Los vicarios apostólicos de la Amazonía Ecuatoriana creen que la Iglesia es clave para lograr la paz social
En el marco de los incidentes de las últimas semanas en Ecuador, Vatican News ha entrevistado a Mons. Adalberto Jiménez y Mons. Rafael Cob, vicarios apostólicos de Aguarico y Puyo, respectivamente, en la Amazonía Ecuatoriana, para comprender el contexto y el rol de la Iglesia en lo que está sucediendo
«Solo a través del diálogo será posible encontrar, espero que pronto, la paz social, con especial atención a las poblaciones marginadas del país y a los más pobres, pero siempre respetando los derechos de todos y las instituciones del país». Este fue el mensaje de cercanía del Papa Francisco al pueblo ecuatoriano en el Ángelus del pasado domingo 26 de junio. Dos días más tarde, el martes 28, el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, suspendía el diálogo entre el gobierno y el movimiento indígena. No obstante, el ministro de Gobierno, Pancho Jiménez, informó, el miércoles 29, la aceptación del proceso de mediación que encabeza la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.
Desde el lunes 13 de junio, la nación vive en un ambiente de tensión: la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), en articulación con organizaciones indígenas y sociales, convocó a una movilización nacional con protestas en distintos puntos del territorio. Según la CONAIE, está motivada por lo que denominan «la imposición de políticas neoliberales» de la administración que han llevado a distintas problemáticas, como la exacerbación de la pobreza, la disminución del presupuesto general del Estado en salud y educación, el incremento de la inseguridad y la violencia, entre otras que encabezan los reclamos.
En este contexto, la Iglesia católica en Ecuador se ha expresado, en distintas oportunidades, a favor de la paz y la concordia, a través de una campaña en redes sociales y comunicados emitidos desde el Consejo Permanente del Episcopado ecuatoriano. Vatican News conversó con Monseñor Adalberto Jiménez y Monseñor Rafael Cob, vicarios apostólicos de Aguarico y Puyo, respectivamente, en la Amazonía ecuatoriana, para profundizar en sus visiones sobre la situación y en la labor de la Iglesia en estos días complejos.
Vicario apostólico de Aguarico: «Estamos llamados a reconstruir la paz»
Monseñor Jiménez , quien publicó una carta pública urgente al Presidente de la República el 28 de junio pidiendo por la paz y la justicia, reflexionó ante nuestros micrófonos sobre la urgencia de construir un mundo de paz y justicia. Recordó también las palabras de Monseñor Alfredo Espinoza, arzobispo de Quito, cuando en una reciente eucaristía afirmó que «todos nos tenemos que ver como hermanos, no como enemigos» (ndr: las declaraciones fueron con motivo del lema escogido para el próximo Congreso Eucarístico en Quito, previsto para 2024: «Fraternidad para sanar el mundo»). «Estamos en una humanidad enferma por la violencia, por la guerra. Podemos ver Rusia, Ucrania, y más de 20 países que en todo el mundo están en guerra, con las raíces abiertas», prosiguió.
Según Jiménez, los programas con las que los mass media «invaden» a las personas están cargados de violencia, así como las series, las telenovelas. «Este también es un llamado para todos, para aquellos que llevan adelante las cadenas, o son dueños de las cadenas de televisión; que se deje de ganar dinero, pero que no se emitan programas de contenido tan violento», reflexionó.
«Tenemos que hacer una opción y la Iglesia tiene mucho, mucho para sugerir, para hacer asambleas, convivencias, encuentros de familia, de niños, de jóvenes, de ancianos, para hablar por la paz, y es un terreno abonado, pero junto con la paz, la justicia.»
El prelado enfatizó la importancia de que haya «un claro compromiso con las necesidades de los seres humanos aquí en Ecuador, desde el planteamiento que nos hace Jesucristo en el Evangelio en Mateo, 25». Para Jiménez, «la justicia va a ser sobre la base de las necesidades de las personas: Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, fui migrante y me acogiste en tu casa, estuve enfermo y me visitaste, me compraste la receta, estuve en la cárcel y me visitaste».
Jiménez insistió en que «es un llamado a que el Evangelio de Dios pasa por las personas, por sus necesidades, por el servicio, por la atención a ellos».
«Tenemos un poder muy grande de convocatoria en la Iglesia de Ecuador y debemos volver a sanar las heridas de la guerra y de la violencia para construir un Ecuador de paz, y creo que lo vamos a conseguir, que lo vamos a lograr. Que no perdamos ningún espacio en la Iglesia para hablar y reconstruir la paz, que es fruto de la justicia.»
Crisis en múltiples niveles
Jiménez describió que la crisis que afecta al país es grave, porque no es una sola; más bien, tiene distintas dimensiones, y retomó los elementos de un comunicado de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, emitido el 23 de junio. Hay una crisis económica, manifestada en la falta de empleo, educación, de salud, alimento; una crisis social expresada en la inseguridad, entre otros fenómenos; una crisis política que, según el Episcopado, «en muchos casos ha dado la espalda a las grandes aspiraciones de nuestro pueblo, preocupándose casi exclusivamente de sus intereses de partido o movimiento»; una crisis ética en todas las esferas de la vida pública y privada; y una crisis ecológica «que pone en serio peligro la existencia de la casa común por la explotación y la contaminación».
Vicario apostólico de Puyo: «Iglesia profética y samaritana»
Por su parte, Monseñor Cob sostuvo que, en las provincias, están intentando mitigar la violencia que se da cuando la gente que reclama no es escuchada, provocando, por ende, que se radicalicen sus paros.
Refiriéndose a la importancia de aprender del pasado, evocó la marcha pacífica de 1992 en Ecuador, cuando los pueblos indígenas consiguieron que se reconociera la propiedad de sus tierras. De acuerdo con el vicario apostólico de Puyo, ahora intentan hacer entender que debemos aprender también de la experiencia del pasado en cuestión de la exigencia de derechos.
«Es importante humanizar el paro, pensar que las consecuencias las pagamos todos, y a veces muy duras», aseveró. Cob señaló que es necesario «llamar a la calma, a la escucha», ya que «esto ayuda a promover el diálogo». Explicó que los comerciantes están sufriendo, entre otras dificultades, la complicada entrada de alimentos.
«Es importante ver que la Iglesia siempre ha de estar abriendo caminos para que se dé la humanización», recalcó el obispo.
«Por parte nuestra, está la voz profética que no debe faltar nunca, y saber que la vida vale más que mil protestas. Lamentablemente, ha habido muertos en este paro, y creo que es importante saber que, como decimos, la vida vale más que mil protestas y es el primer derecho que se debe respetar. También sufrimos la radicalización cuando hay muertes de gente que está buscando la paz y la justicia.»
Cob dirigió, además, un llamamiento a construir juntos la paz: «La Iglesia siempre estará pendiente de los diálogos». «Esperamos que pronto se levante este paro y que se dé la justicia, de responder a estos puntos que la sociedad y las autoridades indígenas están reclamando», expresó así su deseo.
La Amazonía maltratada, marginada, olvidada
Otro de los puntos críticos es el maltrato, la marginación y el olvido que padece la Amazonía, como bien argumentó Cob. «Hay que conocer la selva por dentro, visitar las bases, los territorios, para ver cómo viven y constatar ese sufrimiento de estos pueblos; por eso se levantan, porque no son atendidos», dijo.
«Es importante levantar la voz profética de denuncia y de acompañamiento; serían las dos formas. Una Iglesia profética y samaritana; estas dos realidades son las que a nosotros nos ayudan para buscar solución a los problemas sociales y globales de nuestra Amazonía.»
«Marcha pacífica por la justicia del pueblo empobrecido»
Entre las múltiples movilizaciones en el país, este lunes 27 en la tarde, como informa Radio Puyo, el pueblo se reunía para reclamar sus derechos de salir de su pobreza y marginación.-
(Vatican.news/InfoCatólica)