Iglesia Venezolana

Pbro. Ricardo Guillén: Los misioneros van por el mundo para mostrar la misericordia amorosa de Dios que restaura lo caído y consuela todo dolor

A propósito del mes de las Misiones, en RCL conversamos con el Director Nacional en Venezuela de las Obras Misionales Pontificias, a propósito del Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), previsto para el próximo 23 de octubre. “No todos podemos ir a las misiones, pero sí podemos ayudar a otros a ir y a permanecer en ellas”, indicó.

Fabiana Ortega F.:

Cada penúltimo domingo del mes de Octubre, la Iglesia Católica celebra el gran día de las misiones a través de la Jornada “Domingo Mundial de las Misiones” (Domund). Se trata de un día muy especial para orar y colaborar con las misiones católicas en el mundo entero.

“Este año tenemos una gran expectativa pues será el primer octubre misionero y la primera jornada del Domund que podremos celebrar presencialmente en los colegios y parroquias del país, después de la pandemia del Covid-19. Por ello, hemos intentado dar la mayor difusión posible al mes misionero, a través de afiches, estampitas de oración, material audiovisual y una mayor presencia en las redes sociales. Creemos que nuestro pueblo venezolano, a pesar de tantas penurias, es generoso y solidario. Sabemos que si conocen las grandes necesidades de los misioneros podremos contar con su cooperación material que hará posible que nuestra contribución económica a la Iglesia universal crezca este año”, comenta a RCL el Director Nacional en Venezuela de las Obras Misionales Pontificias (OMP), Pbro. Ricardo Elías Guillén, electo hace dos años por el período 2020-2025.

El Licenciado en Teología Bíblica explica que las OMP orientan la cooperación misionera para el sostenimiento y movilidad de los misioneros, sacerdotes y religiosas en los territorios indígenas, obras de educación dirigidas a niños y jóvenes, comedores infantiles, actividades de evangelización y catequesis, etc. 

Con el dinero recaudado por los católicos en más de 120 países del mundo, donde están presentes las OMP se sostiene la presencia de la Iglesia en los 1.115 Territorios de Misión y va a formar parte del Fondo de Solidaridad Universal desde el cual se distribuyen las ayudas a los vicariatos apostólicos, congregaciones religiosas, orfanatos, ancianatos, escuelas, comedores, etc, esparcidos en los cinco continentes. 

Ración de comida, amor y fe

En Venezuela, por ejemplo, se tiene presencia en Tucupita, en el estado Delta Amacuro; en Puerto Ayacucho, en el estado Amazonas; y en el Caroní, en el estado Bolívar, a través de los vicariatos apostólicos que son aquellos territorios en los cuales la Iglesia Católica, aunque establecida, no cuenta con suficientes cristianos ni agentes de pastoral, así como tampoco con la infraestructura adecuada para ser erigida como diócesis. 

“Los vicariatos apostólicos de Venezuela atienden poblaciones de indígenas y criollos esparcidos por miles de kilómetros con grandes dificultades de acceso y enormes carencias. La recaudación del Domund va dirigida a estos territorios para el sostenimiento de los misioneros y de sus obras de evangelización y promoción humana”, explica Guillén, quien inició sus primeros años de sacerdocio (1998-2003) como párroco en la Misión de Lichinga en Mozambique, convirtiéndose así en el primer sacerdote “Fidei Donum” venezolano, en tierras africanas.

Según reseña la página de la OMP, en el país, ante la difícil situación de violencia alimentaria que se padece, parte del dinero recaudado el día del Domund se destina al sostenimiento de 20 comedores sociales que atienden en total 4.633 beneficiarios con un total de 76.640 platos que se sirven mensualmente.

“La situación de emergencia humanitaria que lamentablemente hemos vivido en los últimos años nos ha empujado a dirigir recursos para paliar el hambre de niños y adolescentes en los territorios de misión y en algunas periferias urbanas. Hemos ido aprendiendo en la experiencia que a la ración de comida le debe acompañar una abundante ración de amor, fe y esperanza”, señala.

Advierte Guillén, que si bien las condiciones socio-económicas a las que el sistema imperante somete a los ciudadanos atenta contra su dignidad humana y no permite el ejercicio de los derechos fundamentales de la población, lo más grave es el proceso de deshumanización que, a su juicio, se experimenta paulatinamente.

“La usura, la corrupción a todo nivel, la intolerancia, el irrespeto a quien piensa diferente, el engaño, el creer que todo y todos se mueven por dinero, etc, ha ido socavando las dinámicas relacionales en las que el otro no es considerado una persona como yo y por lo tanto merecedor de respeto tal como lo soy yo”.  

Sobre esa delgada línea entre el servicio de la Iglesia y la responsabilidad del Estado, asegura que aún cuando los estados y sus gobiernos, en un escenario ideal, garantizaran los derechos fundamentales de cada ciudadano e hicieran posible su ejercicio y desarrollo, la misión de la Iglesia y sus misioneros no se agotaría, porque deberá siempre estar atenta para acompañar y responder a las situaciones de sufrimiento y carencia que no son sólo de tipo material. 

“Los misioneros van por el mundo para mostrar, con su cercanía y sus obras, la misericordia amorosa de Dios que restaura lo caído y consuela todo dolor humano”.

Por más comunidades misioneras

El Director Nacional en Venezuela de las Obras Misionales Pontificias (OMP), Pbro. Ricardo Elías Guillén, insiste en el mensaje del Santo Padre sobre la dimensión existencial de la misión cuando afirma que “hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás. Si cada bautizado viviera su dimensión misionera, siendo capaz de vencer su individualismo, saliendo de sí mismo para centrarse en Jesús y en su Evangelio e implicándose en la construcción de entornos más justos y fraternos, tendríamos un país y una humanidad más parecida al designio creador de Dios”.

Bajo su óptica, considera que en la actualidad se requiere seguir animando a pastores y laicos a forjar comunidades misioneras que vivan la corresponsabilidad del anuncio evangélico más allá de los límites territoriales de su parroquia. 

“La vida parroquial muchas veces está centrada de manera autorreferencial en sí misma, en las propias devociones, tradiciones, programas pastorales, sin levantar la mirada al dilatado mundo de la Iglesia universal e incluso de la Iglesia diocesana. Creo que, si hacemos nuestra la reforma misionera del Papa Francisco, nos ayudará a todos, pero especialmente a los laicos, a redescubrir la belleza de la vocación misionera que hace vivir siempre abiertos hacia los demás, compartiendo con muchos los carismas recibidos y viviendo como verdaderos apóstoles del Señor en las realidades seculares en las que están profundamente implicados”, señala.

Para él, el ser misionero se trata de vivir siempre dispuesto a salir de sí para ir al encuentro de todos, especialmente donde nadie quiere ir. 

“Es Dios quien nos envía, como a Jesús, a edificar un mundo más fraterno y solidario, donde todos puedan vivir dignamente. Para mí la misión y la vida misionera, no son tanto las actividades que realizamos, sino el sentido de donación, de apertura, de fraternidad que damos a nuestro paso por esta vida”, agrega.

¿Cómo colaborar?

Los enviados a los Territorios de Misión cuentan con quienes participan cada año en el Domund con su tiempo, su donativo y su oración; esta última de gran relevancia como sostén espiritual a los esfuerzos de los misioneros que en algunos lugares afrontan realidades muy desafiantes.

“Hoy asistimos a una crisis vocacional en las congregaciones religiosas y específicamente en aquellas que, en el pasado, no tan lejano, ofrecieron tantos misioneros a la Iglesia en todo el mundo. No sé si estamos rezando lo suficiente para pedir al Señor que infunda arrojo y generosidad en la vida de los jóvenes que Él sigue llamando a la vida misionera. Como dice el Papa, la oración es el primer modo de misión”, señala Guillén.

A la oración, dice, se une la cooperación misionera material que simboliza la donación de sí mismos como evangelizadores o de nuestros recursos materiales para que otros puedan desarrollar la tarea misionera.

“La ofrenda en dinero con la que colaboramos en la jornada del Domund no sólo es importante por la ofrenda en sí, sino porque puede ayudar a despertar en todos los creyentes e incluso en aquellos que les cuesta creer el interés por su hermano y por Dios que les espera en su hermano. La ofrenda en dinero es un signo de implicación personal en la difusión de la fe, y puede ser también un estímulo para descubrir la obra de la Iglesia, que en Cristo quiere ayudar a cada persona”.

«No todos podemos ir a las misiones, pero sí podemos ayudar a otros a ir y a permanecer en ellas», sentencia.

Para conocer más información o realizar algún aporte puede visitar la página oficial de las OMP Venezuela, haciendo click aquí.

También puede leer:

OMP Venezuela celebró inicio de Octubre Misionero

OMP Venezuela estrena cortometraje del Domund 2022

OMP Venezuela ofrece programa de Animación Misionera para Avec

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba