Opinión

No hacen falta pactos. Sí moral, luces y conciencia ciudadana

Es imperativo lograr la unión  ciudadana bajo un concepto único: rescatar la República Democrática de Venezuela, en beneficio de la libertad, del progreso, de la descentralización...

Egildo Luján Nava:

Con mucha frecuencia, en las conversaciones políticas que se desarrollan  actualmente se hace alusión al histórico «Pacto de Punto Fijo,» como una posible solución a la patética, triste y ruinosa situación  que vive  Venezuela.

Ese histórico evento, acordado y firmado el 31 de Octubre de 1958  por los tres principales y mayoritarios partidos políticos de la época, a saber:  Acción Democrática (AD), Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) y Unión Republicana Democrática (URD), fue formalizado por quienes luego serían electos  presidentes de la República, es decir, Don Rómulo Betancourt y el Dr. Rafael Caldera, sin restarle importancia y reconocimiento a la participación activa del Dr. Jóvito Villalba, quien siempre sobresalió como personalidad carismática para la época y en representación del partido URD.

Dicho «Pacto» fue firmado durante un período convulsionado y dividido política y socialmente. Y se trató de un Evento que se protocolizó con la finalidad de propiciar la unión e implementación de un gobierno civil, democrático y de unidad nacional en defensa de la constitucionalidad, como de los deberes y derechos ciudadanos civiles y militares. Y que, sin duda alguna, pacificó al país y logró iniciar una exitosa y gloriosa ruta democrática de progreso para la nación , durante los siguientes 40 años.

Es evidente que, sin hacer un análisis de la situación socio política actual de las organizaciones partidistas, sus líderes y actuaciones, posiblemente, podrían convertirse  en una solución para el país. Pero, lamentablemente, la situación actual dista mucho de ser la realidad venezolana que prevalecía entonces.

De hecho, en 1958 tan sólo habían 4 partidos de importancia relevante: los tres antes mencionados y el partido Comunista, que no fue  invitado a firmar  el Pacto. Como se recordará, eso sí sucedió con  los líderes  de los tres grandes partidos firmantes, que, para entonces,  gozaban de respeto y de prestigio ciudadano, al igual que sus respectivas organizaciones partidistas.

El caso actual de la representación partidista en Venezuela,  tanto nacionales como regionales, se cuentan por decenas o centenas, incluyendo unos en Pro y otros en Contra del régimen. Y tal masificación de la representación,  desafortunadamente, amén de quienes se auto promueven como líderes en respuesta a propuestas efectistas dirigidas a anular a quienes, según ellos, carecen de vigencia combativa, han terminado por alimentar presencias momentáneas y a, lo peor, granjearse desconfianza y pérdida de respetabilidad ciudadana.

Apena decirlo, pero el análisis de lo político por esa misma realidad antes indicada, ha servido de camino y de señalamientos que han terminado en  muchas  acusaciones sobre supuestos actos de corrupción e intereses personales, además de la proliferación de deserciones que denominan  «Brincos de talanqueras». ¿Por qué y para qué?: para la apertura de la promoción de procesos penales abiertos, tanto nacionales como internacionales, por distintos actos de corrupción y VIOLACION de los derechos humanos.

Es evidente que es imperativo lograr la unión  ciudadana bajo un concepto único: rescatar la República Democrática de Venezuela, en beneficio de la libertad, del progreso, de la descentralización y regionalización, además del respeto a la Constitución y  la independencia institucional de los respectivos poderes.

Este Pacto Ciudadano tiene que ser un acto de paz y de reconciliación, de unión e inclusión ciudadana, como de integración, donde los que tengan casos pendientes con la ley puedan concurrir a tribunales justos e imparciales, con libertad y justicia, para que sean juzgados. Dicha posibilidad, que pudiera darse como una opción de avance político,  no podrá ser posible mientras no prive anticipadamente un acto patriótico de reflexión profunda, en beneficio del concepto país y ciudadano.

Ya han transcurrido 23 años de un gobierno que tomó un camino equivocado. En esto, no puede haber discusión. El país está indiscutiblemente  destruido y arruinado, razón por la cual el actual e incompetente  régimen comunista, cuenta con un enorme rechazo nacional de parte de más del 80% de la población. Además, es lo mismo que sucede  con los partidos y líderes de la oposición, a quienes, oportunamente, se les dio el respaldo nacional e  internacional. ¿Y en qué se ha traducido?:  como consecuencia de sus infructuosas y decepcionantes actuaciones, todo ha terminado cayendo en un franco rechazo popular.

Responsablemente, aunque se aprecie desde ángulos contrarios, la gran verdad es que hay que aceptar que se han cometido muchísimos errores y fallas entre ambos bandos. Sólo queda el camino de salvar al país. Y al hablar de salvación, guste o no aceptarlo, el llamado que se produce es a todos los venezolanos. Porque es precisamente a  dicho conglomerado al que le corresponde hacerlo, darlo todo por el país, lo cual incluye no seguir creyendo ni en Mesías, y tampoco en intervenciones milagrosas internacionales.

Venezuela, el país de todos, sí dispone de hombres y de mujeres  de gran experiencia, formación y profesionalismo. La nación, casi en su totalidad ciudadana, ha expresado su rechazo al actual camino, porque es mucho el daño que se ha causado, y el deterioro ha sido general.  Aunque no se admita que es así, el país cuenta con los recursos naturales y la población profesional suficiente para propiciar cambios.

Es propicio  acordar un Pacto CIUDADANO. No  de cúpulas, Cogollos o Partidos, sino de representantes de: Universidades, Gremios, Sindicatos y Organizaciones Civiles. En CONSENSO, inclusive,  que se hagan escogencias  entre los más experimentados y capacitados.

Al mejor,  hay que seleccionarlo para que compita en unas elecciones libres e imparciales, si es necesario. O para nombrar una Junta de Gobierno Transitoria, integrada  y representativa del sector civil como militar, para emprender la pacificación y el rescate operacional del país. ¿Y con qué propósito?:  para lograr los objetivos de  ir a unas elecciones generales con todas las garantías de imparcialidad. Dicho de otra manera, sería el efecto en beneficio de quienes habrían recibido la oportunidad de reinstitucionalizarse, como de  recuperar su única conceptualización en beneficio de los ciudadanos y de la defensa de sus derechos civiles.-

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