Testimonios

Pedro Galdos S. J: In Memoriam

Mi recuerdo del Padre Galdos, habiendo sido jefe de tropa en 2do año D, fue de una cercanía permanente, guía, consejero espiritual, palabra oportuna, no sólo como jefe de tropa, sino en mi crecimiento personal

Jesús Mazzei Alfonzo:

La culminación del ciclo vital el pasado 7 de septiembre, de nuestro querido e inolvidable Padre Pedro Galdos Zuazua, “Perico”, para la comunidad ignaciana en general y en particular para la comunidad ignaciana de Caracas, fue un golpe noble, duro y profundo. El padre Galdos tuvo un apostolado ejemplar que se remonta desde el 1964 en el Colegio San Ignacio de Loyola de Caracas, por ello, este sencillo, pero sentido homenaje no pretende ser una biografía, sino mostrar algunos rasgos y destacar algunas de sus ejecutorias claves en el Colegio San Ignacio de Caracas.

El Padre Galdos nació el 31 de julio de 1931, en la población de Aretxabaleta el país vasco, en España, estudio en el Colegio Javier, en el Castillo, Javier al pie de la montaña de Lyre. Años después, el 22 de enero de 1950 llega a Caracas por primera vez y inicia sus estudios de novicio en la Villa Pignatelli, en la Urb. Los Chorros, luego de dos años lo trasladan a Santa Rosa de Viterbo, en la provincia de Bogotá donde estudia y luego ingresa a la Universidad Javeriana, donde obtiene la licenciatura en filosofía, historia y letras, en el año de 1956, ya había mostrado su amor a la naturaleza, en escalas a las montañas del nevado del Ruíz y Sierra del Cocuy, como previamente lo había hecho en Caracas, en su Ávila adorado en los primeros años de 1950, su amor por la naturaleza ya está marcado en su hechura como sacerdote. Posteriormente, lo trasladan al Colegio Javier de Barquisimeto, allí estará 3 años, como maestrillo, para sus años de magisterio, luego lo trasladan a Oña, Burgos, España, donde estudia cuatro años de Teología, el 16 de junio de 1962 se ordena de sacerdote, y se traslada a Salamanca, y culmina su preparación y formación ignaciana, estamos en el año de 1964, catorce años después de ingresar como novicio en el año 1949.

Ese año en 1964, para su sorpresa no va al Javier de Barquisimeto, sino al Colegio san Ignacio de Loyola de Caracas, donde dejara una impronta imborrable e imperecedera, desde ese año hasta su fallecimiento, donde comienza dando clases de religión en 6to. Grado hasta el año de 2006.Recuerdo, que fue nuestro prefecto en 5to. Grado y nuestro profesor de religión en 6to. Grado. Para mí, su presencia más impresionante y liderazgo, fue en el Centro Excursionista Loyola, nuestro querido CEL. Allí nos trasmitió su amor a la naturaleza, lo importante del ambiente y la ecología, su amor al Ávila en particular, cuantas excursiones no hicimos al cerro Ávila: Ño Tigrito, Paraíso, Naiguatá, Lagunazo, Los Venados, La Silla. En sus primeros años estuvo con el hermano Pettit, infatigable excursionista y también amante de la naturaleza de nuestra monumental Cordillera de la Costa, quién le trasmitió el amor celista, para organizar campamentos y excursiones por toda Venezuela. Allí inicia su larga relación con esa institución del Colegio, el Padre Galdos. Dudo mucho que allá alguien en Caracas, que conociera tanto nuestro cerro Ávila, tanto como el padre Galdos.

Fueron numerosos los retiros, los campamentos a Ocumare de la Costa guiados por el Padre Galdos en Semana Santa, carnavales, excursiones a la Sierra Nevada, escalo las cinco Águilas Blancas, dio Misa en el Pico Bolívar, llegó hasta la Blanquilla, la Orchila, campamentos en Oriente desde el año de 1965-1989, fomento además, el proyecto Cumbres que hizo que algunos ignacianos escalarán el Monte Everest, creo la promesa desde cuatro grado hasta primer grado en 1965, en la pañoleta del CEL, con sus estrellas, nos inculcó el Excelsior.

Nos trasmitió también, desde muy jóvenes imitar el compromiso con ese gran Celista e Ignaciano como fue Alberto Capdevielle, por cierto, años después escribe una pequeña biografía sobre Alberto, escribe también el Manual del Excursionista, otro sobre la Vida de Ignacio de Loyola y San Francisco de Javier, y otro, sobre la historia del CEL. Por cierto, la biografía del Alberto Capdevielle me la leí a los 14 años. Fundo el CEL Senior, para que antiguos alumnos mantuvieran comunicación y relación con la institución.

Mi recuerdo del Padre Galdos, habiendo sido jefe de tropa en 2do año D, fue de una cercanía permanente, guía, consejero espiritual, palabra oportuna, no sólo como jefe de tropa, sino en mi crecimiento personal. Gracias Padre Galdos. Dos compañeros míos del Colegio San Ignacio de Loyola, compartieron estas hermosas palabras que deseo hacer mías; de mis queridos amigos y hermanos Ignacianos, la primera de Víctor Campos,”… Más allá de las cumbres de altivos montes ya has de haber llegado, mira el cóndor sus alas desplegar. Que Dios y nuestra Virgen del Colegio te reciban. Tu inmensa tropa de exploradores oran por ti. Nuestro Perico, fundador de fundadores, hoy está junto a Ignacio el General. La Compañía Real hace sonar las trompetas dando la bienvenida a uno de sus más queridos soldados de luz, amor y sacrificio. La legión de ángeles de Loyola corren a su encuentro. Ya las voces se escuchan y son las tropas bélicas que alzan sus lábaros porque venció en la batalla final. Descansa ahora y para siempre en cada corazón ignaciano, en un hasta luego, en breve adiós… muy pronto junto a tu fuego nos reuniremos. Seguro que sabes que siempre serás esa pañoleta, esta fogata, ese morral lleno de ilusiones y sobretodo en ese Ávila que tanto amaste y te amó. De todos tus «truquis» recibe una oración de agradecimiento eterno. Siempre listos siempre los primeros hasta vencer o morir…Una y mil hojas de té para ti..” y la segunda, de Héctor Cantele“…Nuestro muy querido maestro Pedro Galdos Z. Queridos hermanos celistas, hoy será un día recordado por siempre para cada uno de nosotros. Estás lágrimas impregnadas de profundos recuerdos que hoy brotan de nuestro ser…desde nuestro corazón ignaciano …desde nuestra alma celistas, deben servir para recordarlo como el gran hombre que fue Perico, estuvo presente en una importante parte de nuestras vidas. Rellenó de virtudes nuestra personalidad, matizando con su canto y consignas cada momento compartido Servicialidad, sacrificio, lealtad y pureza llenaron cada momento compartido y gracias a él entre otros, han servido cada una de esas virtudes para honrarlo en el día a día de nuestras vidas Sirva está ocasión, en hacer de su vida un ejemplo para tratar de imitar. Perico nos enseñó a ver un amigo en cada patrullero de campamento, en cada jefe, en cada uno de los que apoyaban nuestras acampadas, pero también nos enseñó a ver a Dios en la naturaleza…lo vimos en Oriente, lo vimos en occidente, en el páramo, en los picos nevados y en consecuencia, nos bendijo al enseñarnos que podíamos verlo en cualquier lugar, haciéndolo presente en nuestros hermanos, hoy Perico se hace más cerca de cada uno de nosotros. Perico no se ha ido…quedará por siempre guardado en nuestros corazones Hoy prometo no llorar por él, hoy prometo, así como cuando nos promesamos «hacer cuánto de mi dependa para cumplir fielmente con mis obligaciones para con Dios la iglesia y la patria» … Y eso justificará que Perico haya vivido. No es más que un hasta luego, hermanos celistas…pronto nos reunirá el Señor. Sé la tristeza que a todos nos embarga, pero Perico siempre estará guiando nuestros pasos. Una fuerte y prolongada hoja de té.

Un verdadero soldado de Cristo, modelo de sacerdote; servicial, amigo, su ejemplo perdurará en la memoria del Colegio San Ignacio de Loyola y en su querido CEL. Por eso la consigna jesuítica: Mas alto, más arriba. Servir y amar. Gracias y bendiciones. Padres Galdos. Fiel heredero del espíritu Ignaciano, con sabiduría, vocación, sacrificio y alegría.-

jesusmazzei@gmail.com

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