Testimonios

A la memoria de «Mamá Eva» Gáscue de Tamayo

... y de unos Domingos de Gloria inolvidables

Al hablar de Caracas hay que mencionar la Iglesia San Rafael de La Florida. ¡Es preciosa y única en su estilo! Tal y como cuenta Graciela Schael Martínez en un pequeño folleto, esta Iglesia está bajo el patronato del arcángel San Rafael, medico y medicina de Dios, defensor de los atribulados y protector de quienes emprenden el árido camino del exilio. En acción de gracias por los beneficios recibidos, doña Eva Gascue de Tamayo había hecho la promesa a San Rafael de hacerle erigir una iglesia recolectando entre sus relaciones de amistad y otras personas, en el año 1923. Fue Su Santidad el Papa quien otorgó el permiso y según autorización recibida a través del Arzobispado de Caracas, le concedió categoría de iglesia.

NOTA DEL EDITOR: Al margen de este texto vivencial, quiero relatar que dada la muy íntima vinculación afectiva que une mi familia materna a la vida y la memoria del Venerable Doctor Arturo Celestino Álvarez, titular de aquel «Gran Obispado de Los Llanos» hoy Arzobispado de Calabozo, recibí de la señorita Justa Álvarez -hermana de nuestro reverenciado Obispo- una imagen de San Rafael Arcangel -muy posiblemente de mano esclava- que fue de su propiedad y que siempre he mantenido como imagen protectora de mi habitación. Durante los años en los cuales viajé por razones formativas fuera del país, confié esa imagen, invaluable para mi, a Doña Eva Gáscue de Tamayo, quien durante décadas la mantuvo en su habitación en la Quinta Cartama, en San Rafael de la Florida, hoy tristemente desaparecida «mamá Eva», está de nuevo en su lugar, en la cabecera de mi cama, mientras el Señor quiera darme vida.

Alfredo Coronil Hartmann

Ítaca 17 de abril de 2022, Domingo del Gloria.

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Hoy es «Domingo de Gloria», Pascua de Resurrección, culminación de plenitud cristiana de la Pasión y muerte de Nuestro Señor JesuCristo, Loado sea el Señor. Este transitar ya cuasi octogenario me impulsa a recoger y atesorar las estancias que jalonaron mi vida y la llenaron, aún en complicados trances y vicisitudes de la insustituible bonomía de los hogares cristianos.

El Domingo de Gloria, de Resurrección, la Pascua Florida es la mas maravillosa fiesta de nuestra fe, participé en muchas de esas celebraciones, pero -sin demeritar ninguna de ellas- el almuerzo de Pascua de Doña Eva de Tamayo, es para mi inolvidable, allí concurríamos quienes consanguíneos o no, integrábamos su generosa familia afectiva y espiritual, Doña Eva acompañada de sus hermanas Carmen Gáscue de Arcila y Cristina Gáscue de Briceño Salas, de sus hijos Eduardo Tamayo Gáscue y Beatriz Tamayo Gáscue de D´Ampaire, su esposo Oswaldo D´Ampaire y sus nietos, primos, sobrinos y los hermanos e hijos del afecto, Angelina Martínez Pietri, Germán Ponte, Norman Brand Pacheco, Guido Díaz Peña, Moisés Atias Bendayan, Humberto Maio Negrette y muchos otros que involuntariamente se me escapan concurríamos y nos deleitábamos en las interminables y siempre enriquecedoras sobremesas, en el espléndido condumio y en la auténtica comunión espiritual que en su derredor se vivía.

De la gigantesca panoplia de dones que al Altísimo debo agradecer y agradezco de rodillas, ninguno me alimenta más que el recuerdo y la impronta que en mi dejaron los seres humanos de excepción que conocí en la vida, si a la hora de despedirme para retornar a mi casa, como ocurriera que por largos años mi madre no vivió en Venezuela, Mamá Eva jamás olvidó darme la bendición por mi madre y por ella misma, esa bendición me sigue acompañando hoy, Dios la tenga en el privilegiado lugar que estoy seguro merece.

Salud.-

Ítaca 17 de abril de 2022.

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