para ser lanzadas hasta 2031. Un ejemplo es la compañía Lonestar, que quiere instalar centros de datos en el satélite, porque allí es más barato refrigerarlos. Otros quieren usar el regolito como material de construcción (mezclado con magnesio, sus propiedades son parecidas a las del hormigón), una tecnología que podría servir para construir las viviendas de las futuras colonias lunares con impresoras 3D…

La NASA ya ha convertido la bodega de sus cohetes Artemisa en una especie tráiler de camión donde multitud de empresas pagan por transportar sus robots, rovers, habitáculos y cachivaches para probarlos en el suelo lunar. Japón ensayará aterrizajes de precisión, mientras que la India va a intentar no estrellar su módulo, como le pasó la última vez. Árabes y judíos irán de la mano (Israel y Emiratos preparan una misión conjunta), mientras que la Agencia Espacial Europea ha cortado sus relaciones con Rusia a raíz de la guerra de Ucrania, lo que ha dejado vía libre para que rusos y chinos colaboren.

Objetivo número 3: Dominar el mundo

China ya ha dejado caer que quien domine el espacio dominará el mundo. Todos apuntan al polo sur lunar, en la cara oculta, como el lugar idóneo para los primeros emplazamientos. El hielo de su subsuelo podría utilizarse como combustible para el viaje a Marte.

Gobiernos, inversores y científicos viven un momento de euforia. Sin embargo, para trasladarla al público, hará falta un galvanizador. En los años sesenta fue el presidente John F. Kennedy. ¿Elon Musk (SpaceX) o Jeff Bezos (Blue Origin) pueden contagiar esa ilusión? Las encuestas en Estados Unidos dicen que la investigación espacial debería centrarse más en el cambio climático y en el estudio de los asteroides que podrían chocar con la Tierra. Solo el 8 por ciento considera una prioridad enviar astronautas a la Luna. Y la revista The Atlantic añade: «Durante años, la NASA ha insistido en que los estadounidenses apoyaban la exploración espacial y presentó el esfuerzo del Apolo como un producto de la unidad nacional. No fue así. El programa lunar fue impopular, con la excepción de una encuesta realizada justo después del alunizaje del Apolo 11». Otros consideran que tarde o temprano los avances tecnológicos acabarán trascendiendo a toda la sociedad. Como recuerda el historiador Charles Fishman: «El primer cliente de Silicon Valley fue la NASA, que le compró toda la producción de un nuevo invento: el microchip».

ABC de España

 

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