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Encuentros 39

En el pensamiento cristiano la reflexión filosófica se concibe como un foco iluminador de toda la vida moral

Nelson Martínez Rust:

V

¡Bienvenidos!

Hemos llegado al término de nuestras reflexiones en torno a la “Veritatis Splendor”. En este aparte trataremos de señalar algunas de las principales posturas divergentes con respecto a la encíclica pontificia que, en nuestro tiempo, tienen gran influencia. Las presentaremos siguiendo el orden anteriormente señalado.

1º.- Presupuesto cristológico (Cf. ENCUENTROS 38 [IV]). Frente a este presupuesto el pensamiento moderno rechaza absolutamente toda posibilidad de remitirse a ejemplos humanos que puedan convertirse en orientadores del comportamiento de los hombres, como ha sido común en gran parte del pensamiento occidental. Ejemplo de ello es el de “Sócrates” para Platón, del “Hombre prudente” para Aristóteles, del “Sabio” para las escuelas postaristotélicas, del “El buen salvaje” para Rousseau y Locke o de “Jesús”, “los mártires” y “los santos” para el pensamiento cristiano. Lo que sucede es lo siguiente: si nos remontamos a la época de “la Ilustración” nos podremos dar cuenta de que desde entonces se hace insostenible la referencia a un modelo personal con el fin de legitimar determinadas conductas, actitudes o valores. Desde entonces, el tribunal de la razón personal se ha convertido en la apelación única que permitirá saber los correctos criterios de la modernidad.

2º.- Presupuesto existencial (Cf. ENCUENTROS 38 [IV]).

Es sumamente conocido el hecho de que cierto pensamiento filosófico actual – existencialismo, pensamiento analítico o científico – no admita para nada las repercusiones o consecuencias que tengan su fundamento en un orden moral que tenga una referencia a la posible existencia en un más allá fuera de la vida terrestre. Como es de esperar, esta posición tiene sus implicaciones o repercusiones en el momento de encontrar, equilibrar o juzgar la moralidad de un acto determinado, la gravedad de la responsabilidad en el ámbito personal y, consiguientemente, la inexcusable libertad en la que se desarrolla la existencia humana según la concepción de la moral. ¿A qué principio apelar? ¿A qué llamar “bueno” o “malo”? ¿Cuál es el término de referencia?

3º.- Presupuesto salvífico (Cf. ENCUENTROS  38 [IV]).

Para la filosofía actual – salvo en casos muy excepcionales – el problema de vincular un determinado acto humano a determinados principios morales, a una perspectiva religiosa o sobrenatural no se plantea. No es necesario acudir a lo sobrenatural. Eso sobra. Esta posición se fundamenta en unos presupuestos metodológicos previos, que tienen por principio el hecho de que un enfoque así pertenecería a una etapa premoderna de la razón, ya superada por las ciencias. Si examinamos esta posición desde una posición filosófica originada en las enseñanzas de Nietzsche o Sartre, podemos entender que la posición papal se convierta en un impedimento insalvable en orden a alcanzar una realización plena y auténtica de la libertad humana, que es uno de los principios fundamentales de la filosofía existencialista – el hombre es una realidad que se construye a sí mismo en plena y total libertad -. Esta es la razón por la cual la “Veritatis Splendor” se esfuerza en demostrar la compatibilidad de algunos principios de esta posición filosófica y la doctrina moral de la Iglesia católica.

4º.- Presupuesto teológico (Cf. ENCUENTROS  38 [IV].

Muchas de las enseñanzas de la “Veritatis Splendor” presuponen o, mejor dicho, parten de una dimensión existencial del pensamiento ético filosófico actual. En efecto, en el pensamiento cristiano la reflexión filosófica se concibe como un foco iluminador de toda la vida moral, tanto a nivel personal como social, y, el mismo tiempo, como propulsora de comportamientos dignificantes para el ser humano. En este contexto la teología moral no debe concebirse como un producto de la academia, de la especulación, de una vacía conceptualización abstracta. No debe olvidarse que la vida cristiana no es, ni mucho menos, una filosofía sino un “camino de vida” que, para su formulación se sirve de la filosofía pero que sin embargo la trasciende.

5º.- Presupuesto de la ley natural (Cf. ENCUENTROS  38 [IV]).

Con respecto a la ley natural debemos señalar lo siguiente: La “Veritatis Splendor” frente a las filosofías de la modernidad – analizadas en el capítulo II de la exhortación – propone la existencia de un contenido moral universal válido y permanente (No. 51), que se refleja en los preceptos positivos y negativos del decálogo (No. 52), que se constituyen en garantía de la dignidad de la persona (No. 90) y del ejercicio correcto de la libertad (No. 35), orientadores de la conciencia (No. 59) y de la autonomía moral (No. 41), así como concreciones de la ley natural accesible a la razón humana (No. 42), además de constituir una medida objetiva de los criterios de moralidad de las acciones del hombre (No.72) y por tanto una denuncia de los actos intrínsecamente malos, de aquellos que atentan contra los derechos humanos (No. 80). Todo ello presupone que el paradigma de la filosofía moral cristiana se sitúa en las antípodas de las éticas subjetivas e irracionalistas. Sin embargo, por otra parte, coincide en algunos aspectos con las éticas surgidas en los años setenta del siglo pasado que ofrecen un fundamento racional de la vida moral, que son principios universales alcanzables desde la razón humana.

Finalmente debemos señalar que la enseñanza del pontificado de Juan Pablo II es actual. Para entender lo que está sucediendo en el mundo moderno se hace indispensable la lectura, el análisis y la discusión de dos exhortaciones que definen y resumen el pensamiento papal: “Fides et Ratio” y “Veritatis Splendor”.

 

Valencia. Octubre 2, 2022

 

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