Política exterior brasileña Quo Vadis en el 2023
El actual panorama exige perspicacia, habilidad y prudencia, visto los últimos movimientos del presidente saliente a menos antes de la toma de posesión, por una parte un silencio enigmático y movimiento de piezas a través de sus soportes políticos
Jesús Mazzei Alfonzo:
Miriam Gomes Saraiva politóloga resume acertadamente y muy bien, lo que ha sido la política exterior bolsonarista desde su llegada al poder y las interrogantes que plantea al futuro “…Al llegar a la presidencia en 2019, rompiendo con una tradición de continuidad, Jair Bolsonaro estructuró una nueva política exterior, basada en nuevas ideas y poniendo en jaque los estándares que habían guiado la inserción internacional de Brasil durante mucho tiempo. Los temas de política exterior de Bolsonaro, en muchos casos, buscaban satisfacer las demandas de grupos específicos que lo habían apoyado en la campaña electoral, reduciendo la centralidad decisoria del Ministerio de Relaciones Exteriores…”
Ahora bien, la elección de Lula el 30 de octubre abre la posibilidad a que se elija a otro profesional de Itamaraty y entre las varias candidatas más escuchadas o sonadas hasta ahora en los corrillos del Palacio de Itamaraty o la prensa son hasta los momentos, las Embajadoras María Luiza Viotti y María Laura Rocha quienes tienen amplia experiencia en el manejo de misiones diplomáticas en el exterior y una hoja de vida interesante de trabajo y experiencia vital, al interno de la corporación diplomática brasileña, uno de los requisitos fundamentales en Brasil para ser un buen canciller, como lo ha comprobado la hasta ahora la amplia historia diplomática brasileña. Esto será una de las variables para que se retomen los temas tradicionales de la política exterior brasileña.
Ahora bien, sí repasamos entonces, ahora, los principios fundamentales de la política exterior brasileña, por lo menos hasta el año 2018, que hubo para algunos analistas una ruptura no sólo en los principios sino en la forma de ejecución de los mismos, que algunos diplomáticos jubilados o expertos en relaciones internacionales en Brasil, estiman que serán retomados, y para ello, tenemos dos muestras; por un parte, el reciente discurso del Lula en la reunión del COP27 sobre Clima en Egipto y por la otra, su visita, a Portugal. A Lula el tema internacional le gusta, estimo, que tendrá una intensa diplomacia presidencial en su nuevo gobierno.
Efectivamente, los principios rectores que han regido históricamente la política exterior del Brasil y que son sus ejes en la formulación e implementación son los siguientes:
Pacifismo: Se fundamenta en la no-confrontación, la búsqueda de soluciones pacíficas negociadas de las controversias, la condena del uso de la fuerza para la obtención de resultados externos.
El universalismo: entendido este como el todo el acervo de contactos bilaterales que constituyen el patrimonio histórico del Brasil, su vocación universalista. También la diversidad de contactos bilaterales y multilaterales sirve para la realización de los intereses nacionales.
Juridicismo: respeto a los tratados y convenciones, entendidas como manifestaciones sacrosantas del Derecho Internacional y que son asumidas por la voluntad nacional.
Realismo, autonomía heterodoxa, pragmatismo: acciones vinculadas a los intereses nacionales. Se abandona la idea de construcción y el uso del papel de potencia del país, para ganancias internacionales, se despolitiza y desideologiza la acción internacional (cosa que en el gobierno de Bolsonaro no se hizo)
Autodeterminación y no intervención: son alimentados por el carácter pacificista de la política exterior y sobre todo por el realismo que ilumina a su ejecutoria internacional, basado en la cooperación y negociación y en el tratamiento de la diplomacia multilateral.
Por lo tanto, hay una tradición de la praxis diplomática, la cual es radicalmente contraria a la intervención, el rechazo que podría dar el legitimar eventuales intervenciones o acciones correctivas fuera del sistema o ambiente de poder internacional. Se defienden en forma contundente los principios de autodeterminación y no intervención de los pueblos.
Si partimos de los años noventa durante los Gobiernos de Collor, Itamar Franco y Fernando Henrique Cardoso, podemos apreciar en esa política pública esos hilos conductores, que se afianzan en la época de Luis Inácio Lula da Silva, Dilma Rousseff y Temer, cuestionados por el presidente Jair Bolsonaro.
En el futuro, la economía brasileña buscará reinsertarse en una economía internacional altamente integrada y competitiva, hoy con fuertes tensiones ocasionadas por el COVID-19, la guerra de Ucrania que ha quebrantado las cadenas de suministro y de valor y además, por la creciente amenaza de estanflación, para el año 2023, según pronostican organismos internacionales y expertos como Nouriel Roubini.
Además, siempre buscará mantener los márgenes de maniobra, para no inviabilizar su histórico proyecto nacional, con base a los principios arriba enunciados, sobre todo los de pragmatismo, realismo y autonomía heterodoxa. Ahora bien, la política exterior de este país, tiene tres indagaciones que responder en los años por venir:
En primer lugar, ¿qué es lo que Brasil desea obtener de su relación con el medio internacional en la próxima década luego del gobierno de Bolsonaro? la respuesta evidente y con un claro objetivo, es conseguir el intercambio externo para la realización del desarrollo, tanto en su dimensión económica como social, para lograr profundizar los derechos humanos y medio ambiente, elementos que sirvan y puedan ser complementados con acuerdos y sistemas que ayuden a las políticas internas.
En segundo lugar, ¿cómo el Brasil desea relacionarse con la comunidad internacional?, aquí están los principios que tradicionalmente han orientado su política exterior, tales como la no intervención, el respeto a la autodeterminación, la no injerencia en los asuntos internos y la solución pacífica de las controversias.
La tercera interrogante, cuál es el mundo que ellos desean?, puede estar resumida en algunas ideas fuerzas: paz, desarrollo, y participación amplia, por ello es que el Brasil de acuerdo a los especialistas buscará, esperamos vigorizar los valores de la democracia, los derechos humanos y la preservación del medio ambiente. Estas y otras interrogantes, la tendrán que responder la gestión del nuevo ministro. Será un cambio de las formas, de sustancia más no del contenido. Método, substancia y alcance.
Debido porque el contexto de la nueva administración de Lula, será en un entorno, un contexto histórico-político interno y externo y además, con una coalición de gobierno diferente a la del año 2002 y esto se observa en como el Presidente electo esta semana en Brasilia, buscara mejorar la articulación política de lo que ellos denominan el gabinete de transición política y gubernamental que coordina Geraldo Alckmin. Veremos como siguen evolucionado los acontecimientos.
El actual panorama exige perspicacia, habilidad y prudencia, visto los últimos movimientos del presidente saliente a menos antes de la toma de posesión, por una parte un silencio enigmático y movimiento piezas a través de sus soportes políticos como el Partido Liberal y mostrándose en graduación de los nuevos oficiales del ejército brasileño en la Academia Militar de las Águilas Negras (Aman), que tiene una importante simbología política en la entrega de los sables de la promoción Bicentenaria de la Independencia del Brasil. Ahora todo esto indudablemente repercutirá en la formulación de la nueva política exterior brasileña, porque el peso del bolsonarismo como movimiento político y la actuación futura de Bolsonaro como opositor del gobierno de Lula, está allí y en la conducción de la política exterior en defensa del interés nacional, de acuerdo a sus preceptos tradicionales, será un reto, ya por supuesto Bolsonaro será un crítico feroz de la nueva acción exterior.-
jesusmazzei@gmail.com