El Papa

Francisco: «Recuerden bien esto: tolerancia cero en los abusos a menores o personas en discapacidad»

El pontífice recibió ayer a los participantes en los capítulos generales de la Orden de la Madre de Dios, de la Orden Basiliana de San Josafat y de la Congregación de la Misión. El Papa habló nuevamente de la necesidad de combatir los abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia

Nada se resuelve cambiando de destino a los abusadores

«Por favor, recuerden bien esto: tolerancia cero en los abusos a menores o personas en discapacidad, tolerancia cero. Por favor, no escondan esta realidad», exhortó el papa Francisco en su discurso a los participantes en los capítulos generales de la Orden de la Madre de Dios, de la Orden Basiliana de San Josafat y de la Congregación de la Misión, a los que recibió hoy en el Palacio Apostólico.

El pontífice advirtió: «Nosotros somos religiosos, somos sacerdotes para llevar a la gente hacia Jesús, no para ‘comer’ a la gente con nuestra concupiscencia. Y el abusador destruye, ‘come’ al abusado con su concupiscencia. Tolerancia cero», subrayó.

«Les solicito tolerancia cero», insistió el Papa y les pidió «no tengas vergüenza a denunciarlo». «Los acompaño, eres un pecador, eres un enfermo, pero tengo que proteger a los demás», dijo el Papa, afirmando con contundencia que «esto no se resuelve con una mudanza (refiriéndose al traslado de comunidad): «Ah, lo enviaré a este continente, lo mandaré al otro continente… ¡No!»

Francisco devolvió los saludos de los tres superiores y les agradeció la presentación de las trayectorias y perspectivas de sus respectivos Institutos. «También yo deseo, en primer lugar, expresarles la gratitud de la Iglesia por el testimonio que dan como personas consagradas y por la actividad apostólica que desarrollan allí donde están presentes», les manifestó.

Luego, recordó que, en estos días, las tres familias religiosas se dedican a trabajar en el Capítulo General. Precisó que los clérigos de la Madre de Dios y los sacerdotes de la Misión están llegando al final de estos espacios, mientras que los basilianos «no hicieron más que empezar», acotó. El Papa extendió sus mejores deseos a los que han sido elegidos para el servicio del gobierno y se unió a su gratitud por los que han terminado.

Cerca de los ucranianos

Por otra parte, recordando a los basilianos ucranianos, les reiteró «estoy cerca de ustedes, toda la Iglesia está cerca, todos ustedes. Los acompañamos como podemos en su dolor. Uno de los mayores peligros actuales es olvidar el drama de Ucrania porque uno se acostumbra y luego pareciera no es tan importante», indicó comentando que en los últimos días, vio en el periódico que las noticias sobre el conflicto estaban en la página 9: «No es un problema de interés y esto no está bien».

Así, renovó su cercanía con el pueblo ucraniano: «Por eso estamos cerca de ustedes y todos tenemos que mirarlos porque están en el martirio ahora mismo. Están en el martirio. Y les deseo que el Señor tenga compasión de ustedes y que de otro modo esté cerca de ustedes con la paz y el don de la paz».

Discernimiento

Además, el Papa les habló a los religiosos sobre los capítulos que están celebrando estas congregaciones. Tras el «período de distanciamiento forzado por la pandemia, el capítulo debería ayudarles a no dar por sentado el hecho de poder encontrarse, de poder mirarse a los ojos y, sobre todo, de poder rezar juntos, escuchar la Palabra y compartir la Eucaristía».

El pontífice se refirió al capítulo como una instancia propicia para el discernimiento: «Con la ayuda del Espíritu Santo, tratamos de ver si fuimos fieles al carisma y hasta qué punto, en lo que el Espíritu nos impulsa a seguir adelante y en lo que, en cambio, nos pide que cambiemos».

La evangelización

Otro aspecto resaltado por Francisco fue «el criterio de la evangelización», al que calificó como «esencial» en el discernimiento y explicó: «Cuando nos cuestionamos sobre nuestra fidelidad creativa al carisma original, debemos preguntarnos si nuestro modo de interpretarlo y ponerlo en práctica es ‘evangelizador’, es decir, si las opciones que hacemos –en cuanto a contenidos, métodos, instrumentos, estilo de vida- están orientadas al testimonio y al anuncio del Evangelio».

Ampliando su reflexión, el Papa aclaró que «los carismas, como enseña San Pablo, son todos para la edificación de la Iglesia, y como la Iglesia no es un fin en sí misma, sino que su finalidad es evangelizar, se deduce que todos los carismas, sin excepción, pueden y deben cooperar en la evangelización. Y esto hay que tenerlo bien presente a la hora de discernir».

Evangelizadores que rezan y trabajan

Además, indicó que teniendo en cuenta este principio, »no es necesario detenerse en teorías abstractas, sino que es mejor aprender de los santos: en su caso, san Juan Leonardi, san Josafat y san Vicente de Paúl». Francisco se detuvo en el aspecto de su diversidad, pues, según él, estos santos muestran lo que significa ser «evangelizadores con el Espíritu», es decir, «evangelizadores que rezan y trabajan».

Retomando el punto 262 de la Evangelii gaudium, el Santo Padre afirmó que «desde el punto de vista de la evangelización, no sirven las propuestas místicas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y las prácticas sociales y pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazón».

A su vez, señaló que es «en el crisol de las relaciones, donde nuestros corazones son probados y donde, con el compromiso de cada uno, puede tomar forma un hermoso testimonio de hermanos«.

»No una cursilería, no una concordia de fachada, no una homogeneidad aplanada por la personalidad del superior o de algún líder, sino una fraternidad libre, con gusto por la diversidad y en busca de una armonía cada vez más evangélica. Como en una orquesta con muchos instrumentos, donde lo esencial no es la habilidad de los solistas, sino la capacidad de cada uno de ellos de escuchar a todos los demás para crear la mejor armonía posible», aseguró.

Según Francisco, «de ahí viene la alegría. Una alegría real, no formal, no una sonrisa artificial. La alegría de ser de Cristo y estar juntos, con nuestras limitaciones y nuestros pecados», la alegría «de ser perdonados por Dios y de compartir este perdón con nuestros hermanos y hermanas, la alegría que no se puede ocultar, ¡brilla!».+

(Aica/InfoCatólica)

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