Inauguraron árbol y pesebre de Navidad en el corazón de la Iglesia
Entre dos pantallas gigantes y bajo varios paraguas, miles de visitantes de la Ciudad Eterna siguieron la ceremonia, que debido al tiempo inclemente se efectuó en el Aula Pablo VI. Participaron las delegaciones que donaron tanto el árbol como el pesebre de este año y se intercambiaron los deseos de una Navidad santa y serena.
Debido al mal tiempo, la ceremonia de inauguración del belén y del encendido del árbol de Navidad expuesto en la Plaza de San Pedro se ha celebrado en la tarde de este sábado 3 de diciembre de 2022 en el Aula Pablo VI. Pero un momento de pausa, después de tanta lluvia, cuando empezaba a oscurecer, ha permitido que una pequeña multitud se reuniera en torno al belén, todavía parcialmente velado, y al árbol para participar en un momento siempre lleno de fascinación.
El pesebre y el árbol navideño de la Plaza, así como el pesebre del Aula Pablo VI, permanecerán accesibles al público hasta el domingo 8 de enero de 2023, fiesta del Bautismo del Señor. De este modo, representan un punto de atracción para los romanos y los numerosos turistas y peregrinos que pasan por la plaza o que están presentes para las audiencias del Papa Francisco.
El Cardenal Fernando Vérgez Alzaga, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, presidió la ceremonia, a la que asistieron la hermana Raffaella Petrini, secretaria general de la Gobernación vaticana, así como las delegaciones de Sutrio y Rosello, las dos localidades, una en Friuli y otra en los Abruzos, de las que proceden el belén y el majestuoso abeto. Esta mañana, sus regalos fueron presentados oficialmente al Papa Francisco durante la audiencia a la que acudió la delegación del gobierno guatemalteco, que este año ofreció en su lugar el belén instalado en el Aula Pablo VI: una representación de la Natividad compuesta por la Sagrada Familia y tres ángeles realizada por artesanos de la tradición guatemalteca, con grandes telas de colores y estatuas de madera.
Entre reflexiones y músicas navideñas
La Banda del Cuerpo de la Gendarmería Vaticana abrió la ceremonia. Luego, el Cardenal Vérgez subrayó, en su saludo, cómo el pesebre y el árbol provienen este año de dos territorios geográficamente lejanos, pero similares, ambos de montaña, donde las comunidades mantienen vivo el anuncio del Evangelio y la Navidad conserva su fascinación y significado profundo. Describió el belén y algunos de sus personajes, y el árbol de Navidad destaca los adornos realizados con gran habilidad e imaginación por jóvenes y mayores juntos. «Que el amor sustituya a la violencia», concluyó el Purpurado, invitando a llevar la buena noticia del nacimiento del Señor a todas partes.
El saludo de las distintas delegaciones
Mario Búcaro Flores, ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, fue el primer miembro de delegación que hizo uso de la palabra y se manifestó orgulloso por la oportunidad de hacer conocer el arte de su país en el mundo a través de este pesebre ofrecido al Papa Francisco, un don que también revela la atención de Guatemala por la libertad religiosa y su compromiso con la paz.
En representación del arzobispo de Udine, Monseñor Andrea Bruno Mazzocato, el sacerdote Harry Della Pietra recordó la importancia del pesebre que nos conecta al misterio de la encarnación del Hijo de Dios. «Jesús se hizo pequeño», afirmó, retomando las palabras del Santo Padre esta mañana.
Para Massimo Fedriga, presidente de la región de Friuli-Venezia Giulia, el belén donado es una muestra de la cooperación de toda una comunidad resistente que ha sufrido y ha sabido renacer muchas veces. Citó el terremoto, la pandemia que golpeó duramente a Friuli-Venezia Giulia y la tormenta Viara que devastó sus bosques y selvas hace cuatro años. Para hacer este belén, dijo, se recuperaron fragmentos de la tormenta: una raíz arrancada de su propia tierra se convirtió en la cuna de la Natividad.
Por último, el alcalde de Sutrio, Mattia Manlio, se detuvo en la gran tradición del trabajo de la madera que su comunidad ha sabido mantener viva, sin dispersar el patrimonio de experiencia transmitido por las generaciones anteriores.
Después, el turno fue de la delegación de Rosello. El obispo de la diócesis de Trivento, Monseñor Claudio Palumbo, citó dos palabras: raíces y contemplación. La primera habla del vínculo con la tierra, la segunda, a través de la contemplación del pesebre, habla del cielo, el uno y el otro hechos uno en Jesús. Dos realidades que se fecundan mutuamente y apuntan a un sentido pleno de la vida que tanto necesita el mundo de hoy.
El alcalde de Rosello, Alessio Monaco, destacó la actividad coral en la que participaron los niños de un instituto, los ancianos de una residencia de ancianos y los alumnos de algunas escuelas en la elaboración de los adornos del árbol de Navidad, una gran oportunidad de inclusión, subrayó, que habla del vivo sentido de comunidad que se respira en los pueblos de los Abruzos.
La hermana Raffaella Petrini, Secretaria General de la Gobernación Vaticana, concluyó la ronda de intervenciones. Lo hizo recordando la importancia que tuvo la Navidad para San Francisco de Asís, que la consideraba la fiesta de las fiestas, y para Santa Clara. Es el testimonio del amor de Dios por la humanidad, mientras que el árbol representa la vida eterna y la esperanza de la Resurrección. Y evocó las palabras de Francisco durante su encuentro con la peregrinación de Baviera por el regalo del árbol de Navidad, en diciembre de 2013:
«En Navidad resuena en todos los lugares el feliz anuncio del ángel a los pastores de Belén: «hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor», Lc 2, 11). Aquellos pastores —dice el Evangelio— fueron envueltos por una gran luz. También hoy Jesús sigue disipando las tinieblas del error y del pecado para traer a la humanidad la alegría de la resplandeciente luz divina, de la que el árbol navideño es signo y recuerdo. Dejémonos envolver por la luz de su verdad».
«Dejémonos envolver también nosotros, por la luz de la Navidad y esperemos que el sentimiento de renacimiento y el deseo de fraternidad nos acompañen en este tiempo», reiteró la hermana Petrini.
El belén de madera de Sutrio
Once escultores de madera, artistas de todo Friuli Venezia Giulia, han dedicado los dos últimos años a la talla del belén que se ha inaugurado hoy. Con una superficie de 116 metros cuadrados, cuenta con 18 estatuas iluminadas por 50 puntos de luz; la cúpula de la semiesfera que hace las veces de gruta, coronada por el ángel, alcanza una altura de 7 metros. Es un belén centrado en los valores de la sostenibilidad, no se han cortado árboles para las estatuas de madera de cedro y la estructura está hecha de 24 metros cúbicos de madera de alerce.
La cuna del Niño, hecha enteramente de material reciclado, fue tallada a partir de la raíz de un árbol arrancado durante la tormenta Vaia de 2018. En la gruta se encuentra la Sagrada Familia, alrededor de la cual se han colocado personajes de tamaño natural que, además de las figuras del nacimiento, representan a gente corriente. Entre ellos, el carpintero, atento a su trabajo en un banco, en honor a todos los artesanos del pueblo de Sutrio; una tejedora, oficio femenino típico de Carnia; el «Cramar», representante de una antigua profesión de comerciante ambulante; y una pastora con dos ovejas a su lado y una «gerla», la clásica cesta utilizada por las mujeres en la montaña. También hay dos figuras simbólicas: un hombre ayuda al otro a retomar su camino hacia la Gruta. Es un recordatorio de la solidaridad que se practica especialmente en entornos como la montaña. No podían faltar los Reyes Magos colocados a lo largo de la rampa de acceso a la Gruta.
El árbol de Navidad de los Abruzos
Rosello, en la provincia de Chieti, de donde procede el abeto de unos 30 metros de altura, es un pequeño pueblo de montaña de sólo 182 habitantes en la frontera con Molise. Sus orígenes son medievales y parece que debe su nacimiento a los monjes benedictinos de la abadía de San Giovanni in Verde. Alberga el núcleo de abetos blancos mejor conservado de Italia, incluido el árbol espontáneo más alto: un abeto blanco de casi 54 metros de altura. Las decoraciones fueron realizadas por los jóvenes del centro residencial de rehabilitación psiquiátrica «La Quadrifoglio», un lugar de atención donde los huéspedes, bien integrados en el tejido social de Rosello, pueden participar en un programa de rehabilitación individualizado destinado a lograr la máxima autonomía en la vida cotidiana.
Fuente: Adriana Masotti y Sebastián Sansón Ferrari – Vatican News