Entrevistas

«No se puede pensar en la seguridad contra los demás, sino sólo con los demás»

Entrevista con Mario Primicerio sobre la guerra en Ucrania, las palabras del Papa y las posibles soluciones de negociación: hay que "remitirse a los principios de la OSCE, que se basan en la integridad territorial de los Estados miembros y prevén una amplia autonomía para los territorios habitados por minorías étnicas".

«En un mundo globalizado no tiene sentido pensar en una seguridad ‘contra otros’, porque sólo es posible una seguridad ‘con otros'». Así lo afirma el profesor Mario Primicerio, matemático, ex alcalde de Florencia en los años 90, que acompañó a Giorgio La Pira a Hanoi, a su encuentro con Ho Chi Minh, cuando la guerra de Vietnam ya había comenzado. Primicerio fue presidente de la Fundación Giorgio La Pira. Le pedimos que comentara los llamamientos de Francisco y qué soluciones negociadas ve posibles para el conflicto de Ucrania que se abrió con la agresión rusa.

En el Ángelus del domingo 17 de julio, el Papa dijo: «Rezo y espero que todos los actores internacionales trabajen realmente para reanudar las negociaciones, y no para alimentar el sinsentido de la guerra». ¿Por qué es tan difícil la negociación?

Esencialmente porque, como dijo el Papa en la misma ocasión, «la guerra (…) mata la verdad y el diálogo» y sólo deja la ilusión de que es posible resolver las disputas internacionales por medios militares. En cambio, hay que darse cuenta de que una solución con un ganador y un perdedor es imposible, especialmente en el caso del conflicto en Ucrania. Por otro lado, una victoria de Rusia, que sería la derrota de la legalidad internacional, sería inaceptable, al igual que una derrota suya, que llevaría a una situación revanchista inestable de consecuencias imprevisibles. La única solución pasa, pues, por la negociación a partir de un alto el fuego inmediato e incondicional, con vigilancia internacional, que ponga fin a las atrocidades de la guerra: «vim fieri veto» (prohíbo el uso de la violencia, ed.) como reza el interdictum del jurista romano Gayo que Giorgio La Pira citaba a menudo.

Muchas voces autorizadas sostienen que no es posible empezar a hablar de paz mientras Rusia se niegue a hacerlo antes de haber tomado una parte del territorio ucraniano y Ucrania se niegue a hacerlo mientras las tropas rusas ocupen el suelo del país. Posiciones que parecen irreconciliables.

Pero la tarea de la política -y, en este caso, la de la diplomacia- es precisamente hacer posible lo deseable y, por tanto, buscar posibles puntos de encuentro en los que cada una de las partes contendientes renuncie a parte de sus demandas iniciales, pudiendo presentarse ante la opinión pública como el ganador sustancial de la disputa.

¿Cuál es y cuál debería ser, en su opinión, el papel de la diplomacia y especialmente de la diplomacia europea en estos momentos?

Creo que una diplomacia de mediación debe evitar tomar partido apriorísticamente por la defensa a ultranza de la posición de uno de los dos contendientes; hay que protegerse de la tentación de considerar este conflicto como una «guerra santa» contra el «imperio del mal» de la memoria de Reagan. Sin embargo, esto no debe significar conformarse con un juicio de equidistancia entre ambos. Lo que puede llamarse «pacifismo político» debe partir de forma realista de la situación actual, pero proponer una perspectiva para superarla.

¿Qué propuestas de negociación ve posibles para alcanzar una tregua y luego construir una paz duradera?

La situación concreta, nos guste o no, nos hace retroceder décadas a una política de confrontación y poder. Rusia persigue con nostalgia su pasado papel de gran potencia internacional y ve con recelo cualquier amenaza a sus fronteras orientales. En esta situación, tiene sentido proponer una especie de «cinturón de neutralidad» que se extienda desde el Báltico hasta el Mar Negro. Y para invocar los principios fundamentales de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, que se basan en la integridad territorial de los Estados miembros y al mismo tiempo prevén una amplia autonomía para los territorios habitados por minorías étnicas. Esta es la razón por la que considero inadecuada cualquier ampliación de la OTAN, al menos en este momento, y sugiero que se considere una moratoria sobre las solicitudes de adhesión de Suecia y Finlandia.

En su opinión, ¿se hizo todo lo posible para evitar esta guerra antes de que estallara y para detenerla una vez que lo hizo?

No puedo decir si fue posible evitar el estallido del conflicto; sin embargo, parece que, por parte de Rusia y Estados Unidos, prevaleció una especie de «nostalgia de las vallas históricas», con la esperanza de que «flexionar los músculos» diera sus frutos en términos de consenso interno. Por desgracia, en todo esto, Europa ha brillado por su ausencia. Incapaz de elaborar y expresar una política exterior, ha demostrado que sigue estancada en la Europa gaullista de las patrias e incapaz de convertirse en la Europa de los pueblos. Y decir que, precisamente en esta trágica coyuntura de la invasión de Ucrania, podría haber jugado -y tal vez todavía- un papel decisivo. Ciertamente, es Europa la que está pagando el precio más alto por esta guerra. ¿Significa algo la tendencia del tipo de cambio euro-dólar de los últimos cuatro meses?

En el Ángelus del domingo 3 de julio, el Papa Francisco pidió una paz que ya no esté «basada en el equilibrio de las armas, en el miedo mutuo». ¿Qué futuro nos espera después de este conflicto en el corazón de Europa?

Debemos reaccionar contra la tentación de creer en la inevitabilidad de la guerra y de habituarnos a sus horrores. En un mundo globalizado, no tiene sentido pensar en la seguridad «contra los demás», porque sólo es posible la seguridad «con los demás». La autosuficiencia autárquica no nos salvará, sino la conciencia de la interdependencia en un destino común. Pueden sonar a sueños utópicos, pero -como decía La Pira y como nos enseña cada día el magisterio del Papa Francisco- al final la historia se rendirá a la utopía.

ANDREA TORNIELLI/Vatican News

 

Los medios vaticanos publican apreciaciones sobre las palabras del Papa Francisco sobre la guerra en Ucrania y las posibles soluciones para una negociación: los entrevistados expresan sus opiniones que no son atribuibles a la Santa Sede.-

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