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La nieta de Salvador Allende Ministra de la Defensa

A ella corresponderá dirigir las difíciles relaciones políticas con las  mismas fuerzas armadas que derrocaron al gobierno de la Unidad Popular

Julio César Moreno León:

Maya Fernández Allende será la encargada de manejar la política militar  del nuevo gobierno  presidido por Gabriel Boric. La señora Maya, de 50 años de edad, ha sido presidente de la Cámara de Diputados y actualmente representa en esa cámara al Partido Socialista, electa  por la región Metropolitana. Ella es nieta de Salvador Allende y es la hija nacida en el matrimonio de Beatriz Allende con el agente cubano del Partido Comunista Luis Fernández Oña, quien era considerado el delegado personal de Fidel Castro ante la Unidad Popular y el presidente chileno.

Beatriz Allende se vinculó intensamente a las actividades políticas de su padre, y actuaba como su colaboradora más cercana. Partidaria de los sectores ultra radicales de la Unidad Popular fue un vínculo muy importante con el MIR y el aparato castrista que actuaba en Chile bajo las órdenes de su marido.  

Durante el traumático 11 de septiembre de 1973 estuvo en el Palacio de la Moneda hasta que Allende les ordenó retirarse, a ella, a su hermana Isabel y a todas las mujeres que allí se encontraban. Y algunas horas después el líder socialista hizo lo mismo con los fieles seguidores que aun le acompañaban. En medio del feroz ataque de las fuerzas militares les anunció su decisión de entregarse y les pidió que salieran a la calle portando una bandera blanca en señal de rendición.

Pero mientras sus compañeros intentaban cumplir tan difícil cometido, el presidente regresó sorpresivamente a su despacho y se suicidó utilizando la metralleta que  le regaló  Fidel Castro cuando visitó Chile en 1971.

 

Luis Fernández Oña fue agente del comunismo fidelista en la tarea de extender la guerra subversiva por América Latina y el mundo. Formó parte de la policía que sustituyó a los órganos represivos de Fulgencio Batista. Luego pasó al servicio del Departamento de América del Comité Central del Partido Comunista dirigido por el  comandante Manuel Piñero (a) “Barbarroja”. Ese organismo fue creado  por Fidel para fomentar los procesos revolucionarios en todo el continente.

En cumplimiento de sus tareas, Fernández Oña actuó en la preparación de la Primera Tricontinental de la Habana, asamblea integrada por los movimientos comunistas de África, Asia, y América Latina que deliberó en la capital cubana del 3 al 16 de enero de 1966. Y en agosto de 1967 participó en la organización de la conferencia que creó la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), destinada a impulsar la guerra de guerrillas en latinoamérica. Ambas organizaciones vincularon a Fernández Oña con el liderazgo marxista de Chile

En uno de sus viajes a Santiago estableció relaciones afectivas con la hija del entonces presidente del senado Salvador Allende, y en 1970 se casaron en La Habana. Su matrimonio con Beatriz y el triunfo de la Unidad Popular le dio la privilegiada condición de yerno del Presidente socialista y hombre de confianza de Fidel Castro.

Fue Ministro Consejero de la embajada cubana, pero por encima del embajador funcionaba como la verdadera autoridad política de esa representación diplomática. Estaba encargado de la relación con los grupos partidistas, y según declaraciones que suministró a la Revista Punto Final en 2007, Allende le entregó los archivos que contenían información confidencial referidas a reuniones de la Unidad Popular, a grabaciones y a documentos comprometedores. Le dio la orden de mantenerlos resguardados y le indicó que en el caso de un golpe militar procediera a quemarlos. Por supuesto la orden fue cumplida.

El 11 de septiembre de 1973, mientras la aviación y el ejército atacaban el Palacio de la Moneda, Fernández Oña dirigió la resistencia armada contra los militares que a sangre y fuego intentaban tomar la casa de la embajada comunista.

Y el día 12, protegido por los representantes de los gobiernos de México, la Unión Soviética, Suecia y Perú fue conducido al aeropuerto de Santiago, para desde allí partir junto a su hija Maya y su esposa Beatriz a la capital cubana en un avión de la línea rusa Aeroflot. La Junta Militar había roto relaciones con La Habana y daba 24 horas de plazo a los diplomáticos cubanos para que abandonaran el país.

Cuatro años después de su llegada a la isla Beatriz Allende se quitó la vida afectada por una profunda depresión, seguramente incubada durante los tristes últimos años que le tocó vivir. A partir de entonces su hija pasa ser la huérfana protegida y educada por la revolución, hasta que en 1990 al cesar el régimen militar y asumir la presidencia de Chile Patricio Aylwin, se inició el retorno de todos los exiliados políticos y Maya pudo regresa a su país. Y a los ochenta años de edad, en diciembre de 2016, víctima de la diabetes muere su padre en la ciudad de La Habana.

 

Desde aquel trágico 11 de septiembre de 1973 hasta nuestros días Chile ha vivido 17 años de dictadura militar, y luego 32 años de un proceso de evolución democrática que desmontó los andamiajes autoritarios heredados del Régimen castrense, y que estableció un sistema de libertades con progreso económico y social sin precedentes. Sin embargo, este mes de marzo el Palacio de La Moneda abrirá de nuevo sus puertas a la izquierda radical, liderada por jóvenes figuras surgidas de la dirigencia universitaria, acompañadas por el dogmático y añejo Partido Comunista Chileno.

Y en el audaz intento de reivindicar la memoria de Salvador Allende, a su nieta le corresponderá dirigir las difíciles relaciones políticas con las  mismas fuerzas armadas que derrocaron al gobierno de la Unidad Popular, y que provocaron el suicidio del líder socialista.

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